Critica Del Juicio

Critica del juicio.

El desarrollo de la obra de Kant consiste en mayor medida, en el ordenamiento de los saberes, cualquier saber de otra naturaleza, está en otra dimensión. Este ordenamiento requiere llevar a cabo el análisis de los elementos a priori en la experiencia humana. Kant determinará para ello el desarrollo de las obras: Crítica de la razón pura, Crítica de la razón práctica y Crítica del juicio.

El entendimiento, ejerce función esencial para plantear lo activo de la razón, es facultad legisladora, esto a grandes rasgos lo desarrolla en la Critica de la razón pura, en la Crítica de la razón práctica, deduce que la ley de la razón pura práctica es la de una voluntad libre como facultad de desear, pensaba Kant que lo último que quedaría es proceder al exámen de la facultad de juzgar, teniendo esto como tercer principio trascendental entre la ciencia y la moral.

La facultad de juzgar, constituye un intermediario entre el entendimiento y la razón de lo que se trata es de saber si también tiene en ella misma principios a priori. En ese sentido, la tercera crítica tendrá carácter teleológico, porque indicará el método según el cual hay que juzgar a la naturaleza conforme al principio de las causas finales. El análisis de las tres críticas nos indica que Kant, está distinguiendo tres facultades cognoscitivas, el entendimiento, el juicio y la razón.

La crítica del juicio, es estructurada, como lo dice Kant, en la introducción, bajo un esquema trascendental según su doble determinación, finalidad formal es subjetiva (estética), finalidad real es objetiva (orgánica), por ello su división, entre críticas del juicio estético y teleológico.

El juicio será determinante cuando la regla, el principio y la ley sean dados. Si sólo es lo particular lo que es dado, el juicio, buscando lo universal es reflectante. Ello implica que no pueda llamarse objetivo como si es posible hacerlo en la ciencia, será teleológico, pues supondrá unidad en la diversidad de la naturaleza; el juicio se hace presente como si un entendimiento contuviera el fundamento de la unidad de sus leyes diversas. No es visible algún impedimento, el planteamiento se da sobre reglas susceptibles de unificar los fenómenos que son heterogéneos de la naturaleza según un sistema capaz de orientarnos en la “diversidad excesiva de la naturaleza”. Algunos son los objetos ya sean artificiales o naturales los que encumbran este concepto, ya que condicionan a experimentar en el sujeto un sentimiento de agrado o de desagrado, intermedio entre las facultades de conocer y de desear, Kant se propone estudiar los elementos a priori que gobiernan nuestros juicios estéticos, está otorgando a la estética una autonomía que antes no tenía, en su afirmación considera que la estética es gobernada por principios a priori, en ese sentido la intención es analizarlos. La actividad del juicio se da siempre en función de un fin, el cual es objeto de alguna inclinación.

Kant, distinguirá dos finalidades la subjetiva y la objetiva, en la primera de ellas la finalidad es puramente reflexiva, se establece un acuerdo antes de cualquier concepto, entre la forma la forma exterior de un concepto y las facultades de conocer, teniendo de fondo para ello el entendimiento y la imaginación, siendo éstas actividad armoniosa espontánea, para la segunda, la finalidad es a través del objeto, según la idea que los anima, del fin ideal de la naturaleza.

No contribuye en el conocimiento de las cosas la aprehensión estética, pero ello aumenta la faculta de conocer, porque mantiene un una relación inmediata de ésta con el agrado o desagrado (sentimiento subjetivo). Asi es como nace del gusto el juicio. Según la característica o cualidad, lo bello es el objeto del sentimiento desinteresado, como aquello que nos agrada y que no depende de ningún concepto, pero que sin embargo nos gusta. Este placer, no se debe confundir con lo agradable, lo cual aumenta los sentidos. Según la cantidad, lo bello es el objeto de una pretensión del sujeto a la universalidad subjetiva, libre de todo interés o de toda inclinación, “debe de contener el fundamento de una satisfacción para todo el mundo. Según esta relación, debe distinguirse la belleza en abstracto, pura, cual sea lo que nos guste, ello no presupone ningún concepto de la belleza adherente o condicionada (la belleza de un ser humano antepone un concepto como su perfección. Ahora bien, es bello aquello que se reconoce sin concepto como el objeto de un placer necesario.

El juicio no es lógico ni moral, es subjetivo. Pretende conformar una dimensión universal en la medida en que pretende la adhesión de todos, como sentido común, como una capacidad de comunicación universal en el estado de ánimo. En la dialéctica de la capacidad de juzgar, este es el objeto, al grado que no es una dialéctica de la crítica del gusto, pues no hay ciencia que nos proporcione alguna regla a priori de lo bello. La estética, en su “legalidad” es una legalidad sin ley. Buscando la aprobación de todos, lo bello es el “símbolo de un bien moral”, ya que el juicio del que procede se atribuye a sí mismo una ley, no es de la naturaleza, tampoco de la libertad, depende de lo suprasensible. Así el poder teorico,

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