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El Hombre Como Sujeto Social


Enviado por   •  22 de Mayo de 2015  •  2.536 Palabras (11 Páginas)  •  381 Visitas

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EL HOMBRE COMO SUJETO DE FORMACIÓN SOCIAL

Resumen .

El nacimiento de la ley penal.

Nacen en virtud de su Promulgación y Publicación.

Una ley puede originarse en cualesquiera de las Cámaras, aprobada, pasa a la otra que hace de revisora, si esta la aprueba, la ley se Sanciona por el Congreso, y pasa al Presidente de la República para su Promulgación, acto que marca el nacimiento de la ley.

Es obligatoria desde su promulgación. Es exigible desde su Publicación, pues se presume que las personas la llegan a conocer salvo disposición contraria en la misma ley.

Generalidades de la actividad humana.

La actividad humana debe ser entendida como aquel modo específicamente humano mediante el cual los hombres existen y se vinculan con los objetos y procesos que le rodean, a los cuales transforman en el curso de la misma, lo que también les permite transformarse a sí mismos y edificar el propio sistema de relaciones sociales en el cual desenvuelven su vida.

La Codificación.

La idea jurídica de la existencia de códigos es típicamente burguesa y liberalita, dado que favorece los intercambios comerciales y de seguridad jurídica.

Por un lado, permite facilitar el conocimiento del Derecho penal al ciudadano. Esto tiene una gran importancia, dado que es el Derecho penal el que limita más gravemente los derechos y libertades de los ciudadanos y el que puede imponer las sanciones más graves: las penas.

Por otro, facilita la práctica jurídica, y dota de una mayor coherencia al conjunto de normas que componen el Derecho penal vigente.

Las fuentes y las leyes especiales.

La fuente del Derecho es aquello de donde el mismo emana, dónde y cómo se produce la norma jurídica. Entonces, la única fuente del Derecho penal en los sistemas en los que impera el principio de legalidad es la Ley, de la cual emana el poder para la construcción de las demás normas y su respectiva aplicación, por lo tanto, sólo ésta puede ser la creadora y fuente directa del Derecho penal.

Historiografía Nacional.

I. PRIMERAS MANIFESTACIONES

Durante el período colonial y gran parte del siglo XIX, la producción historiográfica de lo que vendría a ser la República Dominicana estuvo condicionada por la inexistencia o insuficiencia estructuración del conglomerado nacional. A lo sumo, el sentido de identidad diferenciada avanzó desde el surgimiento de la vecina colonia francesa de Saint Domingue –en la segunda mitad del siglo XVII-, por oposición a sus habitantes y a su metrópoli. Pero este fenómeno, aunque importante, no se sitúa en la eclosión de la nación, ya que, paralelamente, la población seguía encontrándose fragmentada en sectores étnico-sociales implantados por regulaciones institucionales que estatuían la identificación de los blancos con cualquier esquema de colectividad.

II. LA HISTORIOGRAFÍA LIBERAL

Con los avances del proceso formativo de la nación, expresados en la consolidación del estado dominicano, se entró en otra fase. La intención pragmática pasó a estar condicionada por la búsqueda de medios para afianzar la autonomía nacional y la libertad de los dominicanos, por lo que toda elaboración se concebía para contribuir a la expansión del ideal patriótico. El sistema político deseable pasó a ser, en consecuencia, el rasero de los juicios.

El marco ideológico en que se desenvolvieron en lo adelante los intelectuales fue el típico del liberalismo. A pesar de que se habían producido brotes de ideología liberal antes de la anexión a España de 1861, ya se vio que el grueso de la intelectualidad se mantuvo adscrito a la cosmovisión conservadora que fundamentaba la razón de ser del colectivo en su pasado colonial. La guerra contra la dominación española, conocida como de Restauración, sirvió de referente para que la generalidad de los intelectuales se identificaran con las posturas liberales, no obstante su disociación respecto a la masa del pueblo.

Lo anterior explica la atención prestada al conocimiento histórico, aun cuando, salvo escasas excepciones, el prototipo de intelectual liberal no fuera un historiador profesional, sino, más bien, un ensayista que identificaba en la realidad local el punto de partida de sus propuestas. Al igual que antes, dependía de su conexión con el estado, siendo con el estado, siendo paradigmática su condición de jurista y funcionario. Por ello, la reflexión historiográfica siguió teniendo por horizonte casi exclusivo la materia del poder.

III. LA ETAPA TRUJILLISTA

El régimen tiránico presidido por Rafael L. Trujillo, resultante de los precedentes institucionales dejados por la intervención militar norteamericana y la coyuntura económica depresiva posterior a octubre de 1929, ejerció una incidencia tan aplastante en todos los aspectos de la vida social que le corresponde una etapa del desarrollo de la historiografía. Durante sus 31 años de duración el capitalismo conocería su máxima expansión en la historia dominicana, aupado en la utilización directa del poder estatal para la acumulación de capitales personificada en el mismo gobernante. De ahí se derivó un requerimiento de control exhaustivo sobre todos los aspectos de la vida social, instrumentándose la producción cultural como recurso legitimador del poder.

dominicana. El típico intelectual se seguía integrando al estado como jurista en el desempeño de funciones públicas, e, igualmente, en cuanto historiador (no importa que fuese en condición de aficionado), pasaba a participar con su producción literaria en los términos del colectivo burocrático. Pocos fueron los que escaparon del constreñimiento y pudieron seguir produciendo textos con independencia del aparato estatal.

IV. TENDENCIAS RECIENTES

El ajusticiamiento de Trujillo, en 1961, dio lugar a variaciones sustanciales en el sistema político. Aunque el estado dominicano ha seguido regido por normas autoritarias, se han ido abriendo espacios democráticos. Los sectores políticos y sociales han tenido los medios para exponer sus propuestas acerca de ordenamientos deseables. Inicialmente, se confrontaron la opción de un esquema oligárquico y la de una democracia socialmente progresista. En el ámbito de los intelectuales, el debate se centró en torno al dilema entre capitalismo o socialismo. El protagonismo a favor de esta última opción correspondió a la generación juvenil urbana, impregnada del paradigma cubano.

La culminación de estas disyuntivas fue la revolución de abril de 1965, en que los sectores democráticos y de izquierda derrocaron el grupo que detentaba el poder a consecuencia de un golpe de estado. De una asonada de cuarteles, el movimiento giró rápidamente a una insurrección popular. Este hecho

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