Capítulo 1: El Hombre y el Universo
Enviado por Sofia Pereyra • 5 de Junio de 2016 • Informe • 1.927 Palabras (8 Páginas) • 1.790 Visitas
Capítulo 1: El Hombre y el Universo
Autora: Martha Bardaro
Resumen
1.- Insuficiencia de las definiciones
Lo habitual suele ser comenzar dando la etimología de aquello de lo que vamos a hablar; en este caso: antropología filosófica. No obstante, a partir de la etimología (antropos: Hombre/ logía: estudio- philos: amor/ sophia: sabiduría) no podemos saber mucho.
Otro recurso sería utilizar la definición acuñada por los estudiosos a lo largo de los siglos. Pero tales definiciones resultan demasiado vagas, demasiado generales, y al mismo tiempo estrechas y limitantes.
La autora se pregunta acerca de qué sucedería si ella diera una o varias definiciones de antropología filosófica. De acuerdo a su planteo no se entendería nada. La definición sería como una cáscara vacía de contenido. Y nada menos filosófico que palabras vacías de contenido. Aprendemos a vivir viviendo, aprendemos a caminar caminando, aprendemos a filosofar filosofando.
Para el hombre no hay nada hecho. Todo tenemos que ir haciéndolo. Es el ser más desprotegido y a la vez quizá el que mayores posibilidades tiene en la creación. No encuentra a su alrededor nada hecho, ni siquiera a sí mismo.
La condición del hombre es la de un ser “arrojado” al mundo, un mundo donde debe actuar, y para actuar necesariamente debe elegir, y con cada elección va condicionando su vida y tal vez la de los demás. Una característica esencial del hombre es la ineludible necesidad de elegir y la igualmente ineludible necesidad de pensar y decidir por sí mismo.
En medio del Torbellino
De la historia de la filosofía, ¿será que no sirve nada de la historia de la filosofía y las sabias respuestas? Dichas respuestas si me sirven en la medida que las repienso, en la medida en que las tomo como pistas para descifrar qué pasa conmigo aquí y ahora. En ese descifrar (filosofar) por nosotros mismos iremos coincidiendo con algunas respuestas y rechazando otras, pero lo importante es que lo haremos por nosotros mismos y sabremos por qué lo hacemos, por qué aceptamos o por qué rechazamos.
El pensar por uno mismo es la condición básica de la libertad. No es fácil. Suele ser más cómodo dejar que los demás piensen por mi o a la inversa, pensar yo por ellos para evitar que disientan conmigo.
Si a mí me dicen que aquí tengo que estudiar eso que es el hombre, se me ocurren de inmediato algunas preguntas. Estas preguntas se multiplican hasta formar un torbellino y ahí, en medio de ese torbellino estaremos tratando de encontrar las respuestas. Eso es estudiar antropología filosófica.
Necesitamos un andamiaje provisorio
Una definición provisoria que nos sirva de punto de partida que no se ajusta demasiado a las leyes lógicas de la definición y por cierto, no logra agotar debidamente el objeto definido sería:
“La Antropología Filosófica es la rama de la Filosofía que estudia al hombre considerado en sí mismo y en sus relaciones esenciales "
" El hombre considerado en sí mismo " quiere decir que tomamos al hombre como un proyecto de ser, es decir, no como algo ya constituido, terminado, sino como una realidad que se va haciendo, que no está nunca completada, como algo que está siempre en camino (hacia dónde va ese camino es precisamente una de las respuestas que tenemos que encontrar). Al mismo tiempo lo vemos como un ser donde se armoniza carne, huesos, sangre, sentimientos, capacidad de imaginar, intuición e inteligencia, espíritu, pasiones, voluntad, egoísmos y acciones sublimes. “En sus relaciones esenciales ": ese ser que es un proyecto encarnado, no es autosuficiente, sino que es lo que es sólo en relación con otras realidades distintas de él: el mundo, los Otros hombres, lo Sagrado.
Porqué a pesar de todo seguimos siendo geocéntricos:
Nuestra galaxia no es la única, ni siquiera es la más importante. Es una pequeña, débil y apagada reunión de estrellas, planetas, asteroides, perdida en un rincón del Universo. A pesar de que Copérnico destruyó la tesis ptolemaica del geocentrismo hace muchísimos años, mirando el plano del universo me doy cuenta que en el fondo de nuestra mente y nuestro corazón, seguimos creyendo que la tierra es “el ombligo del mundo”, el centro del universo, y esta creencia tiene su explicación en nuestra herencia mítica.
En definitiva, nos encontramos con que el HOMBRE es uno de los tantos seres que habitan el planeta Tierra, el que a su vez forma parte de un conjunto cuyos límites ni siquiera podemos imaginar
El tiempo cósmico. La evolución
La percepción del tiempo es relativa, es subjetiva. El hombre aparece aquí como producto de la Evolución. Una evolución que no es arbitraria ni caprichosa, sino que tiene un sentido dado por la fuerza que la rige: el Espíritu.
No se puede hablar de la evolución sin mencionar a Darwin. Si bien no pudo resolver todos los problemas que se plantean al aceptar la idea de evolución tuvo una intuición valiosa que como sabemos provocó grandes disputas y escándalos, pues se pensaba y se pensó durante mucho tiempo que aceptar la evolución significaba negar la creación divina.
La Ciencia y la Fe, Hoy
Hoy afortunadamente, ya no se piensa que aceptar la evolución signifique atentar contra las creencias religiosas. Lo que pasa es que el lenguaje que usa el autor bíblico es un lenguaje de imágenes, de metáforas, incluso muchas veces acude a leyendas que estaban en boga en esa época en los pueblos orientales para explicar un mensaje muy profundo y nuevo. Lo incompatible con la ciencia es el relato, la leyenda, pero eso es justamente lo accesorio en la Biblia. Lo fundamental es el mensaje que quiere transmitir, y éste es perfectamente compatible con la ciencia.
El Hombre No Es Lo Opuesto A La Naturaleza
Lo importante para mí de esta ubicación en el tiempo y de la consiguiente comprensión de la evolución es que ahora el hombre ya no aparece como " opuesto ", como totalmente diferente a los demás seres, separado de ellos por una especie de aura de superioridad, sino que más bien aparece como su culminación puesto que en él se hace visible el Espíritu. Pero al tomar conciencia de su origen, al aceptarse como parte del mundo natural, el hombre de alguna manera empieza a reconciliarse con la naturaleza.
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