Arepas VBP

Arepas VBP

Las oficinas son lugares donde encontramos diferente tipo de personas, que estas a su vez ostentan toda clase de cargos, esto hace que sus formas de comportarse difieran en gran medida, sin embargo a pesar de esto es necesario que convivan la mayor parte del día, lo que les obliga a tener la mejor disposición y tolerancia hacia sus compañeros para así poder trabajar con tranquilidad.

Este es el caso de VBP, empresa dedicada a la producción y distribución de arepas, perteneciente a Don Venancio Barriga Pacheco, quien en los años setenta llego a su ciudad de origen, Boyacá, en busca de mejores oportunidades. Este sueño se vio robustecido el 16 de septiembre de 1973, cuando logró firmar su primer contrato importante con una empresa.

Por esta razón Don Venancio optó el día del amor y la amistad como la fecha para celebrar su entrada al mercado.

Y este año no podría ser la excepción, así que convocó a todos sus empleados para hacerles la invitación al gran evento, en el cual, como es costumbre, habría un intercambio de regalos entre sus empleados y él.

Esto, aparentemente era maravilloso, todos disfrutaban de la incertidumbre que producía el no saber quién era su amigo secreto, pero en su interior solo hacían especulaciones para así descartar de sus listas a personas para ellos indeseables. Los días transcurrían en el trabajo como de costumbre, con algo de chisme agregado; los grupos de cada departamento hacían juicios y criticas al dulce que había sido dejado por su amigo secreto o criticaban la tacañería de este al no dejar nada, pero quien invertía más tiempo en esto, era Cristina, la secretaria de Don Venancio, quien aprovechaba su cargo en la oficina para formular sus hipótesis sobre los supuestos amigos secretos. Sin embargo no tenía la menor idea sobre esa persona que en cualquier momento del día se encargaba de dejar una barrita de queso sobre su escritorio, cosa que por demás le ofendía, ya que solía pensar que una persona que ofrece esto como detalle escaseaba de elegancia y dinero, por lo que no desaprovechaba oportunidad alguna para decirlo a viva voz.

Cristina era una persona de gran importancia dentro de la empresa, no por su cargo sino porque trabajaba en VBP desde los principios de la empresa, además de que gozaba del aprecio de Don Venancio, quien la tenía como su mano derecha. Por otra parte, todos los empleados organizaban sus finanzas de manera que pudieran dan un excelente regalo, prefiriendo acortar el presupuesto de sus almuerzos a quedar como tacaños delante de sus compañeros; de esta manera pasaron los días, hasta que al fin llegó la tan esperada fecha, donde en las horas de la mañana se percibía ansiedad y la expectativa prolongada por la celebración, Don Venancio por su parte organizó un almuerzo campestre para hacer entrega de los presentes. Entre abrazos y sonrisas, algunos de ellos hipócritas, se entregaron los regalos, celebrando así un año más.

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