SOMOS LOS FORMADORES DE NUESTRO PROPIO FUTURO

Cuando me propuse escribir un relato de lo que me sucedía, pensé que sería fácil, pero colocar en un papel algo tan íntimo como es lo que uno siente, se convierte en una verdadera odisea.

El sólo hecho de pensar en los grandiosos años en que fuiste un aprendiz dentro de un establecimiento que fue tu hogar durante tanto tiempo, una segunda familia donde compartiste tantas vivencias y te “formaron” académica como valóricamente para ser lo que vas a hacer el “día de mañana”; lo más probable es que sentirás ese cosquilleo en el estómago que no te sucede solamente a ti, sino a más de miles de estudiantes que están a la puerta de terminar su período académico escolar.

Para comenzar mi relato, quiero citar una frase que me llamó mucho la atención cuando leía aquel libro en una fría tarde de otoño: “El día quema horas, minutos, segundos”. De repente, cuando no hay nadie a tu alrededor y piensas en distintas cosas, se te vendrá a la mente esa pregunta que la mayoría de los jóvenes que están por iniciar su educación superior se les viene a la mente: ¿He aprovechado bien mi secundaria como para realizar este gran salto?. Lo más probable es que recordarás muchos sucesos que han marcado tu vida hasta este momento y que tuvieron cabida especialmente en tu segunda casita, ya sea tu colegio o liceo, etc. Te dices: “¡aprovecharé este año como si no hubiera mañana!” o “tengo que sacar buenas calificaciones para mejorar mi N.E.M.”, pero en todo caso, como lo dijo Benjamín Franklin: “el tiempo es oro”.

Sin duda, una de las etapas más importantes de cualquier estudiante es terminar su último año de educación secundaria. Los “doce juegos” están por finalizar y los nervios por ser alguien en la vida comienzan a florecer. Empieza ese período en que dejas de ser escolar y te enfrentas a los nuevos retos que te depara la vida adulta.

Expectativas como lograr un buen puntaje en la Prueba de Selección Universitaria para ingresar a la “carrera de tus sueños”, la comunicación afectiva con tus padres y pares, manejar la angustia o mantenerse ocupado productivamente se convierten en las principales prioridades de los estudiantes, para rendir, de aquí a final de año, ese examen que es esperado por algunos y odiado por otros: la PSU.

Vigente desde el año 2003 y sucesora de la Prueba de Aptitud Académica (PAA), la Prueba de Selección Universitaria pretende medir conocimientos a los alumnos que terminen enseñanza media, sin embargo, es muy criticada socialmente, pues se ha considerado que aumenta la desigualdad en el ingreso a las universidades, debido a que se concentra en el currículum de enseñanza media y produce las brechas que existen en la enseñanza básica y media.

Es por esto que se ha considerado que un gran porcentaje de estudiantes no se sienten aptos para rendir “la Prueba”, debido a la presión que se generan en ellos mismos por

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