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El discurso pictórico como una instancia ideológica

Random25Trabajo6 de Abril de 2020

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El discurso pictórico como una instancia ideológica

Análisis semiótico de los murales del Correo de San Rafael, Mendoza.

González, Pablo.

I.E.S del Atuel, Profesorado de Lengua

y Literatura.

E.mail: pablogonzalez1981@yahoo.com.ar

El discurso pictórico como una instancia ideológica

Análisis semiótico de los murales del Correo de San Rafael, Mendoza

Pablo González

Profesorado de Literatura

I.E.S del Atuel

Introducción

La observación, la investigación; como método es un proceso donde ante  todo se argumenta, pero estos argumentos son válidos por su repetición más que por su fuerza semántica, esta repetición está en cada evento de reproducción del argumento. Esta repetición la denominaremos eventos  “Ahora bien, si son los eventos, no necesariamente los argumentos, la causa de que adoptemos nuevos criterios, incluyendo formas nuevas y más complejas de argumentación… ¿…cuál es la utilidad de un argumento que deja a la gente impertérrita?”  Dirá Feyerabend, dando un ejemplo: “un racionalista amaestrado será obediente a la imagen mental de su amo, se conformará a los criterios de argumentación que ha aprendido, se adherirá a esos criterios sin importar la confusión en la que se encuentre, y será completamente incapaz de darse cuenta de que aquello que él considera como la ‘voz de la razón’ no es sino un post-efecto causal del entrenamiento que ha recibido. Será muy inhábil para descubrir que la llamada de la razón, a la que sucumbe con tanta facilidad, no es otra cosa que una maniobra política”. Los objetivos del trabajo fueron intentar develar estas maniobras políticas, a la que hace referencia Feyerabend, ya en la producción discursiva, ya en el reconocimiento discursivo,  reconocer la trama ideológica de los discursos, ver los alcances de los modelos  teóricos, analizar los procedimientos de producción del discurso.

Nuestro trabajo, es el resumen de algunas reflexiones en torno a los signos y los elementos de significación dentro de los discursos pictóricos; a partir de distintas teorías que remiten a los estudios semióticos, en el marco de la cátedra que lleva el mismo nombre. Además e contó con el aporte de dos trabajos previos, uno autoría de la Prof. Andrea Greco y el otro, producto de la Prof. Silvana Yomaha, publicada con motivo de este mismo Ateneo.

Se tomó, como objeto de análisis los murales que recubren los muros internos de la sede del “Correo Argentino”, en San Rafael, en la intersección de las calles Barcala y San Lorenzo. La obra que es autoría del pintor Amadeo Dell Acqua datada en el año de 1954, realizados para la reinauguración de la sede de “Correos y Telégrafos”. De estos frescos, se han seleccionado: los que se encuentran en la pared allende al ingreso por calle San  Lorenzo y un cuarto que se encuentra en el interior, a la izquierda de los ojos del observador. El porqué de la elección está determinado por el carácter simbólico de cada uno. También por ser éstos, núcleos temáticos de importancia en la narración que se representa en los murales.

La metodología de trabajo consistió en la  observación del objeto de estudio y la intertextualidad con los marcos teóricos de distintos autores, desde la perspectiva semiótica.

De este proceder se logró apreciar la complejidad del objeto, pudiendo comprobar las marcas socio-históricas que se entrecruzan, tanto en la percepción de la obra como las que se entrecruzaron al momento de la producción de los murales. La complejidad sígnica del objeto implicó una perspectiva deconstructiva del discurso, comprendiendo los aspectos de  las teorías semiológicas, enfatizando en la búsqueda de las huellas de producción y los pactos de lectura producto de los procesos de circulación de los enunciados; a su vez se pudo reconocer el posicionamiento del enunciador y de los enunciatarios, por esto se debió analizar, también, los pactos o procesos de consumo que el observador presenta ante la obra. Por otro lado, aun dentro de la perspectiva semiológica se pudo reconocer los procesos de mitificación, una suerte de gramática del mito, que se pone en evidencia en la relación obra-contexto.

Entre estos muros, para este trabajo en particular, se ha resaltado el valor de algunos de estos, específicamente  los que se encuentran en la pared allende al ingreso por calle San  Lorenzo y un cuarto que se encuentra en el interior, a la izquierda de los ojos del observador que ingresa por la mencionada calle. El porqué de la elección está determinado por el carácter simbólico de cada uno.

1-Esta narración abarca la vida desde la Colonia hasta la construcción del dique el Nihuil, pasando por la llegada de los inmigrantes o el ferrocarril. Comenzando desde la pared sur del local nos encontramos con la figura de dos seres humanos, un varón y una mujer, supuestamente el matrimonio de Rodolfo Iselín[1], sostiene el varón una paloma blanca como detalle más significativo, ambos están vestidos con ropas occidentales, probablemente europeas, detrás, sin vegetación, el desierto y las vías del ferrocarril,  más atrás se ve, sobre fondo de cerros, una locomotora con vagones que parece acercarse a los inmigrantes.

