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El maestro ignorante.


Enviado por   •  20 de Agosto de 2016  •  Trabajo  •  2.314 Palabras (10 Páginas)  •  360 Visitas

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Respuestas [pic 7]

 Señala cuál es la conceptualización de argumentos y desiertos de argumentos en el campo educativo que señala Skliar en su texto, estableciendo el lugar de la filosofía de la educación en relación a los mismos.

Para entender el concepto de argumento y desiertos de argumentos en el campo educativo que señala el autor, en primer lugar definiremos argumento, “se trata de un razonamiento que prueba o refuta una proposición; de aquello que trata la educación, o de aquello que tratan las pedagogías. Lo   productivo de esta definición es que se traduce rápidamente en la obtención de una prueba con la que se defiende una acción o una afirmación, a su vez implica el acto de presentar razones en contra de una idea y/o de un hecho mediante una figura retórica.

Cuantos más argumentos acompañan mi postulado, tanto más me alejo de la verdad, ya que participo de un juego del lenguaje cuyos componentes son todos contrarios a la verdad, me muevo es un sistema de ideas que lo falsean todo.” 1 

Hoy en día la educación se encuentra en una permanente búsqueda de argumentarse y argumentar, para lograr que sea lo que creemos que es, lo que creemos que debería ser, lo que nos parece que deberíamos ser, nosotros mismos, en la educación.

El principal argumento que se sostiene es “que la educación sirva” (para algo, para alguien) fijándose a partir de esto nuevos argumentos.

De esta manera los argumentos se han ido naturalizando, a la vez convirtiéndose en ideas implícitas e inviolables del porqué y del quehacer educativo. Todo lo que se pone en juego en estos argumentos naturalizados indican un límite en la razón educativa, a raíz de esto la educación necesita argumentarse ante la sociedad, sobre sí misma y en sí misma.

Siguiendo esta idea nos da la sensación de que ya no se trata de mejorar, de hacer progresar, de remplazar o de pensar nuevos argumentos. Es por eso que es acertado hablar “de un desierto de argumentos”.

Skliar utiliza como una metáfora, al desierto de argumentos por dos motivos, uno porque se puede pensar como una imagen completamente árida, un espacio desnudo y seco, y en segundo lugar de repensarlo de otra manera, desde la idea de reconstrucción.

Partiendo desde la segunda visión pensamos ¿para qué? Y nos podemos responder para repensar la de-construcción, volver a construirlos, entender cuáles son los sentidos que acompañan a la educación para poder habitar, construir y poblar ese desierto.

Nos parece importante citar la idea que propone Silvio Gallo: “podemos pensar una filosofía y una educación que sean ambas y al mismo tiempo pensamiento y experiencia. Filosofía como pensamiento y experiencia, educación como experiencia y pensamiento.”2

A lo que queremos apuntar es que el docente debe pensar, experimentar y mediante la experiencia “logrará algo”, no está mal poder experimentar si hay caos, para encontrar en el la creatividad, sin perderse en el no pensamiento, esto es común siempre que busco una alternativa para una situación (caos creador). No nos podemos quedar con la teoría solamente (marco referencial: cotejado con la experiencia), pero tampoco en la práctica sin un sustento. Debemos hacer salir a la educación de la falsa seguridad del fundamentalismo,  animándonos a producir teoría y no quedarnos con lo ya hecho, lo formado, cómodo,  es decir animarnos al riesgo del caos.

Luego de haber expuesto todas estas ideas, entendemos que el lugar que ocupa la filosofía de  la educación es de mucha importancia, ya que nos permitirá realizar la indagación crítica de los argumentos y fundamentos filosóficos que sostienen a la práctica educativa.

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Hay ciertas imágenes o ideas que se ponen en juego para darle sentido a la infancia.

A lo largo de la historia se hacen presentes las imágenes de incompletud y de completamientos denominas como argumento. La educación se trata de la supuesta incompletud del otro y de la necesidad educativa y pedagógica de su completamiento. El argumento de incompletud nos permite distinguir tres movimientos diferentes de pensamientos pedagógicos: que la incompletud del otro se configura como un dato inicial, habitual, naturalizado; que toda incompletud debe ser vista como negativa; y por último, que es función básica y crucial de la educación al completamiento del otro.

La infancia suele ser vista y definida como algo incompleto, se trata de una imagen que acompaña o persiste de hace mucho tiempo, sosteniendo que la infancia debe ser educada.

W. Kohan propone una profunda discusión entre tres imágenes que son pertinentes en torno del argumento de la incompletud:

a) La infancia como pura posibilidad: en esta imagen la infancia se asocia a esa etapa inicial de la vida humana, solo tiene sentido cuando se la relaciona a la posibilidad de aquello que será, proyectando a futuro.

B) La infancia como inferioridad: esta imagen pone a la infancia como una etapa que necesita guías, que cuente con la supervisión de un adulto, se la representa como un estado transitorio convirtiéndose rápidamente en inferioridad.

c) La infancia como “otro” despreciado: Aquí se la toma a la infancia no solo como objeto de menosprecio, sino también de otro que no tiene control de sí mismo, y se torna como algo peligroso, siendo necesario que el adulto no la reconozca y así pretenda modificarlo.

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3.1 – El director de la película Los Coristas adopta dos posiciones completamente distintas, utilizando el recurso narrativo de dos de sus personajes principales (Pierre y Pepinot) para darle valor al acto de educativo. Luego de analizar la película pudimos identificar que una de las posturas establecidas abarca actitudes totalmente tradicionalistas, conductistas, poco flexibles, autoritarias, respetadas solo por temor, siendo esta figura representada por el director,  el cual generaba una postura de superioridad para con ellos, la cual resultaba poco beneficiosa tanto para el director como para los alumnos.  La otra postura que establece el director es la que se encuentra en el nuevo docente ( Mathieu ) donde podemos observar una educación centrada en el desarrollo completo del niño, ya sea en sus características particulares, donde el niño ya no es considerado inferior e incompleto lleno de potencialidades a desarrollar.

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