Doña Damiana

ENSAYO

Tema: Doña Damiana

Tema delimitado: Historia de Políticos y costumbres nicaragüenses.

Tesis: El pensamiento político nicaragüense no ha muerto, todavía existen los partidos: Conservadores y Liberales.

TOPICOS DEL BOSQUEJO:

A.-Ideas preliminares

B.-Conceptualización de la Obra

C.-La trama

D.-La Temática

l. Parte inicial

Ideas preliminares

En lo personal, compuse este ensayo, decidiendo escribir acerca de: Doña “Damiana”, tema medular de la obra del escritor Enrique Alvarado Martínez porque considero importante las cualidades de este personaje ya que fue una mujer ejemplar de negocios, especialmente para nosotras/os las/os jóvenes que estamos empezando una carrera administrativa, es fundamental conocer de experiencias como estas con espíritu de progreso, inteligencia, astucia y lucha entre otras cualidades interesantes.

ll. Desarrollo de la composición

Es una trama en la que se narran y entretejen los recuerdos de Doña Pepa Montiel, hija del capitán Avelino Montiel, muerto en la batalla del Mesón de Rivas, con los de su abuela, Doña Damiana Palacios, “La panameña” o La vengadora” mujer de peculiar belleza y recio carácter, cuya figura se yergue como una larga sombra sobre la totalidad del relato.

La trama gira alrededor de las pugnas entre Manuel Antonio de la Cerda y Juan Arguello, primer jefe y vice-jefe del Estado nicaragüense respectivamente, electos por una Asamblea Nacional constituyente en 1825, apenas dos años después del asalto de Cleto Ordoñez al cuartel de Granada proclamando la República.

Tesis

Desde el comienzo hasta el final de la obra, se narran los recuerdos de nieta y abuela y se relatan las intrigas familiares y políticas del periodo inmediato a nuestro nacimiento como supuesta nación independiente y las rencillas y aparentes diferencias ideológicas entre ambos personajes, que dieron paso a la conformación de las llamadas paralelas históricas y el sucesivo desencadenamiento de guerras e intervenciones que han plegado nuestra historia política.

En realidad, en medio de la vieja rencilla entre el escolástico y puritano de la cerda y el astuto y ambicioso Juan Arguello, simplemente despliega el “marco humano” o el mero escenario en el que se inicia el desarrollo del proceso de conformación nacional, cuyas herramientas ideológicas se fundamentaron sin referirse en realidad plenamente en las ideas de la ilustración proveniente de Europa y el independentismo de los Estados Unidos.

Conceptualización de la obra

El caso de Manuel Antonio de la Cerda y la venganza de doña Damiana. Nace en Masaya en 1828, el mismo año en que es fusilado Manuel Antonio de la Cerda. El caso es sumamente interesante por la fuerza dramática de una historia de violentas pasiones, este episodio ocurre al inicio mismo de nuestra vida independiente. Doña Damiana nace posiblemente en 1803, en ciudad de Panamá, cabecera de la provincia colombiana del mismo nombre. Sus padres fueron: don Matías Palacios y doña Clara Correa. Se casa en Panamá con el médico Rafael Ruiz de Gutiérrez el 7 de julio de 1821. El sacerdote que oficia en el casamiento es el padre Bernardino Gómez, el mismo que la casaría, en segundas nupcias en 1832, con el capitán Napoleón Benítez, héroe de las batallas de Junín y Ayacucho, bajo el mando del General Tomás Herrera, el doctor Ruiz de Gutiérrez era colombiano, nacido en ciudad Girón, cerca de la frontera con Venezuela. Manuel Antonio de la Cerda, primer Jefe de Estado de Nicaragua, había sido condenado a muerte junto con su pariente Juan Argüello, por el alzamiento de Granada en 1811, se le conmuta la pena de muerte por prisión perpetua y en 1812 se les traslada a la cárcel de San Sebastián en Cádiz. Como nota curiosa, ese mismo año, el precursor de la independencia de Sudamérica, Francisco de Miranda, es derrotado por los realistas, cae prisionero en La Guaira, es conducido a España y encarcelado en La Carraca, en el mismo puerto de Cádiz. Miranda muere en la cárcel en 1816. Un año más tarde, en 1817, cuando el rey Fernando VII contrae matrimonio, promulga un indulto que deja en libertad a los nicaragüenses Juan Argüello y Manuel Antonio de la Cerda. Este último, no contento con lo que considera abuso de autoridad del Capitán General Bustamante y Guerra, por no respetar los términos concertados con el Sargento Mayor Pedro Gutiérrez que negocia la rendición de los alzados en Granada, contrademanda a Bustamante y Guerra. Amigos influyentes de este último procuran destruir los alegatos de, de la Cerda, y tratan de regresarlo a prisión. Este se escapa hacia Suecia, donde aparentemente vive dos o tres años, trabajando como remendón de zapatos, oficio que había aprendido en la prisión. Luego se traslada a Cuba donde se oculta bajo el nombre de Manuel Aguilar, apellido de su madre doña Engracia. Regresa a Nicaragua en 1820. Otra figura que debe resaltarse por la fuerza de su extraordinaria personalidad es Narciso Arellano que, para el tiempo en que ocurren los sucesos, tiene apenas 23 años. Arellano es Ministro General del Gobierno de Juan Argüello y el ideólogo del naciente liberalismo de Nicaragua. Es tan fuerte su carácter que cuando más tarde lo tratan de involucrar en el crimen de “La Pelona” y Juan Argüello presiona para que se dé el sobre seguimiento a los culpables, Narciso Arellano renuncia en protesta. Sin embargo, Arellano tiene una debilidad: las mujeres. Cuando conoce a doña Damiana Palacios, queda vivamente impresionado y la aproximación amorosa se inicia casi de inmediato. De la relación íntima entre Narciso Arellano y Damiana Palacios nace una niña que toma en adopción una familia Argüello de la ciudad de Rivas, entonces conocida como Villa de Nicaragua y que lleva el nombre de Rosaura Argüello. La guerra de Cerda y Argüello, escenario en el que se desenvuelve esta historia es la primera guerra civil nacional y se caracteriza por la barbarie de ambos bandos. Por el lado de Manuel Antonio de la Cerda está el Capitán Francisco Espinoza, cuyo apodo indica su quehacer: “El desorejador”. Por el lado de Juan Argüello aparece Sebastián Goyena, conocido como “Cara de venado”, este último guarda como trofeos las narices de sus adversarios. Ya al final de la guerra, de la Cerda contrata al guayaquileño Juan Francisco Casanova y al colombiano Rafael

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