Literatura Panameña
Enviado por nederick • 22 de Julio de 2014 • 2.507 Palabras (11 Páginas) • 823 Visitas
Literatura Panameña
Importancia
Conocer la literatura de un país siempre va a ser importante, toda vez que esta será portadora indirecta de su historia, costumbres, tradiciones y fuente de mucha información importante relativa a diversos aspectos de la vida cotidiana.
Antecedentes
La literatura de Panamá comprende el conjunto de obras literarias producidas en Panamá. Rodrigo Miró (1912-1996), historiador y ensayista panameño, cita a Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés como el autor del primer cuento escrito en Panamá; la historia de un personaje conocido como Andrea de la Roca, publicado como parte de la "Historia General y Natural de Las Indias" (1535). Sin embargo, las primeras manifestaciones literarias panameñas, propiamente dichas, de las que se tiene constancia, se dan en la primera mitad del siglo XVII con la aparición de la antología titulada "Llanto de Panamá a la muerte de Enrique Enríquez". Aunque esta obra fue compuesta durante la época de la Colonia, la mayoría de los poemas agrupados en ella fueron escritos por autores nacidos en Panamá.
A pesar de esto, no fue sino hasta la mitad del siglo XIX donde hubo una mayor participación de autores panameños, y donde se sentó las bases de la producción literaria hasta la actualidad.
Identidad Nacional
El Canal de Panamá y nuestra literatura
Fue la presencia excluyente y, en un principio, a perpetuidad, de una potencia extranjera, la que encarnó en el alma nacional su derecho a ser por sí misma y a exigir que le fuera devuelto lo que se le expropió en forma ilegítima. Le costó muchos desvelos a este país sobreponerse a la humillación que ello entrañaba y le costó, también, la sangre inocente de muchos héroes ya registrados a lo largo de nuestra historia. Así, una parte significativa de la poesía panameña fue emergiendo, como si de un faro guía se tratara, alrededor de estas largas e inacabables luchas, mezclada siempre por sentimientos encontrados de dolor y de esperanza.
Pero, también fue la chispa que encendió en el corazón de todos los panameños su amor por la patria, sus deseos de soberanía y de recuperar la dignidad perdida por tan oscura transacción entre un francés, Phillipe Bunau-Varilla, y el gobierno norteamericano.
Casi todo el Siglo XX estuvo marcado por la lucha nacional en pos de recuperar esa soberanía, la cual tuvo su punto de inflexión el 9 de Enero de 1964, cuando un grupo de estudiantes intentó izar la bandera panameña junto a la estadounidense en una escuela de la que fue la Zona del Canal de Panamá, controlada por Estados Unidos. Veintidós o veintitrés de ellos, absolutamente indefensos, fueron muertos por las balas del ejército norteamericano y nuestro gobierno, en un ejemplo de dignidad sin precedentes, se vio obligado a romper relaciones diplomáticas con Estados Unidos, lo cual propició, poco después, que se iniciaran nuevas negociaciones para acabar con esa presencia extranjera enquistada en nuestro territorio y para que el Canal de Panamá pasará, de una vez y para siempre, a manos panameñas.
Eso que sucedió finalmente cuando, en 1977, el General Omar Torrijos Herrera logró firmar el Tratado que devolvió, paulatinamente, el Canal y todo su territorio adyacente a nuestras manos y acabó con la presencia norteamericana, siempre amenazante, en nuestro país.
Poseer un canal interoceánico que atraviesa nuestro territorio centró en la conciencia nacional y en nuestras letras el eje temático que nos ayudaría a alcanzar nuestra identidad, al tener que luchar, como objetivo común y nacional, haciendo acopio de toda nuestra determinación, por recuperarlo de manos extranjeras.
Por supuesto, algunos pensarán que esto pareciera tener que ver más bien con la historia y la geopolítica, pero no con la literatura. Sin embargo, la lucha panameña por recuperar la soberanía en todo nuestro territorio fue precisamente la savia de la que se nutrió una parte importante de la literatura a todo lo largo del pasado siglo.
Nuestros escritores, desde todos los géneros literarios, utilizaron su mejor arma: la palabra escrita, para hacer que la identidad nacional permaneciera viva ante los procesos de transculturación que nos asediaban desde la colonia fundada por los norteamericanos a pocas calles de nuestras casas. Así, la literatura se convirtió en el faro que guió las gestas nacionales y reflejó todo el dolor que produjo la lucha y toda la esperanza que se mantuvo en alto hasta lograr que finalmente todo Panamá estuviera unido en un solo territorio y bajo una sola bandera.
Primero, desde la nostalgia, los primeros desarraigos ya eran expresados por nuestra literatura modernista, la misma a la que le tocó presenciar la llegada de los estadounidenses y la colocación de la cerca que dividió abruptamente todo el territorio para construir el Canal. Así tenemos, por ejemplo, el célebre caso de la poetisa Amelia Denis de Icaza (1836-1911), que dedicó uno de sus poemas a la separación forzada con los elementos queridos de su juventud.
Literatura Oral y Tradición
La literatura oral se construye a partir de unos sólidos referentes socioculturales y literarios. Entre los primeros podemos identificar varios elementos, que desempeñan una importante labor para que podamos comprender la estructura que rige a las diferentes manifestaciones orales.
Dentro del entorno sociocultural debemos prestar especial atención a los siguientes:
• Autor.
• Tradición.
• Oyente.
• Memoria excepcional.
El autor de la literatura oral quiere expresar la conciencia del pueblo. Para ello, elige temas que están relacionados con el entorno de la sociedad del momento: diferencias entre familias, burlas sobre algún conocido, la figura del jefe o patrono... Para conseguirlo se vale de un ritmo y una métrica determinados por la misma tradición.
Por otro lado, el oyente no puede ser considerado como un mero espectador, ya que gracias a su memoria excepcional transmite esta tradición de generación en generación.
Respecto a las características literarias hay que mencionar varios elementos:
• Por ser una literatura que nace de la improvisación, las ideas e imágenes, como recursos cercanos a las figuras del pensamiento, son aprovechadas por el autor gracias al sentido figurado que ofrecen las palabras y a la velocidad que les impone el mismo contexto.
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