El maestro ignorante
Enviado por Heidy Yagüe Lancheros • 11 de Noviembre de 2020 • Reseña • 1.604 Palabras (7 Páginas) • 209 Visitas
RESEÑA CRÍTICA
RANCIÈRE, Jacques. (2003). EL MAESTRO IGNORANTE. Cinco lecciones sobre la emancipación intelectual. Edición n°1. Barcelona: LAERTES, 77 págs.
“IGUALDAD”
Igualdad, educación, explicación, comprender, emancipación.
El filósofo francés Jaques Rancière, nacido en el año 1940, profesor de política y estética actualmente, considerado como una persona profundamente reflexiva que lucha contra la igualdad y las clases sociales; autor de los libros: Para leer el Capital, El espectador emancipado, El desacuerdo, El maestro ignorante, entre otros. Y como todo filósofo, que basa sus escritos y pensamiento en una idea, en una tesis, este se basa en la igualdad, como aquella idea a desarrollar, considerada como algo por lo que debemos comenzar y no algo que podremos alcanzar algún día.
El maestro ignorante, como libro a reseñar, se encuentra estrechamente vinculado a un pensamiento sobre la desigualdad, donde narra desde la experiencia de un pedagogo francés Joseph Jacotot, creador de “la educación universal” o “método Jacotot”, cómo se puede lograr enseñar lo que no se sabe, es decir, desde nuestra propia ignorancia, y así, lograr una emancipación, pero no cualquier emancipación, sino una intelectual, poner la inteligencia al servicio de la voluntad. Partiendo de esto, Jacotot presenta dos tipos de maestros: el ignorante, como aquel que cumple con su profesión, que es la de enseñar, pero sin la necesidad de transmitir lo que sabe, su sabiduría, sin tener que explicar los contenidos, permitiendo al alumno que desarrolle una inteligencia independiente, es decir, que aprenda los saberes por sí solo, superándose a sí mismo como persona, el cual lleva a la deducción que, no hay un nivel jerárquico educativo, en otras palabras, no existe la superioridad del docente ante el estudiante, sino que hay una igualdad de inteligencias, el docente reconoce que tiene al frente alguien igual a él, y que según Paulo Freire «nadie lo ignora todo, nadie lo sabe todo. Por eso aprendemos siempre», por eso Jacotot señala además que, se puede aprender sin un maestro que explique a sus alumnos aquello que parece incomprensible, dicho en otras palabras, para ser maestro no hace falta saber para enseñar, y hace falta ser ignorante para ser un buen docente, para Jocotot «se puede enseñar lo que se ignora» (Ranciere, 2003, pág. 56). Por otro lado, está el docente tradicional, el no ignorante, el que siempre ha existido en las escuelas, aquel educador que no tiene los mismos conocimientos que sus alumnos y por ello posee un conocimiento superior, el típico docente que transmite sus conocimientos y explica a partir de un libro o cualquier material a su disposición.
A partir de lo anterior, Joseph Jacotot logró que sus estudiantes holandeses, cuyo idioma él no compartía, aprendieran el francés sin haberles enseñado y explicado necesariamente las distintas desinencias en el francés, simplemente distribuyó a cada uno de sus alumnos un libro de edición bilingüe, “Telémaco”, dejándolos solos con el texto, el deseo y la voluntad de aprender, con la única instrucción de aprender el texto apoyándose de la traducción. Portentosamente, los estudiantes al cabo de unos meses, ya sabían comunicarse en francés tanto de forma oral como escrita sin que el maestro les hubiera trasmitido el más mínimo de su conocimiento. Partiendo de allí, Jacotot pudo entonces deducir que, sus alumnos habían aprendido tal y como hace un niño con su lengua materna, solo hace falta el propio deseo de aprender junto con la dificultad de la situación, pues entre más explicación, más “atontamiento”, para Jocotot «el maestro atontador es tanto más eficaz cuanto es más sabio, más educado y más de buena fe. Cuanto más sabio es, más evidente le parece la distancia entre su saber y la ignorancia de los ignorantes.» (Ranciere, 2003, pág. 9). Aún así, ¿no estaría generalizando un poco ese concepto? Y ¿si un maestro es sabio y muy bien educado, entonces, está lejos de lograr una emancipación intelectual? ¿No es precisamente la sabiduría, aquella facultad, la que permite que actuemos con total sensatez, con prudencia y reflexión para discernir lo verdadero que logramos a través del estudio y la experiencia misma? El hecho que muchas personas, porque no es cuestión solamente en los docentes, desarrollen una sabiduría prepotente, orgullosa, desvalorizando otros seres, no quiere decir que sea en su origen, algo malo.
Es muy difícil llegar una “igualdad de inteligencias” cuando todos y cada uno de nosotros somos seres diferentes, significaría entonces que todos tendríamos que ser educados exactamente igual, ¿y eso es lo que quieren las personas? La cuestión no es llevar a cabo la igualdad de las inteligencias, sino que los hombres quieran hacerlo, ¿cómo hacerlo?, ¿de qué forma? Puede que no exista en el mundo algún hombre que no haya aprendido una cosa por si solo, pero tampoco alguien que haya aprendido absolutamente todo por sí mismo, «el hombre es un ser social por naturaleza» dice Aristóteles, necesitamos de otros individuos, es verdad que cada uno de nosotros es un ser individual en cuanto a sus cualidades, ideas, capacidades, etc.., las cuales son indispensables para poder sobrevivir pacíficamente precisamente en una sociedad. Ahora bien, aunque la idea de Rancière en El maestro ignorante sea mostrarnos una sociedad que se encuentra ante la exposición de vivir bajo un sinnúmero de explicaciones, y permitirnos hacer una reflexión crítica sobre los modelos y sistemas educativos, ¿no estaría también desvalorizando la labor del docente?, si se puede enseñar desde la ignorancia y no hace falta saber para enseñar, entonces cualquiera podría hacerlo y no existiría el deseo de obtener un título de “profesor” porque no habría tal cosa. El papel de un docente quizá sea desentendido por muchos, pero consta de estimular y aceptar cabalmente a sus estudiantes, es flexible en su clase, los estimula a trabajar colaborativamente entre ellos y él, el docente es solo una herramienta para que la cognición de aquellos a quienes enseña se desarrolle, ayuda a interiorizar en los temas y así acceder a nuevos conocimientos, sabe que dentro de cada persona hay un ser diferente y que la forma en que aprenda uno o un grupo, no quiere decir que todos lo hagan de la misma forma, porque la educación, como dice Piaget, es: «criar personas capaces de hacer cosas nuevas, y no solamente repetir lo que otras generaciones hicieron», entonces no deberíamos conformarnos con una “igualdad de inteligencias”, porque entonces todos pensaríamos igual, todos haríamos exactamente lo mismo y trabajaríamos para obtener día a día, una y otra vez los mismos resultados.
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