La Corrosión del Carácter. Las consecuencias personales del trabajo en el nuevo capitalismo» de Richard Sennett
JorgeGCTutorial18 de Mayo de 2013
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nnnnnnnnnnnnnn«La Corrosión del Carácter. Las consecuencias personales del trabajo en el nuevo capitalismo» de Richard Sennett
«El capitalismo en los últimos veinte años se ha hecho completamente hostil a la construcción de la vida.» Richard Sennet1
Introducción
Para analizar el ensayo del sociólogo Richard Sennett, «La Corrosión del Carácter» («The Corrosion of Character, The Personal Consequences Of Work In the New Capitalism», 1998), hay que situar tanto la época en que se desarrolla la investigación como al propio investigador.
Sobre Richard Sennett (Chicago, 1943) podemos recordar que ha desarrollado su carrera intentando explicar las consecuencias del capitalismo en la vida de las personas, primero desde una óptica marxista, después desde una más amplia; es uno de los sociólogos referentes para la izquierda, enmarcándose su trabajo dentro de la «sociología crítica».
Por el lado de la época, en Estados Unidos, al igual que en el resto de los países más industrializados, la crisis del petróleo (1973) trajo consigo además un replanteamiento de la labor del Estado en la economía, llevando a naciones como la estadounidense a emprender la desregulación de los distintos mercados (y el abandono de las doctrinas keynesianas, volviendo a los postulados clásicos del liberalismo) que se expande, en Estados Unidos, hasta 1992 (hablamos de la desregularización iniciada en 1974 y potenciada por las «reaganomics» introducidas desde 1981 por el presidente republicano Ronald Reagan).
Durante todo ese periodo de tiempo la globalización, tal y como conocemos ahora, se va configurando y comienzan a verse sus efectos, a la par que se inicia la flexibilización laboral se hace presente, el trabajo en red de las empresas, y demás, acuñándose, a partir de 1996, el término de «New Economy» («nueva economía»), que describe los cambios estructurales surgidos desde 1992, donde se pasa de una economía industrial a una «de conocimiento», o lo que es lo mismo, de tener un tejido empresarial de grandes industrias a grandes empresas que trabajan en red y que viven dentro de la mundialización económica.
Todos estos cambios económicos tienen un reflejo en la organización de las empresas, en su forma de producción y de relacionarse con sus trabajadores, que es lo que Sennett contempla a lo largo de todo el ensayo que acá se comentará, él analiza los efectos que esos cambios están produciendo en los trabajadores, al margen de la posible bonanza económica de la nueva economía (que no estallaría hasta la explosión de la burbuja de las «punto-com»). Lo que Sennett se encuentra es un mundo en que el cambio se produce rápido y sin sentido real, es el cambio por el cambio, donde el trabajador se encuentra sin perspectivas al no poder generar una narración a largo plazo de su propia vida.
Dentro del libro, tal vez donde mejor se ven los cambios que produce la reestructuración de las empresas y el trabajo a nivel global frente al local, y en la relación con los empleados, está en cuando trata sobre los programadores de la IBM (una de las empresas tecnológicas que más apuros pasó en una época de fuerte crecimiento de su competencia, y que dio un cambio radical con respecto a sus relaciones laborales y funcionamiento), donde, entre otros, se ve la deslocalización de las empresas, la subcontratación, y los efectos sobre los trabajadores, incluso los cualificados, del cambio que se estaba viviendo. Por otro lado, en la historia vital de Rico se describe perfectamente los efectos del trabajo en Red y el «engaño» del «autoempleo» como «liberación» y «control del tiempo», así como los efectos de la movilidad geográfica sin apreciarse mejoras dentro de la movilidad social. Pero estoy adelantando comentarios.
Un recorrido histórico
Es interesante cómo Sennet plantea la propia narrativa del libro, desde experiencias más o menos personales (conocidos relacionados, y en algún caso, con investigaciones anteriores, lo que le permite comparar situaciones diferentes) nos plantea una lectura global de una situación relativamente particular, articulando todas las reflexiones dentro del contexto histórico donde se producen y la tradición que da lugar a los distintos conceptos con los que se trabaja.
Y de ahí, por ejemplo, el recorrido que hace sobre el propio concepto del trabajo o las menciones a los dos puntos de vista sobre el naciente trabajo de fábrica (segunda mitad del ya lejano siglo XVIII) entre Adam Smith y Diderot, el primero ve en la rutina un embotamiento, mientras que el segundo lo veía como «un profesor necesario», un proceso más de memorización, y destacaba sus lados positivos.
