EL SÁNDWICH

EL SÁNDWICH

Hoy inicia el día como de costumbre, con el agradable sonido del despertador. Una vez que lo apague, encendí el televisor para ver a Brozo y hoy atendió el tema de la contaminación ambiental.

Después me levante, resolví las primeras necesidades y me dije: “No olvides tu cepillo de dientes”.

Atendido el aseo personal, seleccione la ropa a usar y arreglado ya, me dirigí al plantel.

Atendí un primer grupo y un segundo. Revisamos asuntos de anticoncepción y gratamente me encontré con grupos interesados, motivados y con el animo de la reflexión.

Terminadas las dos clases, se inicia el preparativo para viajar a la Finca, reunir a los alumnos a los que se  me pidió transportar. Llegue y me estacione, ahora a enfrentar la escalinata. La subí, me fatigue, encontré a Leonel y nos dispusimos a esperar a que iniciara el evento.

En mi interior pensé: Tengo hambre pero solo tengo 10 pesos. Ni hablar a aguantarse y vamos a ver que nos invitan después.

Fueron llegando los invitados, las autoridades, los instructores y los alumnos del plantel.

Justo antes del inicio, empezaron los problemas. Los micrófonos no sirven. Alguien ya puso manos a la obra para solucionarlo. Se inicia con la propia voz del presentador, momentos después  llega un micrófono.  Bueno, problema resuelto.

Transcurre la inauguración y se pasa al salón, donde hay que esperar a los  asesores.

Viendo que están ocupados, decido ir a desayunar, pero por las prisas el café que preparé, resulto un café no muy bueno.

Regreso al curso y este ya inicio, cada participante se ha presentado, toca mi turno, me presento y después inicia el taller.

Finalmente a las 7 de la tarde, se terminan las actividades e inicie el retorno a casa.

Una sensación de bienestar me acompañaba después de lo realizado durante el día.

En el trayecto, tuve oportunidad de contemplar el atardecer y el retorno de algunos pájaros a sus arboles, pudiendo escuchar sus trinos.

Ya en casa me dedique a realizar la revisión de tareas y exámenes de mis alumnos, esto se prolongo hasta las 2 de la mañana.

Cuando termine, sentí hambre, por lo que subí a la cocina, con la intención de preparar algo para cenar. Al revisar el refrigerador, decidí, preparar un sándwich y mientras me ocupaba de ello, se escucharon una serie de ruidos, como golpes en el piso, el caer de objetos, maullidos y como solo en la cocina encendí la luz, no pude ver que estaba pasando.

Los ruidos terminaron y me dispuse a cenar, de repente Zoe, mi gata negra, llego a donde estaba sentado, con algo colgando de su hocico, brinco a mis piernas y deposito, como coronando mi sándwich, su presa del día, un ratón muerto.

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