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Antologia


Enviado por   •  12 de Marzo de 2013  •  2.841 Palabras (12 Páginas)  •  290 Visitas

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PROLOGO

En esta antología de fabulas de Esopo valóralas y entenderás las actitudes de las demás personas y aprenderás muchas cosas que utilizaras en la vida cotidiana. Aquí algo que podrás encontrar y que te servirá para comprender mejor las fabulas de Esopo.

Nunca desprecies las promesas de los pequeños honestos. Cuando llegue el momento se cumplirán esas promesas. Cuántas veces resulta de un engaño contra el engañador el mayor daño, seguido de la desconfianza. Cada vez que no tiendes tu mano para ayudar a tu prójimo que honestamente te lo pide, sin que lo notes en ese momento, en realidad te estás perjudicando a ti mismo. Siempre corresponde en la mejor forma a los favores que recibas. Debemos ser siempre agradecidos. Perder lo recuperable no nos debe preocupar, pero sí el perder lo que es irreparable. Observa y analiza siempre con cuidado tu alrededor, y así estarás mejor protegido de los peligros. Muchas veces, por no pensar en defendernos con un plan adecuado, el daño nos lo hacemos nosotros mismos. Al terco hay que dejarlo con su terquedad. Siempre hay personas que pretenden dirigir lo que no les corresponde, pero no pueden manejar sus propios asuntos. Nunca te aproveches de la angustia del vecino para pensar que eres su superior. A todo malvado, aunque parezca actuar como bueno, no debe de creérsele. La naturaleza de la maldad se puede notar en una sola de sus características. La naturaleza es enemiga de los malvados. Quien trata de engañar, termina engañado. Lo que la naturaleza diseña, se mantiene firme.

El león y el ratón

Dormía tranquilamente un león, cuando un ratón empezó a juguetear encima de su cuerpo. Despertó el león y rápidamente atrapó al ratón; y a punto de ser devorado, le pidió éste que le perdonara, prometiéndole pagarle cumplidamente llegado el momento oportuno. El león echó a reír y lo dejó marchar.

Pocos días después unos cazadores apresaron al rey de la selva y le ataron con una cuerda a un frondoso árbol. Pasó por ahí el ratoncillo, quien al oír los lamentos del león, corrió al lugar y royó la cuerda, dejándolo libre.

Días atrás le dijo, te burlaste de mí pensando que nada podría hacer por ti en agradecimiento. Ahora es bueno que sepas que los pequeños ratones somos agradecidos y cumplidos.

Esopo

El Pastor mentiroso

Apacentando un joven su ganado, gritó desde la cima de un collado: “¡Favor! Que viene el lobo, labradores”. Éstos, abandonando sus labores, acuden prontamente, y hallan que es una chanza solamente. Vuelve a clamar, y temen la desgracia; segunda vez la burla. ¡Linda gracia!

Pero ¿qué sucedió la vez tercera? Que vino en realidad la hambrienta fiera. Entonces el zagal se desgañita, y por más que patea, llora y grita, no se mueve la gente, escarmentada; y el lobo se devora la manada.

Esopo

El caballo y el asno

Un hombre tenía un caballo y un asno. Un día que ambos iban camino a la ciudad, el asno, sintiéndose cansado, le dijo al caballo:

Toma una parte de mi carga si te interesa mi vida.

El caballo haciéndose el sordo no dijo nada y el asno cayó víctima de la fatiga, y murió allí mismo. Entonces el dueño echó toda la carga encima del caballo, incluso la piel del asno. Y el caballo, suspirando dijo:

¡Qué mala suerte tengo! ¡Por no haber querido cargar con un ligero fardo ahora tengo que cargar con todo, y hasta con la piel del asno encima!

Esopo – Samaniego

La paloma y la hormiga

Obligada por la sed, una hormiga bajó a un manantial, y arrastrada por la corriente, estaba a punto de ahogarse.

Viéndola en esta emergencia una paloma, desprendió de un árbol una ramita y la arrojó a la corriente, montó encima a la hormiga salvándola.

Mientras tanto un cazador de pájaros se adelantó con su arma preparada para cazar a la paloma. Le vió la hormiga y le picó en el talón, haciendo soltar al cazador su arma. Aprovechó el momento la paloma para alzar el vuelo

Esopo

El cerdo y los carneros

Se metió un cerdo dentro de un rebaño de carneros, y pacía con ellos. Pero un día lo capturó el pastor y el cerdo se puso a gruñir y forcejar. Los carneros lo regañaban por gritón diciéndole:

-- A nosotros también nos echa mano constantemente y nunca nos quejamos.

-- Ah sí – replicó el cerdo --, pero no es con el mismo fin. A ustedes les echan mano por la lana, pero a mí es por mi carne

Esopo

El león y el toro

Pensando el león como capturar

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