REFLEXIONES SOBRE LA COMPRENSIÓN LECTORA
Enviado por PepeVH • 19 de Octubre de 2014 • Práctica o problema • 1.655 Palabras (7 Páginas) • 1.337 Visitas
REFLEXIONES SOBRE LA COMPRENSIÓN LECTORA
En general, simplificando mucho las causas, podemos afirmar que existen dos razones fundamentales que nos llevan a abrir un libro, una revista, un documento o una página web y leer: o bien queremos pasar un buen rato, o bien lo hacemos para obtener una información.
En el contexto escolar nuestros alumnos leen para comprender y asimilar los conceptos y sus relaciones. Así, la lectura y la escritura constituyen las herramientas básicas de su quehacer como estudiantes y son habilidades intelectuales a través de las cuales se articulan todas las demás. El escritor Carlos Pujol, de manera extrema, lo expresó así:«Quizá leer y escribir sea lo único que valga la pena aprender, lo único que haya que enseñar de veras a todo el mundo para la honrosa supervivencia. Si nuestros universitarios terminaran sus carreras sabiendo leer y escribir dignamente, ya podríamos darnos por satisfechos; todo lo demás se daría por añadidura, se encuentra en libros. . . ».
Pero este aprendizaje es costoso y exige esfuerzo y dedicación constante por parte del alumno y del profesor. Este último debe asumir la dificultad que entraña esta tarea y encontrar técnicas y herramientas que hagan fértil la lectura: el viaje mental a través del texto que conduce al lector al mundo de la realidad subatómica, a las profundidades de las células, a las distancias inmensas de las galaxias o al conocimiento de la historia, la tecnología, el arte o la literatura de un pueblo.
La lectura es el punto de apoyo que reclamaba Arquímedes para mover el mundo, pero, en este caso, no el mundo exterior, sino el mundo interior y personal que mueve la inteligencia y los afectos.
¿POR QUÉ NO COMPRENDEMOS?
Cuando nos acercamos a un texto esperamos comprender lo leído. Si no ocurre así entonces tenemos el problema. Muchas veces no sabemos explicar por qué un alumno no entiende lo que lee y sentimos que las respuestas que le damos no son suficientes: ¡lee con atención!, ¡fíjate en las ideas importantes!, ¡vuelve a leer hasta que comprendas!, etc. Son buenos consejos que vienen dando las distintas generaciones de profesores y que han ayudado a muchos alumnos pero no así a otros.
Diferentes disciplinas científicas y humanísticas se han acercado al estudio de este complejo fenómeno humano: la comprensión lectora. La psicología, la lingüística, la didáctica textual, la retórica, etc. han intentado ampliar el repertorio teórico de consejos pedagógicos que podemos dar a nuestros alumnos cuando no entienden, pero no han encontrado una fórmula mágica.
UNA MENTE BIEN ORGANIZADA
Ya Montaigne decía que prefería una «cabeza bien formada a una cabeza llena ». Este dilema se ha venido planteando a lo largo de los años e, incluso, de los siglos. Hoy día, los diferentes estudios e investigaciones de psicología cognitiva y de pedagogía han demostrado que no hay tal dilema, pues las dos concepciones se complementan: el manejo adecuado de la información requiere una mente bien formada y, a su vez, una mente bien formada configura sistemas de conceptos relacionados gracias a la utilización de la información escrita en diferentes soportes.
Así pues, la lectura es una de las principales herramientas de nuestra mente para ordenar, organizar, jerarquizar, relacionar y ponderar la información a la que accedemos mediante la letra impresa. No es posible que una persona tenga la «cabeza bien amueblada »si no domina el principal medio de acceso a la cultura: la lectura.
Pero, para comprender un texto, se requiere de unos conocimientos previos que nos permitan interpretar y dar sentido a la información que va apareciendo ante nuestra vista. Si no hemos adquirido una red de conceptos y significados sobre el tema que leemos, difícilmente comprenderemos.
Así pues, el aforismo de Montaigne sigue teniendo todo su sentido ya que nos recuerda la inutilidad del esfuerzo de aquellos docentes obsesionados únicamente porque sus alumnos acumulen conocimientos sin la preocupación de que los entiendan, organicen e interioricen. Todo docente tiene el compromiso de formar intelectualmente a sus alumnos y por ello tiene la obligación de dotarles de medios para el aprendizaje autónomo, sea cual sea la materia que imparte.
Si se analiza el perfil de las personas que han adquirido una buena formación intelectual, se observará que coincide con el perfil de un lector con un elevado nivel de comprensión lingüística, porque leer comprensivamente es la condición para adquirir una buena formación y, en definitiva, una aquilatada cultura.
Sin embargo, una mente bien formada requiere un cierto orden, ya que los conceptos no se acumulan en ella de una manera caótica e informe. La lectura agudiza el sentido crítico y contribuye, como pocas actividades intelectuales lo hacen, a ordenar la mente. Nos permite clasificar, jerarquizar, ir a lo esencial, poner entre paréntesis lo accesorio, sintetizar, etc. Al leer comprensivamente recorremos un camino desde lo desconocido a lo que vamos a conocer, producimos una tensión intelectual que nos permite la comprensión y realizamos un esfuerzo por encontrar sentido a lo que leemos. Este proceso mental sólo puede ser ejercido correctamente por una mente bien formada.
LA COMPRENSIÓN:UN ACTO INDIVIDUAL
El profesor, mediante diferentes recursos, pretende
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