Antologia Fabulas Y Mitos
Enviado por hugoeremigio • 21 de Enero de 2013 • 2.163 Palabras (9 Páginas) • 906 Visitas
INDICE
PROLOGO
1. FABULAS………………………………………………….....3
1.1. LA ZORRA Y LAS UVAS………………………………4
1.2. EL LEON Y EL RATON………………………………...5
1.3. LA RANA Y SU REY………………………………….6
2. MITOS………………………………………………………7
2.1. PERSEO Y MEDUSA…………………………………8
2.2. EL CHOM……………………………………………...9
2.3. EL MURCIELAGO……………………………………11
PROLOGO
Elegí estas fabulas y mitos ya que llamaron la atención en que están escritos y la enseñanza que nos dejan, para que de esta forma podamos darnos cuenta de lo complejas que pueden ser las “sencillas” fábulas. Estos cuentos son un ejemplo de lo que se debe de hacer en la vida diaria y nos dan una lección para seguir adelante.
La zorra y las uvas.
Había una vez una zorra que llevaba casi una semana sin comer, había tenido muy mala suerte, le robaban las presas y el gallinero que encontró tenía un perro guardián muy atento y un amo rápido en acudir con la escopeta.
Ciertamente estaba muertecita de hambre cuando encontró unas parras silvestres de las que colgaban unos suculentos racimos de doradas uvas, debajo de la parra había unas piedras, como protegiéndolas. —Al fin va a cambiar mi suerte, —pensó relamiéndose—, parecen muy dulces. Se puso a brincar, intentando alcanzarlos, pero se sentía muy débil, sus saltos se quedaban cortos los racimos estaban muy altos y no llegaba. Así que se dijo: —Para que perder el tiempo y esforzarme, no las quiero, no están maduras.
Pero resulta que si la zorra hubiese trepado por las piedras parándose en dos patas hubiese alcanzado los racimos, esta vez le faltó algo de astucia a doña zorra, parece ser que el hambre no la deja pensar.
MORALEJA:
Hay que esforzarse para conseguir lo que se desea pero pensando primero que es lo que queremos y como conseguirlo, no sea que nos pongamos a dar brincos cuando lo que necesitamos es estirarnos, y perdamos el tiempo y el esfuerzo.
EL LEN Y EL RATON.
Dormía tranquilamente un león, cuando un ratón empezó a juguetear encima de su cuerpo. Despertó el león y rápidamente atrapó al ratón; y a punto de ser devorado, le pidió éste que le perdonara, prometiéndole pagarle cumplidamente llegado el momento oportuno. El león echó a reir y lo dejó marchar.
Pocos días después unos cazadores apresaron al rey de la selva y le ataron con una cuerda a un frondoso árbol. Pasó por ahí el ratoncillo, quien al oir los lamentos del león, corrió al lugar y royó la cuerda, dejándolo libre.- Días atrás – le dijo – te burlaste de mí pensando que nada podría hacer por tí en agradecimiento. Ahora es bueno que sepas que los pequeños ratones somos agradecidos y cumplidos.
Moraleja: Nunca desprecies las promesas de los pequeños honestos. Cuando llegue el momento las cumplirán.
LAS RANAS Y SU REY.
Cansadas las ranas del propio desorden y anarquía en que vivían, mandaron una delegación a Zeus para que les enviara un rey.
Zeus, atendiendo su petición, les envió un grueso leño a su charca.
Espantadas las ranas por el ruido que hizo el leño al caer, se escondieron donde mejor pudieron. Por fin, viendo que el leño no se movía más, fueron saliendo a la superficie y dada la quietud que predominaba, empezaron a sentir tan grande desprecio por el nuevo rey, que brincaban sobre él y se le sentaban encima, burlándose sin descanso.
Y así, sintiéndose humilladas por tener de monarca a un simple madero, volvieron donde Zeus, pidiéndole que les cambiara al rey, pues éste era demasiado tranquilo.
Indignado Zeus, les mandó una activa serpiente de agua que, una a una, las atrapó y devoró a todas sin compasión.
Moraleja: A la hora de elegir los gobernantes, es mejor escoger a uno sencillo y honesto, en vez de a uno muy emprendedor pero malvado o corrupto.
MITOS.
PERSEO Y MEDUSA.
Era una bella sacerdotisa de hermosos cabellos en el templo de Atenea, diosa de la sabiduría. Dada su hermosura, tenía gran cantidad de pretendientes uno de los cuales fue Poseidón, dios del mar.
Una noche, Poseidón enamorado de Medusa, se transformó en ave, y fueron juntos templo de Atenea. A la diosa Atenea no le gustó nada que se usara su templo con otros fines que no fueran para los que estaban destinados, y fue por esta razón que molesta, Atenea transformó la hermosa cabellera de Medusa en serpientes. Además de este horror, Atenea dio a los ojos de Medusa, el poder de transformar en piedra a todos cuanto mirase. Más tarde, los dioses vieron el horror de Medusa y el mal que estaba provocando y por ello quisieron acabar con el monstruo. Fue el rey de Sérifos, Polidectes, quien decidió enviar Perseo, hijo de Zeus y Dánae, para que matara a Medusa. Los dioses quisieron ayudar a la muerte de Medusa y dieron algunos útiles regalos a Perseo. Hermes, dios de las fronteras y los viajeros, le ofreció unas sandalias aladas y una capa de invisibilidad. Hades, dios de los muertos, una espada, un casco y un escudo espejado. Atenea le regaló también su espejo. El escudo de Hades y el espejo de Atenea, tenían la propiedad de dejar ver todos los objetos, sin que el que los llevaba pudiese ser visto. Perseo, de este modo, pudo llegar hasta Medusa sin que esta lo percibiese, y conducido por Atenea le cortó la cabeza a Medusa con sus propias manos. La cabeza de Medusa se convirtió en un trofeo muy preciado para Perseo, ya que lo llevaba a todas sus expediciones, sirviéndose él para petrificar a todos sus enemigos. Según algunos autores clásicos, en el momento de la muerte de Medusa, ella estaba embarazada de Poseidón y al morir, de sus sangre nacieron Pegaso, el caballo alado y el gigante Chrisaor. Con el tiempo, vencedor Perseo de todos sus enemigos, consagró a Atenea la cabeza de Medusa, efigie que también aparece en el escudo de Zeus.
EL CHOM.
Cuenta la leyenda que en Uxmal, una de las ciudades más importantes de El Mayab, vivió un rey al que le gustaban mucho las fiestas. Un día, se le ocurrió organizar un gran festejo en su palacio para honrar al Señor de la Vida, llamado Hunab ku, y agradecerle por todos los dones que había dado a su pueblo. El rey de Uxmal ordenó con mucha anticipación los preparativos para la fiesta. Además invitó a
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