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ENTRE LETRAS Y PIRUETAS


Enviado por   •  2 de Mayo de 2017  •  Ensayo  •  3.040 Palabras (13 Páginas)  •  216 Visitas

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ENTRE LETRAS Y PIRUETAS.

Se escribe entre trazos y letras, la historia de una vida entera

                                                                                                        Juan Sebastián Hurtado Zapata     

No muy alejado del deseo de empezar  a ser tenido en cuenta, plasmar los más profundos pensamientos y expresar algunas decisiones, quise ser referenciado como alguien que también empezaba a construir su proyecto hacia el futuro. En medio del diario vivir, con un modelo de aprendizaje que rayaba entre lo demandante e irremediable, sumado al hecho de que no era solo por mí, por quien me esforzaba, sino que de igual forma, debía  perpetuar una conducta que llevaba años cultivándose, empecé el recorrido por un mundo de imágenes, que más que transmitirme un mensaje,  daban la impresión de ser confusas y poco coherentes. Tomé por primera vez mi libro de recortes, acompañado de un título particular a su costado, que para entonces no era más que un niño campesino con los mismos deseos de aprender algo que al parecer no entendíamos, “Nacho lee, Nacho escribe”. Años posteriores me di cuenta, que aquella decolorada portada, y hojas apolilladas contenían el secreto de una familia, la misma que año tras año contenía ya la base de una sociedad, no solo por su núcleo de formación, con base a lo ético o moral, sino porque era fuente e inicio del significado de la pedagogía, la cual sin saberlo iba a tomar como referencia, ante el espejo de maestros que se encontraban ya a mi alrededor.

No se puede continuar sin reconocer algo que es inherente a este entorno, la historia y trascendencia que alberga la comunicación escrita, que en su conjunto constituyen una de las principales formas de interrelación, del hombre con su entorno. Es por ello que reconocer y entender los mecanismos que nacen en el proceso de aprendizaje, en la lectura y escritura, hacen parte del conocimiento necesario de una persona que busca comprender el porqué del mismo, ya que dan sentido a un proceso, que pasa por lógico durante la vida, pero que  en sí tiene un propósito en el entendimiento de algo que es tan natural, como la imaginación del hombre,  la cual posteriormente se ufana al verse como ser evolucionado, o una proyección ante su medio. Por ende, se debe retomar aquellas connotaciones históricas y diferenciar su papel protagónico en el paso del tiempo, ya que esta da peso en la participación activa dentro de la sociedad. Claro que esto también está ligado a un concepto de transmisión cultural, lo cual no solamente se remite a la enseñanza en el entorno familiar, como el que vivimos a diario con las anécdotas de nuestros padres,  sino a una construcción de aprendizaje en ámbitos escolares, aulas y medios afines, donde la forma de aprendizaje unidireccional como modelo aún presente, en el cual los procesos de atención y comprensión,  mostraban un sustento muy débil, poco autodidacta y más que todo ejemplificante el cual vemos a diario al repetir una y otra vez planas para fijar un concepto; así mismo se complementa con la pronunciación y el grafismo, siempre  accediendo a espacios en el cerebro primitivo, para lograr explotar facultades con las que se nace.

La invención de un sistema de escritura, que permitiera establecer una forma de comunicación, que garantizará el uso constante de la información y sobre todo que perdurará en el tiempo, fueron descubrimientos de los cuales hoy en día se tienen datos desde el VII milenio antes de Cristo de la cultura Vincha, con pinturas rupestres del Neolítico tardío, donde se plasmaban figuras que semejaban armas y animales, con una objeto de ilustración cardinal para referir el recorrido o movimientos de estos durante la caza. Pero quienes dieron un aporte realmente significativo fue la cultura mesopotámica, ellos, utilizaron una especie de estilete a través de una flecha para dibujar en la arcilla acontecimientos y comportamientos propios de su forma de vida, aproximadamente al inicio de la edad de Bronce, IV milenio a.C, esta “escritura” logográfica y pictográfica, cumple con la finalidad de dar un mensaje claro a los miembros de su comunidad, sobre los sucesos de aquellos que habitaban los clanes o grupos sectoriales.  Un precedente de esto a nivel de América Latina lo otorga la cultura Maya en el siglo III a. C. donde ya habían radicado una forma de escritura real, independiente de la europea, mucha de la cual se destruyó al ingreso de los españoles a la antigua Mesoamérica (Archaeologists, 2003).

Después de un muy breve paneo por la historia de las letras, se abre una pregunta que yace a todo esta conceptualización, y no solo es el hecho del impresionante proceso evolutivo, sino ¿cómo hacer para que el hombre interiorice la lectura y la escritura?, y es que se tiene el error veraz que si se aprende a leer, se aprende a escribir; lo cierto es que en el desarrollo del ser humano, se componen de las múltiples conexiones cerebrales  y la neuropediatra María José Mas, manifiesta en su blog informativo “La escritura y la lectura no son habilidades innatas ni imprescindibles para la supervivencia. Son habilidades culturales y por ello tienen múltiples variantes”, volvemos entonces a la tradición cultural, esa transcendencia impoluta, que envuelve el sistema de concebir  todo con base a aquello que aprendimos y queremos transmitir y la escritura se vuelve en ese libre contexto de narrar, el cual desde niños se plasma, con la ideación de perdurar imágenes que se frecuentan en la mente, con el fin de no dejarlas desvanecer, pero con trazos poco finos en una compleja red de impulsos que tratan de afinar aquellas gruesas musarañas que identifican entre rectos y torcidos el título de la obra, y es que los niños después del primer año quieren adjudicar a cada creación o retrato un nombre que les permita al igual que ellos, a los demás, identificar ese mensaje que después de tanto tiempo logran hacer ver, en el proceso de no imitación sino de fortificación de su propio lenguaje, apropiándose de variaciones.

Todo lo anterior lo plasmo, para finalmente tratar de entender el porqué de las largas y traumáticas jornadas que mi madre me hacía enfrentar al cuaderno de planas, donde se adornaban con rulos y muestras de escritura puestas por ella misma. Al hacer memoria se vienen muchas cosas, entre ellas cómo fue que logré seguir respirando en medio del olor del repugnante a formaldehido que emitía las hojas con tinta azul, al mismo tiempo que se esparcía  un concentrado perfume a base de alcanfor. “Nacho lee” el viejo libro de desgastada portada, que entre gritos y desdeños de mi madre casi me vuelven loco, pero que gracias a sus primeras letras y actividades lúdicas logaron aparcar en mí una gran pasión por conocer las primeras letras.

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