Un veneno cortante

Un veneno cortante

Al parecer todo había acabado, era el fin. Me encontraba boca abajo sin esperanza alguna y arrepentido de la vida que había elegido, solo me acompañaba la pesadumbre de mi ser y el coraje conmigo mismo. ¿Qué pudo haber salido mal? pregunté segundos antes de que el filo de la guillotina hiciera contacto con mi cuello para darle cese a una existencia amarga.

Era un día soleado como cualquier otro, todo estaba planificado en mi mente (o al menos eso pensaba). El día #1 me trasladé hacia Sevilla, ciudad a donde llegaría Isabel II, mi próxima víctima. Me tomé una semana evaluando el lugar en que albergaría la reina ya que era un palacio con combinaciones renacentistas italianas y el mudéjar de idiosincrasia española. Evalué todo, la calle Caballerizas, la plaza Pilatos, la calle Imperial, las posibles rutas en que llegaría mi víctima, la cantidad de soldados que la custodiaban y hasta el momento exacto en que hacían cambio de guardia.

El momento había llegado, logré infiltrarme en la fiesta de bienvenida y no solo eso, conseguí ser uno de los encargados de distribuir las bebidas, el salón en el que se llevaba a cabo la celebración era bastante amplio así que había un encargado de la realeza a cargo de dividir los sirvientes por sectores, no puedo negar que conté con un poco de suerte dado que se me asignó el sector en el que se encontraba la reina, soldados y familiares de la realeza. De forma cautelosa y relajada serví 3 bebidas y le agregué veneno al vaso del rey y la reina, me acerqué con el fin de entablar una conversación amena para que al momento de ofrecerles la bebida no hubiese sospecha alguna, en el momento de ejercer mi plan, uno de los soldados que iba pasando me pidió las 3 bebidas que llevaba, en cuestión de segundos mi cabeza entró en un caos total, pues no podía controlar mis nervios, así que le cedí las 3 bebidas y me alejé de manera rápida tratando de pensar que haría, mi plan se destruyó totalmente, 3 personas inocentes fueron envenenadas, todo el mundo quedo perplejo al verlos en el piso, angustiados y buscando un culpable, voltearon la mirada hacia la puerta, puerta por la cual era mi única escapatoria, allí fui interceptado por unos soldados los cuales sabían que había sido un acto ejecutado por mí ya que yo era el encargado de dicho sector. Viéndome ya acorralado revelé la verdad y allí fue cuando la reina dio orden a sus soldados de que me arrestaran y seguidamente autorizó mi sentencia a la guillotina.

...