LA EVOLUCION DE LA SALUD A PARTIR DE LA AQUITECTURA
gonzaloswiderBiografía3 de Agosto de 2015
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ARQUITECTURA PARA LA SALUD
INTRODUCCION
Quizás la arquitectura sea una de las ciencias más influyentes en la evolución del hombre, ya que por medio de ésta, es posible desarrollar, modificar y cambiar el espacio físico con el objetivo de satisfacer las necesidades del mismo.
La medicina se ha desarrollado y tecnificado a lo largo de la historia del hombre, también así la arquitectura para la salud ha tenido desde sus orígenes hasta la actualidad, un profundo impacto en este desarrollo.
El recorrido histórico realizado sobre los cambios epistemológicos de la medicina y la arquitectura dejó en manifiesto que, desde la antigüedad, fueron dos disciplinas íntimamente relacionadas y que se humanizan cuando vinculan al hombre y sus sentimientos, con el entorno físico y social en el que se atiende.
“Atrás quedarán los sanatorios originados en fríos y dolientes claustros religiosos, para ser recibidos en espacios más optimistas y humanizados, centrados más en el paciente que en la enfermedad. En este ambiente, la persona comienza a dejar de ser un “enfermo que padece” y comienza a ser un “huésped que es atendido”.[1]
LA EVOLUCION DE LA SALUD A PARTIR DE LA AQUITECTURA
Sin pretender hacer un análisis exhaustivo de cómo ha evolucionado la tipología de edificios destinados a la salud a lo largo de la historia, se realizara un recorrido cronológico analizando los modelos arquitectónicos que se han desarrollado a lo largo de la historia para poder dar respuesta a las necesidades de la salud.
Los primeros indicios de arquitectura para la curación y el cuidado de la salud, se dan en Europa durante la época medieval de forma muy precaria y sin contar con una tipología definida, desarrollándose en las casas de caridad y asistencia vinculadas a las iglesias y conventos, como casi todas las actividades culturales y asistenciales.
Ya en el siglo XI aparecen referencias de centros hospitalarios formados por una gran nave de una o varias crujías y gran altura en la que se disponían los enfermos en sentido longitudinal. Sin embargo la planta del hospital, estructurada en torno al claustro, es el modelo característico del edificio hospitalario medieval, basado en grandes naves presididas por un altar con camas a ambos lados. Esta nave-unidad de hospitalización constituye el paradigma de toda la arquitectura hospitalaria hasta el siglo XVIII.
Posicionándonos en el siglo XV, uno no de los primeros edificios construidos exclusivamente como hospital sería el propuesto por Filarete[2] (en el año 1456) Ospedale Maggiore [Fig. 1] para la ciudad de Milán. Se planeó racionalmente como una cruz dentro de un cuadrado, con la iglesia del hospital, de planta central, en el centro del plano. Aparecen por tanto dos grupos de salas en forma de crucero separadas por un patio. Estas salas poseen dos plantas delimitadas por galerías porticadas que servían como circulación de los pacientes, abastecimientos y médicos.
Este esquema sirvió de ejemplo para muchos hospitales medievales en Europa. En España se construyeron tres grandes hospitales a cargo del arquitecto Enrique Egas (1455 – 1534): el Hospital Real de Santiago de Compostela, el Hospital de Santa Cruz de Toledo, y el Hospital Real de Granada.
A pesar de la gran difusión que tuvo este hospital claustral durante muchos siglos en Europa, esta tipología es la menos adecuada para cumplir la función sanitaria. Debido a la propia conformación de las salas del edificio en torno a patios cerrados, que impiden el correcto soleamiento y la eficiente ventilación cruzada, generando rincones umbríos que posibilitan el desarrollo de agentes patógenos.
[Fig. 1] Imagen satelital actual OspedaleMaggiore
En el siglo XVI los centros asistenciales adoptan la planta de trazado radial y esquema panóptico, generalmente con una cúpula en el encuentro de las naves. Existen ejemplos de esta tipología sobre todo en Francia. El modelo estrellado nace como evolución de la colocación e interrelación de las naves.
El mismo se generaliza gracias a Benito Bails[3], que, en su tratado De la Arquitectura Civil, propone el modelo estrellado como el más adecuado para un edificio hospitalario, ya que el modelo estrellado proporciona una asistencia más rápida y una mayor intimidad. Nos dice que el edificio hospitalario debe tener en cuenta los factores externos que actúan sobre la salud de los enfermos: aire puro, aguas salubres abundantes, asistencia, fácil limpieza y, por todo ello, propone situar el hospital fuera del recinto de las ciudades.
A pesar de que se construyeron muy pocos edificios con esta planimetría, destacamos su importancia debido a que sirvieron de ejemplo a otros tipos de edificios nacidos en la misma época.
