El Mio Cid
Enviado por wewewewe • 6 de Mayo de 2013 • 2.304 Palabras (10 Páginas) • 398 Visitas
• El Cid literario
En la obra, el Cid aparece idealizado y engrandecido para destacar su heroísmo. El Cid representa al héroe colectivo vencedor en mil batallas y siempre fiel a su rey a pesar de haber sido tratado injustamente. En el Poema, el Cid se nos presenta como un guerrero invencible; pero también como un personaje tierno y muy humano que ama a Dios, a los suyos y que valora la amistad y la fidelidad.
El Cid es el modelo de hombre medieval: lucha por su Dios, por su rey y por su fe contra los enemigos de su patria y su religión.
• La obra
No se sabe con seguridad cuándo se compuso el Poema o Cantar de Mío Cid, ni quién fue su autor. Algunos investigadores creen que debió escribirse en el siglo XII, poco después de la muerte del Cid, cuando aún estaban recientes sus hazañas. Sus autores podrían ser dos juglares, uno de Medinaceli (Soria) y otro de San Esteban de Gormaz (Soria), puesto que en el poema se describen muy bien estos lugares. Otros investigadores creen que se escribió un poco más tarde, en el siglo XIII.
La copia que se conserva en la Biblioteca Nacional es un códice copiado por otro juglar llamado Per Abbat. Esta copia está incompleta; le falta una hoja en el comienzo y dos en el interior y parece haber sido realizada a principios del siglo XIV para recitarla por pueblos y castillos. Algunos consideran este códice como el original y a Per Abbat como el autor del Poema.
• Recursos literarios
Recursos Ejemplos
El Poema está escrito en versos irregulares en
cuanto al número de sílabas, y con rima asonante. Mío Cid Ruy Díaz / por Burgos entraba, 12 Sílabas
en su compañía / sesenta pendones llevaba. 15 Sílabas
Abundan las exclamaciones e invocaciones para
atraer la atención del público que escucha. Habló Mío Cid / el que en buena hora ciñó espada.
-"¡Martín Antolínez / sois valiente lanza!
Si yo vivo / os he de doblar la soldada."
Uso de adjetivos y expresiones que ensalzan el
valor y la honra del héroe. "Mío Cid Ruy Díaz / que en buena hora ciñó espada,
venció dos reyes de moros / en esta batalla;
soberana es señor, / su ganancia.
• Contenido del Poema
El Poema de Mío Cid cuenta las hazañas de Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador. Consta de tres partes o cantares: el Cantar del destierro, el Cantar de la bodas y el Cantar de la afrenta de Corpes.
• Cantar del destierro
El Cid es acusado de falta de honradez por unos envidiosos y es desterrado de Castilla por el rey Alfonso VI. Sale de Vivar en compañía de su familia y sus fieles caballeros. A su paso por Burgos, todos salen a verlo porque sienten admiración; pero nadie se atreve a darle albergue, ya que el rey lo ha prohibido amenazando con fuertes castigos a quien ayudara al Campeador. El Cid se dirige al monasterio de San Pedro de Cardeña, donde se despide con gran dolor de su esposa doña Jimena y de sus dos hijas: doña Elvira y doña Sol.
Una vez fuera de Castilla y siempre pensando en volver con honor a su tierra, el Cid emprende una serie de campañas militares contra árabes y contra cristianos, que le van a procurar fama, tierras y riquezas.
• Cantar de las bodas
El Cid se dirige a Valencia, que estaba en poder de los moros, y logra conquistar la ciudad. Envía a su amigo y mano derecha Alvar Fáñez a la corte de Castilla con regalos para el rey, en señal de reconciliación para que le permita reunirse con su familia en Valencia. El rey accede a esta petición y levanta el castigo que pesaba sobre el Campeador y sus hombres. Se celebran grandes festejos para dar la bienvenida a la esposa y las hijas del Cid.
Mientras tanto, el rey de Marruecos manda un ejército para recuperar la ciudad. El Cid derrota a los moros y consigue mantener Valencia en su poder.
La fortuna del Cid hace que los infantes de Carrión pidan en matrimonio a doña Elvira y doña Sol. El rey pide al Campeador que acceda al matrimonio y él lo hace aunque no confía en ellos. Las bodas se celebran solemnemente.
• Cantar de la afrenta de Corpes
Los infantes de Carrión, Fernán y Diego González, muestran pronto su cobardía, primero ante un león que se escapa del palacio del Cid, después en la lucha contra los árabes
Sintiéndose humillados, los infantes deciden vengarse. Para ello emprenden un viaje hacia Carrión con sus esposas y, al llegar al robledal de Corpes, las azotan y las abandonan desfallecidas.
El Cid pide justicia al rey y reta a los infantes. Se realiza un duelo en el que los guerreros del Cid vencen a los infantes. Éstos quedan deshonrados y sus bodas deshechas. El Poema termina con el proyecto de boda entre las hijas del Cid y los infantes de Navarra y Aragón.
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Textos
Versiones actualizada de PEDRO SALINAS
El Cid sale de Vivar, a Burgos va encaminado,
allí deja sus palacios yermos y desheredados.
Los ojos de Mío Cid mucho llanto van llorando
hacia atrás vuelve la vista y se quedaba mirándolos.
Vio cómo estaban las puertas abiertas y sin candados,
vacías quedaban las perchas ni con pieles ni con mantos,
sin halcones de cazar y sin azores mudados.
Suspira el Cid porque va de pesadumbre cargado.
Y habló, como siempre habla, tan justo y tan mesurado:
«¡Bendito seas Dios mío, Padre que estás en lo alto!
Contra mí tramaron esto mis enemigos malvados.»
Ya aguijan a los caballos, ya les soltaron las riendas.
Cuando salen de Vivar ven la corneja a la diestra,
pero al ir a entrar en Burgos la llevaban a su izquierda.
Movió Mío Cid los hombros y sacudió la cabeza
«¡Ánimo, Alvar Fáñez, ánimo, de nuestra tierra nos echan,
pero cargados de honra hemos de volver a ella!»
Ya por la ciudad de Burgos el Cid Ruy Díaz entró.
Sesenta pendones lleva detrás el Campeador.
Todos salían a verle, niño, mujer y varón,
a las ventanas de Burgos mucha gente se asomó.
¡Cuántos ojos que lloraban de grande que era el dolor!
Y de los labios de todos sale la misma razón:
«¡Qué buen vasallo sería si tuviese buen señor!»
De grado le albergarían, pero ninguno lo osaba,
que a Ruy Díaz de Vivar le tiene el rey mucha saña.
La noche pasada a Burgos llevaron una real carta
con severas prevenciones y fuertemente sellada
mandando que a Mío Cid nadie le diese posada,
que si alguno se la da sepa lo que le esperaba:
sus haberes perdería, más los ojos de la cara,
y además se perdería
...