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Enfermeria


Enviado por   •  25 de Septiembre de 2013  •  7.306 Palabras (30 Páginas)  •  312 Visitas

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El texto que sigue se publicó originalmente en Perspectivas: revista trimestral de educación

comparada (París. UNESCO: Oficina Internacional de Educación), vol. XXVIII, n° 1, marzo 1998,

págs. 173-189

©UNESCO: Oficina Internacional de Educación, 2000

Este documento puede ser reproducido sin cargo siempre que se haga referencia a la fuente.

FLORENCE NIGHTINGALE

(1820 - 1910)

Alex Attewell1

La leyenda

La fama de heroína romántica de Florence Nightingale oscurece sus méritos como educadora.

No obstante, la leyenda de esta mujer también tuvo consecuencias educativas. En efecto,

gracias a ella se generalizó la formación de enfermeras, dando así origen a una nueva

profesión para la mujer. Esta leyenda se ha convertido en un capítulo importante de la cultura

de la asistencia sanitaria en el mundo entero, pero no ha contribuido a dar a conocer mejor a

Florence Nightingale.

Florence Nightingale se hizo célebre curando a los enfermos y a los heridos durante la

guerra de Crimea (1854-1856). Concluida ésta, pudo haber ocupado un puesto de

responsabilidad como enfermera jefe de hospital y supervisora de la formación de enfermeras,

pero prefirió retirarse de la vida pública y utilizar su prestigio para apoyar y promover

proyectos educativos. Es probable que el hecho de que prefiriese intervenir de modo indirecto,

en vez de ocupar un cargo oficial, haya hecho que su influencia fuera aún mayor. Tras la

guerra de Crimea, Nightingale escribió unos doscientos libros, informes y opúsculos que

tuvieron importantes repercusiones en la sanidad militar, la asistencia social en la India, los

hospitales civiles, las estadísticas médicas y la asistencia a los enfermos. Su mayor aportación

educativa fue la creación de nuevas instituciones para la formación tanto de médicos militares

como de enfermeras de hospital, pero algunos de sus proyectos educativos menos conocidos

están llenos de enseñanzas.

Nightingale ha sido objeto de estudio como reformadora, como estadística, como

administradora y como investigadora, pero los estudios sobre su influencia como educadora

han sido escasos. La obra que relata sus experiencias en la formación de enfermeras (Baly,

1986) silencia el contexto más general de las ideas educativas de Florence Nightingale para

centrarse en los aspectos administrativos, a menudo complicados, de los comienzos de la

“Escuela Nightingale” de enfermeras.

No es de extrañar que los diversos aspectos de la educación con los que Florence

Nightingale estuvo relacionada estuvieran vinculados por numerosos temas comunes. Hasta

los 31 años, ella no tuvo la oportunidad de aprovechar su propia educación y preparación.

Florence se sentía impulsada a hacer algún uso práctico de sus conocimientos, por lo que sus

primeras cartas, apuntes y opúsculos hacen continuas referencias a los objetivos de la

educación y critican la instrucción que recibían las mujeres de su época. Si tenemos en cuenta

estos primeros escritos, y su posterior labor como promotora de planes de formación,

podemos afirmar que Florence Nightingale fue una gran educadora, aunque no haya sido

reconocida como tal.

2

Primeros años

Florence, que nació en 1820, era la segunda hija de William y Frances Nightingale, un

matrimonio acomodado adepto de la doctrina unitaria (disidentes de la Iglesia anglicana).

Florence creció en una época de intensos cambios sociales, en un entorno de ideas liberales y

reformistas. Su abuelo materno, William Smith, fue diputado durante 46 años, gran defensor

de los derechos de los disidentes en materia religiosa y militante por la abolición de la trata de

esclavos. Al participar algunos miembros de su familia en la vida política, no es de extrañar

que Florence se sintiera profundamente interesada por los grandes problemas de su época.

La educación tanto de Florence como de Parthenope, su hermana mayor, fue

supervisada por su padre, que había estudiado en la Universidad de Cambridge. Su programa

de estudios comprendía el latín, el griego, la historia, la filosofía, las matemáticas, las lenguas

modernas y la música. William Edward Nightingale fue un hombre de ideas progresistas en lo

referente a la mejora de la sociedad y a la educación de la mujer, por lo que se ocupó de la

educación de sus hijas con una seriedad que por lo general solía reservarse a la educación de

los hijos varones. Si Parthenope se interesaba sobre todo por el dibujo, Florence siempre tuvo

afición al estudio. Durante los últimos años de su vida prestó una valiosa ayuda a Benjamin

Jowett en la traducción de los Diálogos de Platón, lo que muestra la amplitud de su erudición.

Una mujer de la posición social de Florence tenía escasas oportunidades de aplicar en la

práctica sus conocimientos. Era todavía una adolescente cuando empezó a sentir un conflicto

entre su propia voluntad de acción y los placeres de la animada vida familiar social.

Su “vocación”

A los 17 años, Florence, según recoge en unos apuntes personales, tuvo una experiencia

mística2: sintió su “vocación”, una experiencia decisiva que fortaleció su convicción de que

no estaba hecha para una vida ordinaria. Entre los 20 y los 30 años, hubo frecuentes conflictos

con sus padres que proyectaban el matrimonio para ella, pero logró mantener tenazmente su

independencia. No era fácil encontrar una esfera de actividad que permitiera a Florence

Nightingale encauzar su talento y sus aptitudes. A los 30 años, recordaba su frustración:

“Siendo ya adulta, lo que más anhelaba era seguir una educación universitaria, adquirir

conocimientos; pero aquello fue provisional”. En 1848 se inauguró el Queen’s College, en el

que se ofrecía un nuevo tipo de educación superior para la mujer, pero Florence no mostró el

menor interés; estaba buscando ya un campo de acción, un modo de aprovechar unos

conocimientos que ya eran considerables. Escribía por aquel entonces:

Lo primero que recuerdo, y también lo último, es que quería trabajar como enfermera o, al menos, quería trabajar

en la enseñanza, pero en la enseñanza de los delincuentes más que en la de los jóvenes. Sin embargo, yo no había

recibido la educación necesaria para ello (Vicinus y Nergaard, 1989, pág. 30).

En 1845,

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