Mi abuelita y su cuento

        Mi abuelita y su cuento.

Era en una mañana de un domingo nublado, pues ya todos estábamos sentados en la vieja mesa esperando a que sirvieran el desayuno que tanto habíamos esperado, pues era como todos los domingos clásicos de cualquier familia, ya que mayormente ese día se come un rico pan con tamal acompañado con un vaso caliente de café, y como siempre mi abuela era la encargada de servir el desayuno, nos acompañó durante todo el desayuno, ya que siempre uno de mis primos dejaba o no comía todo el desayuno. Mi abuela era la encargada de ver y castigar al que no comía, ella dice “a mí no me regalan nada para que ustedes estén dejando la comida así que me comen todo o sino los castigo”, si ya se es una típica frase de cualquier abuela.

          Mientras esperábamos a que uno de mis primos terminara el desayuno, yo le pedí que nos contara algo un cuento o algo una anécdota suya. Y ella dijo: -está bien, les contare este:

          Hace tiempo hubo una familia con tres hijos y uno que estaba por nacer, eran esas clases de familia emprendedoras donde todos trabajan y se ayudaban mutuamente. Cuando Beatriz, la madre, no podía hacer el almuerzo, uno de sus hijos (Ricardo, Gabriel, Roberto) hacia el almuerzo, ya que Beatriz estaba embarazada esperando el nacimiento de su hijo Iván. Ellos vivían en una casa de dos pisos con una azotea donde miraban y cuidaban a sus hijos cuando salían a jugar.

          Era una noche acompañada de una hermosa luna y un esplendoroso cielo despejado donde se podía observar las estrellas, y Beatriz estaba sirviendo la cena, mientras que Miguel, el padre, gritaba fuertemente los nombres de sus tres hijos, ya que ellos se encontraban alejadamente de su casa. Ricardo era el encargado de llevar los platos con sopa a la mesa y Gabriel era el encargado de poner los cubiertos en la mesa.

          Mientras comían, ellos se contaban todo lo sucedido que les paso durante el día, Miguel contaba lo bien que le fue hoy en el trabajo; Ricardo, Gabriel y Roberto, hablaban de lo divertido que les fue jugar futbol en la losa, mientras que Beatriz estuvo escuchando, en silencio, todo lo que hablaba su familia. Ya era el turno de Roberto, era el encargado de lavar los platos, y mientras lavaba los platos, escucho unos gritos, eran los gritos de su mamá Beatriz, que ya estaba con las contracciones de parto. Roberto se dio cuenta y con un grito al cielo pidió ayuda, su padre logró escucharlo y salió rápidamente de su habitación pensando que alguien había entrado a su casa a intentar robar, y cuando llego, Roberto le dijo a su padre que su hermano Iván, ya iba a nacer. Inmediatamente llevaron a Beatriz al hospital mientras que sus hijos se quedaron en casa. Fue un parto de natural y a lo poco de tres días, Beatriz regreso a su casa.

     Roberto, Ricardo y Gabriel estaban emocionados por ver a su hermano Iván, y dentro de poco Iván se convirtió en el engreído de la casa.

     Y lo peor vino después, era una tarde y Iván estaba durmiendo en su cuna que estaba cerca al comedor, mientras que sus padres estaban en la azotea viendo como jugaban sus hijos con sus bicicletas, y de la nada Iván empezó a llorar y la madre se percató que Iván no se encontraba en el mismo sitio que lo había dejado, eso fue algo extraño y no le tomo mucha importancia, solo fue a calmar a Iván porque estaba llorando.

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