La participación de la familia en la escuela tiene importantes fundamentaciones
chivaserubielInforme19 de Junio de 2013
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La participación de la familia en la escuela tiene importantes fundamentaciones:
Porque sólo conjugando el papel formativo de las escuelas, con las responsabilidades de las familias, es posible garantizar a todos una buena educación.
Porque la escuela y educación pública se definen en torno al valor de la participación y la democracia y en ese terreno, a las familias les corresponden sus propios derechos y sus deberes.
En general, tanto padres como profesores coinciden en la necesidad de complementar su participación en la tarea educativa. Por nuestra parte, los maestros/as sabemos que nuestra actuación con los niños/as debe estar en conexión con sus experiencias fuera del centro educativo, para asegurar la personalización y para que lo vivido y aprendido en la escuela tenga apoyo y continuidad dentro de las familias. La familia junto con la institución escolar y la comunidad en general deben trabajar por una educación de los niños más integral, que tenga en cuenta muchos más factores que ayuden a su desarrollo. Debido a esta responsabilidad es importante que los padres se formen y se informen sobre todo lo relacionado con la educación con el fin de poder actuar.
Es un tópico fuertemente arraigado entre el común de la docencia, tanto dentro del ámbito escolar primario como del secundario, el hecho de la escasa implicación de los padres y madres en las tareas de educación de sus propios hijos. Aunque evidente y afortunadamente esto no es así en todos los casos. Sólo podemos generalizar si nos referimos al progenitor masculino. Entonces, el desinterés alcanza niveles desmoralizadores. En cuanto a esto podemos pensar que el horario de trabajo, puede ser el causante de esta falta, pero si analizamos que hay muchas madres que trabajando con el mismo horario que los padres, si acuden y están pendientes de los aprendizajes de sus hijos, entonces podemos llegar a la conclusión que en las familias el rol de cuidar de la educación de los hijos e hijas, es implícitamente y explícitamente en algunos casos, de las madres. Con lo cual, en la mayoría de los casos, ya estamos perdiendo de entrada la implicación de una parte de la familia.
La tasa de padres adscritos, con cuota de pago, a las asociaciones, es igualmente bajo. Con relación a la implicación de las familias en la escuela, no podemos ni debemos generalizar tanto. Por un lado se encuentran aquellas madres que están pendientes y atentas a la educación de sus hijos: la relación con el tutor o tutora es cordial, asisten a las citas, sin ser llamadas acuden al centro para saber de sus hijos, actúan con predisposición y colaboración con el tutor o tutora, informando y dejándose informar. En la mayoría de estos casos los hijos e hijas van muy bien en clase, son respetuosos, y están motivados para aprender. Un indicador claro de este resultado positivo en los alumnos y alumnas es la implicación de la familia en su proceso de enseñanza y aprendizaje (García Correa, 1985). La conducta personal y académica del escolar siempre suele ir en proporción directa a la unión de fines y medios que él conoce que hay entre padres y profesores. La desunión de docentes y familia sólo acaba en prejuicio de la motivación por el aprendizaje de los hijos.
Pero, en otro término, se encuentran aquellas familias que tienen muy poca implicación en la educación de sus hijos (desgraciadamente, en la actualidad superan en número a las otras), no asisten a las citas y menos aún solicitarlas por propia voluntad, no están pendientes de las tareas escolares de los niños, etc. Un dato que serviría para evidenciar esto sería medir el índice de visitas que cualquier tutor escolar tiene de los padres de sus alumnos a lo largo de todo el curso académico. Tal índice es muy bajo en las visitas solicitadas por los padres, en torno a un
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