2-La segunda imagen hace referencia a dos figuras masculinas uno un hombre de mediana edad, el otro un joven; están sobre un fondo desértico, hay al fondo un mamífero, un guanaco. Pero lo relevante de esta imagen es la aparición de un libro en manos del joven, que se encuentra descalzo, y los ojos de ambos de un zarco casi blanco y por último, el detalle de la mano del varón adulto, que muestra su palma donde tiene dibujada una estrella de cinco puntas.

3-El friso que continúa representa tres hombres, una de rasgos europeos, un aborigen, en reposo y con los ojos cerrados, y un varón de piel más oscura con uniforme militar y abrigo, al fondo se ve un campamento y el fuerte[2]. Se destaca del fondo la escena bélica que se encuentra a la izquierda, donde un  grupo de figuras humanas con los brazos alzados, con varas, tal vez lanzas, parecieran alentar un cruce entre dos jinetes armados. Dos cosas para destacar: los jinetes no usan estribos, el mural fue retocado para colocar un reloj debajo del pie del soldado europeo.

4-El próximo mural nos muestra hombres de campo con herramientas, el paisaje difiere de los anteriores, pues ya vemos verde y frutos, un elemento cultural: la “damajuana”, aves. Se debe destacar el boceto del primer escudo de San Rafael[3].

5-El posterior muestra hombres rubios, de raza aria, uno lleva atuendo autóctono de la Argentina, “chiripá” y “bombachas”, otro lleva “poncho”. En el fondo se distingue un  plano e instrumentos de construcción, como una plomada.

6-Otro de los frisos muestra a dos hombres: uno europeo, por el atuendo reconocemos una regresión temporal, uno aborigen, ambos tienen delante un mapa de la zona, con dos ríos trazados en azul. Al fondo las serranías con un grupo de jinetes, estos también sin estribo, y a la izquierda el comienzo de una mancha azul, una laguna probablemente. De esta imagen destacamos la figura del europeo, según la profesora Greco sería el portugués Miguel Telles Meneses[4], y su posicionamiento de frente al observador en oposición al aborigen y el mapa que representa los causes de agua de la zona.

7-8-9 Los próximos tres murales, de mayor importancia para nuestro trabajo, representan una pareja de aborígenes con un animal en brazos, detrás un cauce artificial de agua y una tienda donde se ve otra figura humana con otro animal silvestre. A continuación el otro mural representa un grupo de personas distintos estratos sociales detrás del escudo de  San Rafael, con el siguiente mensaje debajo “El Ministerio de  Comunicaciones al Pueblo de San Rafael”, más atrás se ve unos jinetes, el correo de la época representada, un edificio y verde. Para destacar aquí es el jarrón de contornos azules que data de época posterior al trabajo final, posiblemente un reacondicionamiento[5], otro detalle para señalar es la presencia de un mapa similar al que se presenta anteriormente con los cauces de agua de la zona. Por último aparece, sobre el ingreso al correo, un mural donde se ilustra a dos hombres trabajando la tierra, recogiendo frutos, junto a ellos un ave blanca alza vuelo, uno contempla la caída de agua del embalse que está más atrás, el Nihuil[6], y en lontananza  se ve un arcoíris y los ases de luz desde el cielo en tres direcciones desde los cerros.

Hemos descripto someramente cada mural, señalando detalles que a nuestro entender son captados principalmente por el observador.

Debemos aclarar que esta narración se inserta en un discurso mucho mayor, que se entreteje con lo utópico y los discursos progresistas de principios de siglo XX.  Estos muros están revestidos de un trabajo pictórico que se enmarca en lo que se denomina: muralismo.

 

El Muralismo Latinoamericano

El muralismo se extendió por América Latina, con autores que alcanzaron distinta envergadura, son los más reconocidos Spilimbergo, Siqueiros o Diego Rivera. El muralismo significó un movimiento plástico que tuvo como elementos significativos el uso del espacio público, principalmente en edificios, en donde conjugan diversos elementos, tales como ideales políticos progresistas, la historia revolucionaria reciente de cada país y aspectos sociales de la cultura local. Hay una cierta correspondencia entre la aparición del muralismo y los procesos sociales y políticos que experimentó Latinoamérica. La fuerte agitación social de los años veinte, con la aparición de los idearios socialista y comunista, el peso que comienzan a adquirir las organizaciones gremiales y sindicalistas, la Revolución Mexicana, iniciada en 1910; las reformas laborales del segundo periodo (1911-15) de Beatlle Ordóñez en Uruguay; las luchas de Brasil durante los años veinte hasta la implantación de la dictadura nacionalista (1930-45) de Getulio Vargas; la resistencia de Sandino en Nicaragua y la reforma universitaria iniciada en Córdoba en 1918 son marcas socio-políticas que se entrecruzan en el desarrollo estético de este movimiento[7].

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