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Editorial


Enviado por   •  30 de Septiembre de 2014  •  863 Palabras (4 Páginas)  •  123 Visitas

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Editorial: Más gerencia que leyes

EDITORIAL

11:19 p.m. | 12 de julio de 2014

Falta apenas una semana para que el Presidente de la República instale las sesiones del Congreso, cuyos integrantes fueron escogidos en las elecciones del pasado marzo. En los días previos a esa primera cita en el Capitolio, buena parte del tiempo de los legisladores se ha dedicado a asuntos que al público le parecen lejanos, como la conformación de las mesas directivas o la absurda lucha por las oficinas, a las que tienen derecho senadores y representantes.

Pero, más allá de ese tire y afloje, en el que se mezclan factores de conveniencia, representación política y egos, el punto más importante tiene que ver con la composición de la agenda de proyectos de ley, cuyo debate y eventual aprobación constituyen el núcleo de la labor parlamentaria. A la luz de lo que se ha visto hasta ahora, el número de iniciativas será abundante, no solo porque unas cuantas vienen en tránsito y otras serán presentadas por las diferentes bancadas, sino porque el Gobierno ha hablado de una buena cantidad de propuestas.

Ya habrá tiempo de pronunciarse sobre las más significativas, en la medida en que se conozcan los textos respectivos. No obstante, antes de que ello suceda, procede hacer una reflexión general, a partir de un caso particular, como el de la salud.

Como es bien sabido, Colombia cuenta con un sistema que tiene una elevada cobertura –cercana al 97 por ciento de la población–, que enfrenta desafíos serios en materia de sostenibilidad financiera. Con el fin de atender varias de las emergencias existentes, la administración Santos impulsó al menos tres leyes importantes, incluyendo una de carácter estatutario, a lo largo de los pasados cuatros años.

Sin embargo, bien podría afirmarse que el sector sigue en cuidados intensivos. No es exagerado decir que este ramo registra el más alto grado de pugnacidad entre actores que, si bien ponen por delante la defensa de los pacientes, nunca dejan de lado sus intereses.

Si a eso se suma la actitud de muchos congresistas, que frenan o modulan el debate de cualquier proyecto según su conveniencia, el resultado es la imposibilidad de sacar adelante una reforma del sistema de salud que realmente le sirva al país. La prueba más reciente de esa afirmación tuvo lugar el mes pasado, cuando resultó preferible dejar morir un texto que había sido presentado originalmente por el Gobierno, pero que, con el paso de los meses, acabó convertido en un verdadero Frankenstein, por culpa de múltiples manos, que acabaron agregando un artículo aquí o un inciso allá.

Frente a esa dura realidad, vale la pena reiterar que los cambios en la salud tienen que avanzar, algo que es posible, incluso por vías distintas de la de una gran reforma. En consecuencia, hay que hacer uso de aquel refrán que dice que ‘lo mejor es enemigo de lo bueno’ y proceder

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