El Campo Literario. Prerrequisitos Críticos Y Principios De método
Enviado por syjimene • 2 de Mayo de 2013 • 10.168 Palabras (41 Páginas) • 1.679 Visitas
El campo literario.
Prerrequisitos críticos
y principios de método*
Pierre Bourdieu
* «Le champ littéraire. Préalables critiques et principes de méthode», en Lendemains,
núm. 36, l984, pp. 5-20. N. del Autor: este texto es un fragmento de un análisis (inédito)
de las leyes de funcionamiento de los campos de producción cultural.
La ciencia de un hecho intelectual o artístico encierra tres momentos necesarios
y necesariamente ligados que es importante distinguir con claridad,
aunque se inscriben en una relación de estricta implicación: primero, un
análisis de la posición del campo literario o del campo artístico en el campo
del poder; segundo, un análisis de la estructura de las relaciones objetivas
entre las posiciones que ocupan en el campo de producción cultural de los
individuos o de los grupos colocados en situación de competencia por la
legitimidad intelectual o artística; tercero, un análisis de los habitus, sistemas
de disposiciones que son el producto de la interiorización de un tipo
determinado de condición económica y social y a las que una posición y
una trayectoria determinadas dentro de un campo de producción cultural
que ocupa una posición determinada en la estructura de las clases dominantes
les proporcionan una ocasión más o menos favorables de actualizarse.
El campo como mediación específica
Es notable que los que se han ocupado de cultivar la ciencia de las obras
literarias o artísticas, con las intenciones o los presupuestos teóricos y me-
Criterios, La Habana, nº 25-28, enero 1989-diciembre 1990, pp. 20-42
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todológicos más diferentes, han omitido, todos y siempre, tomar en cuenta
como tal el espacio social en que se hallan situados los que producen las
obras y su valor. Ese campo (literario, artístico, filosófico, etc.) no es ni un
«medio» en el sentido vago de «contexto» o de «social background» (en
contraste con el sentido fuerte, newtoniano, que la noción de campo
reactiva), ni siquiera lo que comúnmente se entiende por «medio literario»
o «artístico», es decir,, un universo de relaciones personales entre los artistas
o los escritores, sino un campo de fuerzas que actúan sobre todos los
que entran en ese espacio y de maneras diferentes según la posición que
ellos ocupan en él (sea, para tomar puntos muy distantes entre sí, la del
autor de piezas de éxito o la del poeta de vanguardia), a la vez que un
campo de luchas que procuran transformar ese campo de fuerzas.
Ese espacio relativamente autónomo es, en efecto, la mediación específica,
casi siempre olvidada por la historia social y la sociología del arte, a
través de la cual se ejercen sobre la producción cultural las determinaciones
externas. Es lo que recuerda Baudelaire cuando exclama: «Lo que hay
de más abominable y peor aún que el burgués, es el artista burgués.» La
lucha cuya escena es la República de las letras, constituye el verdadero
principio de las tomas de posición artísticas o literarias. Y podemos plantear
que, en verdad, los artistas no experimentan verdaderamente su relación
con el burgués más que a través de su relación con el arte burgués o,
más ampliamente, con los agentes o las instituciones que expresan o encarnan
la necesidad «burguesa» en el seno mismo del campo, como el comerciante
de cuadros, esa encarnación transfigurada , según Albert Boime, del
padre burgués. En resumen, las determinaciones externas nunca se ejercen
directamente, sino sólo por conducto de las fuerzas y de las formas específicas
del campo, después de haber sufrido una reestructuración tanto más
importante cuanto más autónomo es el campo, cuanto más capaz es de
imponer su lógica propia, es decir, el producto acumulado de su historia
propia.
También es inútil intentar establecer una relación directa entre la obra
y la clase productora del productor o consumidora, ignorando que entre
ellas hay todo un mundo social, que redefine el sentido de las demandas o
de los encargos, que les asigna a los habitus producidos por las condiciones
y los condicionamientos sociales sus lugares de aplicación, sus instrumentos
y el conjunto de las posibilidades preconstituidas en las cuales y mediante
las cuales se realizan y pasan al acto. Sin duda, veremos mejor en
qué consiste ese efecto de campo si, a la manera de los lógicos que admiten
El campo literario 3
que cada individuo tiene sus «contrapartes» en otros mundos posibles, en
la forma del conjunto de los hombres que él habría sido si el mundo hubiera
sido diferente, nos esforzamos en imaginar lo que habrían podido ser los
Barcos, Flaubert o Zola en otro estado del campo.1 También podemos
preguntarnos, como se hace a veces, si, cuando se trata de ejecutar una
obra antigua para el clavicordio, es más lógico emplear el instrumento
dentro de cuyas posibilidades y límites el compositor musical concibió su
pieza o sustituirlo por el piano porque la «contraparte» del autor que compondría
hoy día, es decir, en un mundo de posibles que incluye a ese
instrumento, emplearía el piano, pero sabiendo que, al escribir para ese
instrumento, no habría actualizado sus intenciones de la misma manera y
que sus intenciones mismas habrían sido otras. El piano, como la forma
sonata o la música serial, forma parte de los posibles a la vez impuestos y
ofrecidos en un momento dado del tiempo que, en relación con un habitus
actualizador en potencia de muchas actualizaciones ulteriores, reclaman y
producen nuevos posibles, por ejemplo, nuevas formas musicales o instrumentos
más perfeccionados, apropiados para abrir nuevos posibles.
Así pues, sólo si se toman en cuenta las leyes específicas del campo, se
puede comprender adecuadamente la forma que las determinaciones externas
pueden tomar, al término de su retraducción según esas leyes, trátese
de las determinaciones sociales que
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