Además de hacer un interesante paso por los distintos conceptos sobre el trabajo, como el plasmado en la obra de Weber (con todo el tema de la ética del trabajo) o el concepto marxista (y la alienación descrita por Marx).
En este aspecto creo que es importante señalar los cambios tecnológicos y lo que supone para los trabajadores, una versión moderna de la proletarización generada durante la primera revolución industrial, y lo que ocurrió en la segunda, en muchos campos el trabajador especializado es reemplazado por máquinas, y todo el trabajo depende del «trasto» antes que de los individuos, lo que genera una desvalorización (nuevamente, no es algo reciente) de los trabajadores y, lo que es peor, de la actividad productiva que ellos realizan, no pudiendo relacionarse directamente con la misma. Esto se ve bastante bien en la historia que cuenta de la pastelería, y los cambios que en la misma se produjeron a lo largo de estos años.
Los cambios producidos en las sociedades industrializadas (post-industriales ya) también afectan a la relación de los propietarios de los medios de producción con dichos medios, de un estilo acaparador (en el sentido de propiedad y control) de todos los aspectos de la producción y todo ello a largo plazo (y pone de ejemplo a Rockefeller) a una era flexible, donde los grandes propietarios no dudan en desprenderse de tal o cual actividad o producto, no desean poseer las fábricas o medios, sino usar las que otros poseen, y tienen gran facilidad para «cambiar» (y Sennett usa de ejemplo a Bill Gates), este desapego y funcionamiento de las empresas afecta, por supuesto, a los trabajadores que en ellas laboran. Dentro de esa flexibilidad, nos dice el autor, puede resultar cómoda para los grandes propietarios, pero no para los trabajadores, ellos solo obtienen desorientación.
Hay que tener en cuenta que todos los cambios que se producen en la estructura de las relaciones laborales tienen que ver con las fuerzas existentes en ellas, en cómo se relacionan, y que, como se señaló en la introducción, estos cambios se han ido produciendo porque así lo han querido (consciente o inconscientemente) los propietarios de los medios de producción (o al menos, del capital para ello), la época de crisis se aprovechó para reestructurar el tejido empresarial, en paralelo se debilitó a los agentes sociales colectivizadores de una de las partes del juego (el declive de los sindicatos), y el Estado dio luz verde a un marco jurídico en que su papel era relegado, así como unas ideas de cómo la empresa debe funcionar, todo ello con el necesario sustento conceptual dado por las ideologías (mientras, curiosamente, se declaraba el fin de las mismas), genera necesariamente un cambio en los conceptos de trabajo y, a la postre, afecta a cómo las personas se relacionan entre sí y con su actividad productiva (que sigue siendo la principal actividad del individuo).
Es interesante observar cómo algunos problemas propios de la segunda revolución industrial (y toda esa «organización científica del trabajo») se mantienen y acrecientan en la «sociedad del conocimiento», sin ir más lejos, y a modo de ejemplo, podemos poner el trabajo en la panadería tras la tecnificación de la misma y aplicar las críticas que hacía Braverman al taylorismo a la nueva situación de dicha panadería, se ha descualificado el trabajo (ya no hay que ser «panadero» para hacer «pan»), aunque no es tanta una «estrategia» para mantener la dominación en sí misma, sino la línea recta entre conseguir más mano de obra y mantener la producción (esto es, conseguir la eficacia en la asignación de recursos y tener mejor posibilidad de obtener el personal con la cualificación suficiente, mientras más baja, más personal potencial) y abaratar costes de por medio, por supuesto que a la empresa (en abstracto y general) le interesa muy poco el bienestar de sus trabajadores siempre y cuando den el resultado buscado y deseado, máxime cuando los propietarios y los gerentes no son los mismos, esto es, la disociación entre el capitalista y quien controla en efecto los medios de producción (fórmula propia de las corporaciones).
El trabajo en la actualidad
Así pues, para centrarnos más en tiempos modernos (sin querer ni mucho menos menospreciar lo que significa la propia historia), Sennett comprueba un cambio profundo en el concepto de trabajo y en la forma de trabajar en el «nuevo capitalismo», donde se abandona el trabajo puramente rutinario y estable, que, además, definía al individuo, y los vínculos que él desarrollaba, a un sistema de producción basado en la flexibilidad (aunque en la práctica la mayor parte de los trabajos son rutinarios, ya el puesto no es estable como antaño, no hay tampoco compromiso con el mismo), el cambio por el cambio (se considera positivo en sí mismo), el trabajo en equipo (con una «ética opuesta al trabajo y, a la postre, la pérdida
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