Fraternidad
Enviado por nalle2403 • 24 de Junio de 2015 • 923 Palabras (4 Páginas) • 252 Visitas
FRATERNIDAD
Fraternitas es una palabra complicada—Latina en su origen y forma। Bruscamente puede ser traducida como “fraternidad,” o quizás “hermandad.” Como nombre, la palabra se forma con un quebrado-lingüístico: frater y nitas. Este dúo posee en sí mismo la esencia de un perfecto combinado existencial: la dependencia de unos seres para-con-otros. ¿Qué quiere decir esto desde un punto de vista lingüístico? Bien, en primer lugar, la palabra como nombre posee todos los rasgos adjetivales de caracterización propia, es decir, al estar quebrada, y formada por dos secciones distintas, ha, por ello, de poseer “dos” significaciones respectivamente. En segundo lugar, una vez que estas significaciones son propiamente diseccionadas y examinadas, la región existencial sale a flote como el corcho en el agua.
La primera fase de nuestra búsqueda es meramente filológica, o sea, bandas de letras y significados paralelamente unidos. Frater, la primera parte del vocablo, significa “hermano,” “camarada,” “pariente-cercano-de-sangre.” Los romanos, benditos sean entre los Antiguos, usaban la palabra no solamente para referirse a sus hermanos de sangre, sino a aquellos amigos íntimos que pertenecían al mismo interés personal que uno mismo: estos intereses están canalados mediante asociaciones llamadas collegia. Cuando se usaba en este último caso, entonces se abría todo un mundo distinto frente a nosotros. El término pasaba de su primera fase nominal a su segunda fase adjetival, es decir, pasaba de ser un nombre (frater-hermano) a ser un adjetivo (fraternitas-fraternidad.) Filológicamente esta segunda fase adjetival puede ser entendida como “nominal” también, empero, por razones filosófico-pedagógicas he escogido este primer enfoque. La fuerza interna de la palabra cambia mucho cuando pasa de ser un mero nombre a poseer la energía martilleante del adjetivo.
Lo que deseo decir con este largo soliloquio, es que ciertas palabras poseen una fuerza interna-espiritual que prácticamente se nos escapa de las manos por nuestra ceguera individual y social. Del monolito “hermano,” (que es estatuario o quieto), (una significación que proviniendo del Griego μονόλιϑος y que significa “piedra solitaria”), pasa a ser un pórtico de dos columnas, juntas, golpeadas por el viento pero no tumbadas, en este pórtico aguantado por esos dos espárragos columnales surge un arquitrabe que las estabiliza, que las hace no caer y preponderar con su equilibrio propio; con ello pues, hablo de la palabra adjetival y dicotómica “hermandad.”
Hemos pasado de la soledad del hermano, a la compañía del otro, o sea, del semejante, pues en esta compañía se teje el vestido de la existencia misma con los hilos del movimiento de la hermandad. La hermandad, la frater-nidad, es por lo tanto, un eje de acción que posee el pórtico de la Vida sostenido sobre las columnas de la sangre de hermano-a-hermano que nos une, que nos hace semejantes,
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