Bourdieu, Foucault y Bachelard

Para Bourdieu el conocimiento solo se alcanza si se logra una desarticulación de preconceptos o saberes previos, para luego generar una interacción entre nuevos conceptos, estableciendo así un objeto de investigación mediante la ruptura del saber inmediato, del sentido común y de los preconceptos.  

La teoría del conocimiento reflexivo de Bourdieu combina el análisis de las estructuras sociales con el del origen de las estructuras mentales socialmente constituidas que forjan sus prácticas. Ese esquema de disposiciones estructuradas es el principio de la continuidad y regularidad de las prácticas sociales que son objetivamente percibidas en el mundo social. El habitus (génesis social de los esquemas de percepción, pensamiento y acción) crea la posibilidad de la producción libre de todos los pensamientos, percepciones y acciones inherentes en las condiciones particulares. Está conectado a la estructura de la cual es un producto de practicas dirigidas, no como una trayectoria del determinismo mecanicista sino como coacciones y límites históricamente condicionados y socialmente situados (Bourdieu, 1983).

Para Foucault la ciencia nace sobre la base de un conocimiento existente, la observación y el planteamiento de determinadas hipótesis o el descubrimiento de obstáculos teóricos o prácticos sobre ese conocimiento. Además asegura que la verdad es socialmente construida y compartida, surgiendo de diferentes relaciones de poder que forman entre si una red. En el capítulo I de “Las palabras y las cosas”, Michel Foucault hace una interpretación del cuadro “Las Meninas”… su visión, los ojos del pintor lo apresan, lo obligan a entrar en el cuadro, le asignan un lugar a la vez privilegiado y obligatorio, le toman su especie luminosa y visible y la proyectan sobre la superficie inaccesible de la tela vuelta. Ve que su invisibilidad se vuelve visible para el pintor y es transpuesta a una imagen definitivamente invisible para él mismo (...)”. En este análisis es autor deja claro que dicha obra es un evidente intercambio de miradas entre el pintor y los personajes representados en su obra, revelando una relación constante entre el objeto y el sujeto en donde uno toma el lugar del otro, lo que da el mismo valor a todos las personas presentes en la habitación y representadas en la pintura.

En “La formación del espíritu científico” Bachelard afirmaba que cuando el espíritu se presenta ante la cultura científica, este nunca es joven, por el contrario, es viejo, ya que tiene la edad de sus prejuicios. Tener acceso a la ciencia implica hacerse joven, desde el punto de vista espiritual, lo que se traduce en una “ruptura” ya que altera el clico normal de las cosas. Los elementos y los conceptos de la ciencia se hacen relevantes en la medida en que se opongan a los del conocimiento vulgar. El conocimiento científico requiere de un esfuerzo arduo y es el resultado de un largo trabajo racional.

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