En el siglo XVIII, la arquitectura hospitalaria presentó un auge considerable, ante el aumento de la demanda de la población, debido a un importantísimo crecimiento de ésta. Durante esta época revolucionaria, las dimensiones de los establecimientos hospitalarios adquieren un gran tamaño, se fundan nuevos y se acrecienta enormemente el número de médicos, que además pasaron a tener un papel preponderante en el seno de la institución. Se conciben políticas de salud, que se distinguen, entre otras cosas, por el hecho de que la medicina, como carga colectiva, comienza a liberarse parcialmente de las técnicas de la asistencia.
Esta revolución tanto cualitativa como cuantitativa en el terreno hospitalario, se gestó en un contexto de creciente interés de los Estados por la salud de sus ciudadanos. El crecimiento de la población beneficiaria entre otras cosas, no solo mayor producción y consumo, sino que además representaría un gran potencial de recursos fiscales, rentas más altas para la monarquía, mayor capacidad defensiva, mayor potencia política, etc. Es por eso que los gobiernos, para poder sacar partido de la riqueza que para las naciones suponía la población, tenían que prestar atención a sus problemas de salud, cosa que, por si misma, ya justificaba la adopción de políticas de salud en sus múltiples vertientes. Más adelante, el ideal humanitarista que nació con la Ilustración haría que las naciones ahondaran aún más en esta voluntad de mejorar las condiciones de vida de sus súbditos.
En el siglo XVIII hace su aparición el modelo de hospital pabellonario, que si bien ya existían desde unas cuantas décadas antes, podemos afirmar que éstos nacieron en el último tercio del Setecientos, fruto de los debates sobre cómo debía ser el nuevo Hôtel-Dieu de París, quemado en un accidente en 1772.
Esta eventualidad puso de manifiesto la insuficiencia del modelo de hospital entonces vigente y la necesidad de crear nuevas infraestructuras para la ciudad, que se convertirían, a partir de ese momento y rompiendo con los postulados en boga, en un equipamiento sanitario de la ciudad en el sentido moderno del término.
Los orígenes de esta tipología, radican en el hecho de poder separar las patologías en distintos edificios, tratando de controlar las terribles epidemias que se desataban en los hospitales. Esta concepción edilicia se apoyaba en las teorías higienistas que veían el aire como el mayor vehículo de contagio de enfermedades. Por eso, se separan y se clasifican las distintas enfermedades en pabellones separados, articulados por circulaciones descubiertas en torno a extensos parques generando una estrecha relación del enfermo con la naturaleza. Estos se sitúan en el extrarradio de las ciudades, con el criterio de separar las enfermedades infecciosas de la población. Esta tipología tiene su continuación durante el siglo XX en los barrancones militares que se levantaron temporalmente durante la Primera y Segunda Guerra Mundial.
El primer hospital edificado siguiendo este modelo es el Stone House, en Plymouth (1764) y la consagración del mismo se produce en Francia con la construcción del hospital Lariboisiere [Fig. 2] de París (1846-1954), del arquitecto M. P. Gauthier.
Arquitectónicamente los antecedentes del hospital moderno se encuentran apenas en hospitales construidos a fines del siglo XIX y principios del XX, reflejando los importantes avances conseguidos en el conocimiento de la etiología de las enfermedades, las reglas de higiene y asepsia derivadas de los trabajos realizados por Pasteur[4], Koch[5] y otros investigadores acerca de las bacterias, la terapéutica establecida científicamente y las normas fundamentales para el alojamiento de los enfermos.
El sistema de hospital en pabellones se abandonó a principios de siglo XX optándose por concentrar los edificios hospitalarios en bloques. Esta tipología surgió en Estados Unidos alrededor de los años 20 a partir de diversos avances científicos y tecnológicos. Por un lado la evolución de la tecnología constructiva, con las realizaciones de edificios en altura de la denominada Escuela de Chicago a partir de estructuras en acero, el ascensor, aire acondicionado y todos los sistemas de transporte de líquidos, gases y comunicaciones, y por otro lado los avances sobre el control de las infecciones gracias a los descubrimientos científicos que permitieron en 1920 se proyectase en Nueva York el primer hospital vertical. Se trataba de la “Tower of Healing”, también llamado “Fifth Avenue Hospital”, de York y Sawyer. En estos primeros proyectos se empieza a plantear el problema de la forma. Se optó por concentrar los edificios hospitalarios en bloques, para disminuir recorridos, ahorrar en calefacción y racionalizar el alumbrado y la limpieza. Esta idea se vincula con la masificación de la asistencia hospitalaria, los problemas de rendimiento, los costes de la asistencia y la escasez de terrenos urbanos.
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