PROCESO ONTOEPISTÉMICO DE LA EVALUACIÓN DEL APRENDIZAJE
Enviado por jeiruzkaperdomo • 26 de Enero de 2014 • 1.136 Palabras (5 Páginas) • 283 Visitas
En los inicios del siglo XXI, signado por numerosos cambios sociales, políticos y económicos, los docentes, estamos enfrentando un reto que nos induce a la búsqueda de alternativas y perspectivas divergentes y complejas en el ámbito educativo. Particularmente, nos compete construir nuevos escenarios en torno a procesos de enseñanza y aprendizaje para las futuras generaciones al enfocar desde una mirada distinta la labor pedagógica del docente. Al respecto Alliaud (1998) señala que “hay que pensar en el maestro que enseña como un aprendiz justamente para potenciar los efectos de su enseñanza…” (p. 4).
La reflexión precedente parte de considerar la docencia como un aprendizaje de oficio ligado directamente con la acción que por lo tanto, no se circunscribe sólo al ámbito de formación profesional como único espacio de aprendizaje legítimo, pues necesita de esos “otros” saberes que se ponen en juego en la enseñanza y que se apoyan en las experiencias, creencias revisiones conceptuales de los docentes, que orientan y fundamentan las decisiones sobre una acción pedagógica reflexiva y llena de posibilidades desde la construcción social, cultural y colectiva.
De acuerdo con Serrano (2002), “los docentes no logran comprender, construir y aplicar un sistema de evaluación que se adecue a estos nuevos planteamientos pedagógicos” (p. 248). Esta situación pudiera estar dada por la influencia de esquemas mentales que viene trabajando el docente, haciendo que sea difícil asimilar la nueva propuesta que privilegia la evaluación, la cual le permite al docente orientar la enseñanza y posibilita al alumno aprender a regular su propio aprendizaje.
En el marco de este proceso emergente de indagación introspectiva de la labor del docente, resulta peculiar y problematizador enfocar nuestra mirada en la evaluación de los aprendizajes como proceso inherente al quehacer pedagógico.
Desde este punto de vista, en el sistema educativo venezolano, se ha venido trabajando para lograr transformaciones fundamentadas en nuevas corrientes del pensamiento pedagógico, entre las cuales se destaca, particularmente, la existencia de un nuevo paradigma evaluativo. Estos cambios conducen a reformar visiones y perspectivas al asumir la evaluación de los aprendizajes en nuestros escenarios educativos.
Concretamente, la evaluación, exige una posición diferente de los actores sociales (docentes, estudiantes, padres y representantes y otros miembros de la comunidad), en relación con el desarrollo de este proceso, lo que obliga a un cambio en el ámbito de la práctica evaluativa, al ser concebida de manera constructivista y cualitativa, convirtiéndola en un aspecto esencial de la práctica pedagógica.
De acuerdo con lo planteado, la evaluación y su quehacer pedagógico es un proceso que demanda la reflexión y el debate del docente, para el enriquecimiento del sentido didáctico que la acompaña. Desde esta perspectiva, surge la necesidad de abrir espacios en nuestras instituciones educativas para la construcción y transformación de ésta práctica, en aras de contribuir con cambios pertinentes a su contexto desde el reconocimiento de las virtudes que favorecen el acercamiento a la esencia de la evaluación y su metodología.
De allí que, la disyuntiva ontoepistémica que vivencia el docente del siglo XXI, se expresa en la confrontación y el debate que instaura entre las formas tradicionales del accionar evaluativo, en el ámbito educativo, en el social y los nuevos modos de pensar, sentir y actuar, fundados en las cosmovisiones emergentes.
En consecuencia, estos modos tradicionales, amparados en posturas positivistas que devienen del realismo y su modelo epistémico, el empirismo, lo inducen a reproducir un saber hacer heredado, poco reflexionado, constituido y direccionado en su esencia, por ideologías dominantes, convertidas en sentido común a través de las costumbres y
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