Toda esa actividad de promoción e incentivos para facilitar el transplante de la visión economicista de la educación
Enviado por FelixNoguera • 30 de Mayo de 2014 • 2.438 Palabras (10 Páginas) • 230 Visitas
Toda esa actividad de promoción e incentivos para facilitar el transplante de la visión economicista de la educación, manifiesta en la planificación educacional y en el diseño del currículo, requería a su vez de gobiernos que las aceptaran y las implementaran dócilmente. En otras palabras, que asumieran como suyos esos elementos culturales ajenos y que sintieran que tomaban decisiones propias cuando realmente otros las estaban tomado por ellos. En muchos países latinoamericanos se instalaron gobiernos civiles o militares con el apoyo directo o indirecto de los Estados Unidos. En el caso de Venezuela, en la década de 1950 gobernó el dictador General Marcos Pérez Jiménez quien fuera derrocado mediante un golpe de Estado. Poco tiempo después se realizaron elecciones y asumió la presidencia Rómulo Betancourt, de Acción Democrática (AD), aliado de los Estados Unidos. El gobierno de Betancourt fue el primero de una serie de gobiernos apoyados en el Pacto de Punto Fijo subscrito por los principales partidos de derecha. Durante estos gobiernos la persecución política no ceso, más bien se incremento y se inició en Venezuela la práctica de la desaparición de personas. En fin, los gobiernos, civiles o militares, de la mayoría de los países de América Latina eran estrechos colaboradores de las políticas y prácticas propuestas desde Washington para el resto del continente.
Las reformas educativas que llevaron al transplante de la “matemática moderna” a la América Latina fueron parte de un esfuerzo de integración de las Américas dirigido desde Washington en el marco de la lucha contra el comunismo y por el control de los mercados “marginales”. La primera lo enfrentaba directamente contra el bloque de países llamados comunistas o socialistas, principalmente la Unión Soviética, y la segunda contra Europa Occidental. Por tanto, estas reformas educativas no pueden ser caracterizadas como hechos aislados, sino como parte de una estrategia que buscaba el control político y económico de nuestros países. Llevarlas adelante requirió de gobiernos que las asumieran como propias, que no cuestionaran los planes de Washington, y que tuvieran la disposición de instaurar nuevas formas de gobierno. Donde esos gobiernos no existían, eran impuestos por la fuerza o por medio de elecciones en procesos donde participaron activamente agencias gubernamentales y no gubernamentales de los Estados Unidos. La actitud sumisa de esos gobiernos facilitó la constitución del marco jurídico internacional que facilitara la intervención estadounidense en la política local y en el ordenamiento de la vida ciudadana en los países de América Latina.
Situación política y económica de Venezuela
La vida política, económica y cultural de la Venezuela del Siglo XX está marcada por la explotación del petróleo. Dos dictaduras, la del General Gómez (desde 1903 a 1935) y la del General Pérez Jiménez (de 1952 a 1958), y regímenes pseudo-democráticos garantizaron la estabilidad política necesaria para el establecimiento y fortalecimiento de la explotación del petróleo por parte de las grandes empresas petroleras transnacionales. Los Estados Unidos, por medio de las empresas petroleras o por otros medios, influyeron enormemente sobre la política interna y la economía del país. Como veremos más adelante, esta influencia no se limitó en esos ámbitos.
Para Brito Figueroa (1978), en el siglo XX venezolano se destacan dos grandes épocas: la primera de la penetración imperialista y la segunda del neocolonialismo. La segunda época está comprendida desde la cuarta década del siglo XX hasta nuestros días. ¿Qué entendemos por neocolonialismo? Éste es “(...) una etapa más sofisticada del imperialismo: (...) tiene la propiedad de hacer de los países colonizados participantes activos en el mantenimiento de la relación de dependencia” (Britto Gracia y Negrete, s.f., p. 25). En términos de la teoría de las decisiones culturales puede decirse que el neocolonialismo se caracteriza por la toma de decisiones ajenas sobre objetos culturales ajenos y se profundiza el rechazo hacia los objetos culturales propios. La toma de decisiones ajenas se asume como propia y se colabora con el agente cultural ajeno que las toma; además, los objetos culturales ajenos se anhelan como propios. En ese proceso se desarrollan “... formas culturales concretas en función de los intereses de los monopolios norteamericanos cuya fuerza aliena ya hasta la producción intelectual y tiende a configurar una mentalidad que se aleja cada vez más de los específicamente nacional-venezolano y se aproxima a lo metropolitano-norteamericano...” (Brito Figueroa, 1978, p. 710). Los emblemas típicos de la urbanidad, tales como el rascacielos, la autopista, la urbanización y el centro comercial, hacen su aparición en nuestro país como parte del proceso neocolonizador (Almandoz, 2004). Proceso que Alamandoz (2004) califica de “americanización precipitada”. Arturo Uslar pietri (1972) se refiere a esa Venezuela que surge del boom petrolero como una “nación fingida”. Maza Zavala describió esta situación en los términos siguientes,
“(...) Así como hemos dejado, hasta hoy [1975], que intereses extraños siembren lo mejor de nuestro petróleo en otras latitudes, para fines distintos y hasta opuestos a nuestro crecimiento vertebrado y vertical, también nos ha faltado la voluntad, o quizá la aptitud, o la independencia para aprender el petróleo, que es más que dominarlo hacerlo nuestro, conocerlo, realizarlo, integrarlo en la propia vida. Desde luego, hemos importado el petróleo, al exportarlo, y el país se ha escindido entre lo que quiere ser y lo que es, entre la liberación y la enajenación, entre la falsa necesidad y el requerimiento de la conciencia, entre el complejo de la impotencia y el poder de transformación. Este fenómeno dialéctico es lo que se ha calificado como crisis de identidad nacional. En este sentido siempre hemos estado en crisis; pero sin duda alguna la etapa más profunda, más crítica si es admisible la expresión, de esa crisis de nacionalización es la que sufrimos, vinculada al petróleo.” (Maza Zavala, 1979, p. 116)
La época del neocolonialismo se caracteriza, además, por el inicio de una cruzada “democrática” contra el comunismo. Nuestro país se convierte en uno de los centros de la ofensiva contra el comunismo dirigida desde los Estados Unidos. Esta ofensiva era una manifestación de la pugna que se libraba entre Estados Unidos y Europa por el control de los llamados “mercados marginales” (Barraclough, 1980). El triunfo de la revolución cubana, liderizada por Fidel Castro, en 1959 fue el detonante de esa ofensiva. Venezuela hacía pocos años había dejado atrás una dictadura y el nuevo gobierno electo por medio del voto universal
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