Rayuela: La necesidad del hombre.
Enviado por Jorge Andres Rios Guerra • 3 de Abril de 2016 • Ensayo • 1.858 Palabras (8 Páginas) • 280 Visitas
“RAYUELA”: EL LABERINTO DE CORTÁZAR.
Por: Jorge Andrés Ríos Guerra.
"Cualquier destino, por largo y complicado que sea, consta en realidad de un solo momento: el momento que el hombre sabe para siempre quién es" (Borges, El Aleph, 1974).
Cortázar se definió por ser uno de los mayores representantes del Movimiento literario del realismo mágico, en el cual concurre la influencia del psicoanálisis y del surrealismo europeo, que hacen insistencia en los sueños, el inconsciente y el irracionalismo.
Es decir, el narrador presenta hechos imposibles e incoherentes de manera natural, sin asombrarse por ellos ni darle al lector una explicación como si pertenecieran a la realidad.
De cierta manera la forma de escribir de Cortázar rompió todos los ideales estipulados para la época y se vio mayormente reflejada en la transformación de textos como “rayuela”, novela en la cual se puede encontrar ese sentimiento común del ser humano referente con su realidad y que solo se encarga de buscar y provocar los elementos necesarios para que la constante lucha entre lo racional y lo irracional retoñara como un retorno de lo que en verdad somos y no una ilusión.
La necesidad de hallar, de descubrir para poder encontrar el camino, todo esto se puede ver como un evento principal de la pérdida de sentido del hombre enmarcado en lo nuevo, en lo cambiante, de determinada manera, esto serviría para marcar el inicio de una constante búsqueda e intentos de llenar un vacío y encontrar esa respuesta a lo que somos en realidad, lo que puede llegar a dejar el abandono del hombre como centro mismo y los cambios que el protagonista atraviesa en ellos durante su búsqueda.
Lo que se podría entender por búsqueda, no es más que el sentido de trayectoria física y emotiva en función a un fin. Todo esto lograba permitir una reinvención del tiempo e intentaba una ruptura con lo tradicional.
Rayuela en si es la cosecha del caos, la locura, el amor, el humor, la libertad y el arte…
Es decir, la locura de los personajes al tratar de huir de lo cotidiano, el amor casi imposible, la libertad por la que muchos juzgaban a la maga por su forma de ser, el humor que utilizaba Horacio para tratar de olvidar las situaciones desdichadas de su vida, el arte que rodea esta historia, como la música se encuentra el jazz, el blues, el tango, entre otros. La literatura, filosofía, arquitectura y otros temas, innumerables citas de autores, libros, discursos, pinturas y obras musicales. Podemos encontrar obras de: Roberto Arlt, Louis Armstrong, Antoin Artaud, Baudelaire, André Bretón, César Bruto, William Faulkner, Juan Filloy,Goethe, Homero, Paul Klee, François Mauriac, Joan Miró, Piet Mondrian, Thelonious Monk, Charlie Parker, Octavio Paz, Edgar Allan Poe, Rembrandt, san Agustín, Erik Satie, Bessie Smith, Igor Stravinsky, Dylan Thomas, Vieira da Silva, Hugo Wolf, Toulouse Lautrec, Sartre, etc
Algunas de las citas a lo largo de la novela hacen referencia a lo estipulado anteriormente
“¿Pero no hemos vivido así todo el tiempo lacerándonos dulcemente? No, no hemos vivido así, ella hubiera querido pero una vez más yo volví a sentar el falso orden que disimula el caos, a fingir que me entregaba a una vida profunda de la que sólo tocaba el agua terrible con la punta del pie. Hay ríos metafísicos, ella los nada como esa golondrina está nadando en el aire, girando alucinada en torno al campanario, dejándose caer para levantarse mejor con el impulso. Yo describo y defino y deseo esos ríos. Ella los nada. Yo los busco, los encuentro, los miro desde el puente, ella los nada. Y no lo sabe, igualita a la golondrina. No necesita saber cómo yo, puede vivir en el desorden sin que ninguna conciencia de orden la retenga. Ese desorden que es su orden misterioso, esa bohemia del cuerpo y el alma que le abre de par en par las verdaderas puertas. Su vida no es desorden más que para mí, enterrado en prejuicios que desprecio y respeto al mismo tiempo. Yo, condenado a ser absuelto irremediablemente por la Maga que me juzga sin saberlo. Ah, déjame entrar, déjame ver algún día cómo ven tus ojos (p. 116).” Aquí se hace atribución a la actitud descomplicada de lucia, conocida en casi todo el relato como la maga y también se comenta sobre lo que en realidad quiere Horacio Oliveira, como se siente él.
Pero analizando aún más la obra “Rayuela”, se puede concluir que el objetivo de esta es singular y no es más que otro que la identidad final basada en el principio racional, lógico – entendido así por Oliveira - y ajena a las determinaciones de nación, sociedad o cualquier término heredado sin ningún problema. Todo esto sirvió para enmarcar en primer lugar la creación de un libro, que fue un verdadero espejo mental en el cual se puede llegar a observar lo que somos y aceptarlo, es decir la posibilidad de ir reconociéndonos en el medio.
Desde el punto de vista de la sociocrítica y usando la teoría del sujeto colectivo cultural de Edmund Cross, se puede llegar a la conclusión que en el contexto en que se escribe Rayuela está dado por la expectativas de mundo de las juventudes de Latinoamérica y del mundo occidental, es decir el cuestionamiento a los parámetros sobre la civilización de la época. Eran corpulentas las búsquedas culturales, las exploraciones artísticas, conceptuales y formales.
En Rayuela se puede llegar a la prueba más a fondo de lo que se es capaz en ese momento para explicar en términos de novela, lo que la filosofía puede llegar a plantear (términos metafísicos). Es decir una época en que las grandes preguntas no se limitaban al campo teórico, en un tiempo en que los grandes temas se vivían, Rayuela vino a ser una metáfora de ese proceso.
Necesitaría tanto acercarme mejor a mí mismo, dejar caer todo eso que me separa del centro. Acabo siempre aludiendo al centro sin la menor garantía de saber lo que digo, cedo a la trampa fácil de la geometría con que pretende ordenarse nuestra vida de occidentales: Eje, centro, razón de ser, Omphalos, nombres de la nostalgia indoeuropea. (P. 15)
La razón sólo nos sirve para disecar la realidad en calma, o analizar sus futuras tormentas, nunca para resolver una crisis instantánea. Pero esas crisis son como mostraciones metafísicas, che, un estado que quizá, si no hubiéramos agarrado por la vía de la razón, sería el estado natural y corriente del pitecántropo erecto (p. 196).
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