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CARACTERISTICAS DEL BUEN DOCENTE


Enviado por   •  27 de Noviembre de 2012  •  1.596 Palabras (7 Páginas)  •  702 Visitas

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Características del buen docente

Vocación y deber

Introducción. Es sabido que la enseñanza representa una de las profesiones más nobles existentes en la actualidad y es también una de las opciones más recurrentes para obtener un título de nivel superior sin que tal decisión esté supeditada a la vocación de, precisamente, formar nuevos educandos.

Ante tal realidad (admitida o no, pero palpable para los que tienen la tarea de construir a los nacientes mentores), se hace imprescindible conocer los factores que motivan a que estudiantes sin vocación de enseñar, entreguen meses y años de su vida al camino de la docencia, lo que podría resultar (y explicar el penoso nivel educativo prevaleciente en México) en una deficiente labor pro aprendizaje.

Ahora bien, si es vital conocer qué elementos del entorno y del ritmo de vida actual de nuestra sociedad facilitan el incremento de prospectos de profesores sin vocación, también es sano enunciar las características del buen docente.

Las opiniones que desemboquen en la explicación de ambos puntos intentarán proyectarse en el presente trabajo, escrito (vale la pena subrayarlo) por un estudiante aferrado a la vocación de enseñar y en espera de tener las herramientas necesarias para no equivocar el sendero.

Empecemos pues con la definición de dos conceptos, que a juicio de quien presenta este ensayo, son neurales para comenzar a entender el valioso compromiso de enseñar y “dejar la semilla del saber” en otras personas. Estas palabras son: vocación y deber.

Vocación: Inclinación a cualquier estado, profesión o carrera (Real Academia Española). Deber: Cumplir con su obligación en lo moral o en lo laboral. (Real Academia Española).

Al juntarlas, la apreciación que nos queda es que, vocación y deber, no es otra cosa que cumplir con la tarea elegida, para la que se nació, la profesión que llena el espíritu y mente, aunque suene y se lea como pensamiento ideal.

Pero ¿Cómo llegamos ese “estado”? ¿Para formar buenos estudiantes necesitamos vocación y deber? o… ¿sólo vocación?

¿Son conceptos divorciados? ¿Van de la mano? ¿Pueden propiciar éxito por separado?

¿La vocación y el deber son parte de las características de los buenos docentes? Para responder estas dudas van las siguientes líneas. Que se levante el telón y de inicio la función.

Víctimas del sistema educativo. Quien esto redacta ha estado toda su vida en contacto con la docencia. De padres egresados de una normal experimental morelense, tiene una somera idea de lo que implica enseñar y más aún, las repercusiones positivas y negativas (que sí las hay) de compartir lo que se sabe con los educandos.

Y es ese involuntario acercamiento con quienes trabajan en las aulas lo que motiva la siguiente cuestión ¿cuáles son las características que separan a un docente cualquiera, de un buen docente?

Observando es que, el autor del ensayo, ha entendido (por llamarlo de algún modo) el mundo magisterial (eso sí, lejos de preceptos sindicalistas). Y una de las características prevalecientes en quienes AMAN (así, con mayúsculas) su profesión es la dedicación. Y no se refiere este asunto a pasar horas, días, meses enfrascados en algún tema, intentando descubrir el “hilo negro”, sino a proporcionarle la atención necesaria a los contenidos para entenderlos, aprenderlos y transmitirlos.

De acuerdo a Lerner Delia (2004) una de las barreras para concretar la dedicación de los docentes (o fomentarla) son, irónicamente las reformas educativas, pongamos atención en su opinión sobre la aparición de “nuevos modelos educativos” que los maestros se ven forzados a “aprender” en los famosos cursos de actualización.

La institución escolar sufre una verdadera tensión entre dos polos contradictorios: la rutina repetitiva y la moda. Al mismo tiempo que la tradición opera como un factor suficiente para justificar la adecuación de contenidos y métodos, suelen aparecer y difundirse en el sistema escolar “innovaciones” que no siempre están fundamentadas. Como suele ocurrir con la moda, en muchos casos estas innovaciones se adoptan no porque representen algún progreso sobre lo anterior, sino simplemente porque son novedades. (p.42).

Entonces, digamos que tenemos un docente con vocación y deber, le hace falta su dosis de dedicación, empieza a fomentarla con el sistema en el que está inmerso y de repente, se corta la continuidad, dejando por los suelos el avance logrado. O peor aún, le venden la idea de que sus bases son deficientes y hace falta “innovarlas”, lo asimila, adopta una línea otorgada por las autoridades. El sistema vuelve a cambiar, a decir que lo que se enseñó estaba mal, y entonces el maestro ya está cansado, se le acabó la vocación, queda el deber (motivado por el salario) y la dedicación quedó en el recuerdo. Radiografía de muchos docentes actuales.

Pero no todo es culpa del gobierno, sería injusto llorar sobre el regazo

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