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El Estilo Personal del Terapeuta


Enviado por   •  8 de Agosto de 2021  •  Resumen  •  1.682 Palabras (7 Páginas)  •  258 Visitas

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El Estilo Personal del Terapeuta

La posición socioprofesional del terapeuta

Toda psicoterapia resulta de una cierta relación entre demanda y oferta (Orlinsky y Howard, 1986; Orlinsky, Grawe y Parks, 1994). Esta última depende del circuito socioprofesional al que pertenece el terapeuta. Ello está determinado, en primer lugar, por el sistema asistencial dentro del cual se ejerce la práctica (liberal, público-comunitario, empresas de seguros de salud, entre otros) y por el tipo de relación laboral que liga al terapeuta con su actividad (independiente, contrato ocasional, asalariado). En segundo lugar, las actitudes y los modos culturales de interacción habituales usados por el terapeuta en sus intercambios personales constituyen una impronta activa que incide en toda su actividad profesional.

La distancia entre la posición socioprofesional del terapeuta y la condición socioeconómica del paciente es una de las situaciones de mayor incidencia sobre las condiciones en que se establece el dispositivo terapéutico. Grandes distancias en cualquier dirección suelen asociarse con fracasos terapéuticos.

La situación vital del terapeuta

Variables básicas como el sexo, las características físicas, intelectuales y emocionales, el nivel de conocimiento general y otras dimensiones que hacen al modo de ser de la persona del terapeuta contribuyen a la formación de su estilo peculiar. Resulta muy importante la variable de su experiencia, tanto en lo que respecta a su vida cotidiana como a su actividad profesional. Con frecuencia, se ha discutido acerca de la conveniencia de que un terapeuta haya o no experimentado en forma personal de manera directa o indirecta con el tipo de problemas de los que se ocupa. La opinión más extendida sostiene que tal experiencia no es un requisito indispensable para cumplir adecuadamente con la tarea. Sin embargo, las situaciones vitales por las que atravesó el terapeuta influyen de modo decisivo en la manera con que afronta su trabajo y representan un crisol que facilita o dificulta su capacidad para resolver los problemas específicos con que se enfrenta en su actividad.

Los modos de comunicación

Se trata del factor más idiosincrásico y comprende las acciones estilísticas primordiales con que el EPT moldea las aplicaciones de una técnica específica. Para desempeñarse en el seno de un acto psicoterapéutico, el terapeuta debe cumplir con una serie de funciones. Para ello, cada profesional emplea determinados modos de comunicación que operan integradamente imprimiendo su sello personal de ejercer la práctica. Cada una de ellas puede manifestarse a través de varias dimensiones, las más relevantes son las siguientes:

a) Función instruccional:

- Rigidez en comparación de flexibilidad. El establecimiento de límites rígidos suele ser un índice de inseguridad y puede expresar la necesidad de un fuerte control por parte del terapeuta respecto de los acontecimientos que pueden ocurrir durante el tratamiento. Ello puede favorecer el trabajo con pacientes severos o con aquellos que presentan dificultades manifiestas para respetar las consignas terapéuticas.

- Asimetría acentuada comparada con asimetría moderada. Existe consenso en cuanto a que, en el interior de una relación terapéutica, debe existir una asimetría básica, una diferencia en el poder de decisión entre terapeuta y paciente que permita tener a ambos claramente identificados sus roles.

b) Función evaluativa:

- Optimismo comparado con criticismo. Una tendencia optimista por lo común favorece aspectos relacionados con la contención empática y con la posibilidad de infundir esperanza al paciente en situaciones difíciles, pero puede ser perjudicial si conduce a subestimar los problemas que el paciente debe enfrentar, generándole una exigencia negativa. La tendencia a acentuar una actitud crítica tiene consecuencias complementarias.

- Centrada en los medios comparada con centrada en los efectos. A pesar de que resulta obvio que todos los terapeutas están empeñados en lograr que sus pacientes tengan éxito en sus tratamientos, existen modalidades evaluativas que depositan mayor interés en el examen de los medios terapéuticos empleados, suponiendo que ello garantizará el éxito ulterior del tratamiento. Otros, por el contrario, focalizan su evaluación preferentemente sobre los efectos y, como consecuencia, en el resultado final.

c) Función atencional:

- Actividad comparada con receptividad. El terapeuta podrá orientar su atención de manera activa, efectuando movimientos que busquen provocar en el paciente su disposición a proveer nuevas informaciones u orientar las informaciones presentadas en una dirección específica. Los terapeutas interesados en lograr resultados a corto plazo tenderán a operar en esta dirección. Otro tanto ocurre cuando se trabaja con pacientes en situaciones de emergencia o necesitados de soluciones rápidas.

- Concentración comparada con apertura. Cuando el terapeuta se posiciona frente al paciente de manera concentrada, facilita el registro de algunas informaciones bien definidas. Esto resulta útil cuando se trabaja con un abordaje terapéutico muy estructurado. Suele encontrarse representado en terapeutas que prefieren modelos ortodoxos o en los que manifiestan un interés hacia problemas o trastornos bien delimitados.

d) Función operativa:

- Directividad comparada con persuasión. Un terapeuta podrá aplicar la técnica correspondiente si se dirige en forma normativa al paciente para que cumpla con las indicaciones del caso. La directividad operativa se verá facilitada cuando la terapia tenga instructivos definidos sobre las tareas a cumplir por el paciente y existan objetivos muy detallados a lograr con el tratamiento.

- Lógica comparada con retórica. Un modo lógico de operar favorece la transferencia de los principios técnicos a diferentes situaciones

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