Razones para leer

¿Razones para leer?

Por Aldair Pareja Macea

Se conoce que la lectura es sin duda una afición que puede practicarse en cualquier lugar, tiempo, situación y sin importar la edad. Podría considerarse la lectura como “una inagotable fuente de felicidad, de serenidad, de plenitud” (1). Muchas veces se ha hablado sobre el placer de leer, lo cual expresa una gran verdad ya que leer resulta una gran pasión, algo que abre a la persona y le trasmite un deleite, porque es una actividad propiamente humana, que tiene dentro de sus fines el distraer y enriquecer la mente humana, de alguna manera al realizar esta actividad, el lector no solo entretiene su mente sino que también obtiene conocimientos nuevos, como el aumento de su cultura, ortografía, y léxico personal. Sin embargo, muchas personas consideran que leer resulta una actividad fastidiosa y aburrida, que más allá de enriquecerlos, les hace perder el tiempo, privándose así de obtener nuevos conocimientos, pues parece que “así como hay gente que no come, los anoréxicos, y gente que es incapaz de disfrutar con el sexo (frígidos, castos, impotentes), también hay seres humanos que no gozan con la lectura.” (2). La gente hoy en día prefiere hacer cosas como, estar en redes sociales y ver televisión, ya que para estas actividades no se necesita mucho esfuerzo ni dedicación.

Colombia se encuentra sumergida en una esfera global que busca ponerle a los ciudadanos una venda en los ojos y darle herramientas de distracción que ellos consideren más entretenidas, además, la falta de interés en las escuelas y universidades por cultivar en los jóvenes el amor por la lectura es una razón de peso que ha condenado a gran parte sociedad a ver la lectura como una obligación y no como un gusto o hobby.  

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(1) ABAD FACIOLINE, Héctor. Un libro abierto. Pag, 6,

(2) IBID. Pag, 8

Y es que en la mayoría de los hogares colombianos los niños no están habituados en ver a sus padres leer, en el mejor de los casos ven leer a sus padres solo el periódico, esto ha generado que los hijos, estudiantes y futuros padres del país, no tengan ese buen habito de consultar libros. No se enseña a nadie a amar la lectura sino que debe ser una especie de enfermedad o virus que se contagie de generación en generación, generando gusto y placer, pero ese placer “nace desde antes de aprender a leer, por el placer de oír historias, por el placer de conocer el cuento de nuestra vida y el cuento de la vida de los demás” (3), es decir, no es algo que se aprenda en la escuela cuando aprendes a leer, sino algo que se aprenda desde niños cuando los padres te cuenten historias, o el simple hecho de verlos a ellos leer motive a los niños a hacerlo también. La sociedad ha privado a niños, jóvenes y adultos de los beneficios de la lectura, de ese majestuoso poder que ella tiene de ampliar los horizontes.

Muchos terminan olvidándose de leer, pero es que leer siempre se ve sumergido directa o indirectamente en la vida, en el medio cotidiano, pues en un solo día se puede leer un sinfín de cosas, las cuales no propician, en la mayoría de los casos, conocimientos benéficos, por esta razón, la lectura es una herramienta fundamental en el diario vivir del ser humano. La lectura no solo proporciona información sino que también educa y crean en hábitos como la reflexión, el análisis, el esfuerzo, al mismo tiempo, “nos prepara físicamente en la capacidad de concentrarnos y en la capacidad de mantener la atención y la vista hacia esos signos mudos que trasmiten conceptos” (4). Una persona con hábito de lectura está preparada para aprender solo el resto de su vida. La  Del mismo modo, la lectura mejora las relaciones humanas, porque mejora la comunicación y la comprensión de las diferentes maneras en las que el hombre ve el mundo.

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