Dido, Eneas y su relación con los dioses
Enviado por Paola Frosi • 27 de Agosto de 2022 • Monografía • 1.803 Palabras (8 Páginas) • 247 Visitas
[pic 1] LICENCIATURA EN LETRAS (ccc)
LITERATURA LATINA
Profesora: Guillermina Bogdan
Estudiante: Paola Frosi
No fui yo, fueron los dioses…
Lo que voy a tratar de demostrar es cómo, en el libro IV de la Eneida, la intervención divina motiva y justifica el accionar de los hombres, específicamente de Dido y Eneas.
Introducción
Tomaré, en esta oportunidad el libro IV de la Eneida escrita por Virgilio pero, previamente, los pongo un poco en contexto.
Publio Virgilio Marón (Virgilio) nació en octubre del año 70 a.C. nació en Andes, localidad próxima a Mantua. Escribió, entre otras obras la Eneida, epopeya que celebra a Roma y a Augusto. En ella se relatan las peripecias que trascurre Eneas desde la caída de Troya hasta su llegada al Lacio. Uno de los principales peligros que enfrenta es su desvío hacia la isla de Cartago por una tormenta. Tomo, aquí, las palabras de Guillermina Bogdan: “El objetivo de la épica latina, en particular, de Eneida es muy ambicioso debido a que articula los aspectos más esenciales de una cultura, de la constitución de un origen común para establecer los ideales de un comportamiento social, de una estructura social, de la relación con el mundo natural y con el sobrenatural.” (2014: 21).
Debo aclarar que muchas de las acciones que suceden en la obra no son dadas por el azar. Los dioses influyen, no solo en las decisiones de los personajes, sino también en el transcurrir de los acontecimientos, los analicemos.
Eneas
Eneas, ya desde el comienzo de la Eneida tiene un designo divino, es decir su destino está escrito: debe llevar a la caída Troya hacia otras tierras y así fundar un nuevo imperio. Esta profecía es conocida por todos los dioses, aunque algunos desean torcer ese destino marcado. Como dice María Emilia Cairo sobre las profecías: “Se trata de mensajes verbales que un emisor (una divinidad, un sacerdote o sacerdotisa, un fantasma) transmite a un receptor (otra divinidad, un hombre) para revelarle cierto acontecer futuro.” (2013: 22)
Comencemos por Juno, ella beneficia a Dido y Eneas no es de su predilección. Esta antipatía podría decirse que la siente por varias causas. Una de ellas es que Eneas es troyano y es favorecido por Venus. Juno odia a ese pueblo porque Paris, años atrás, tuvo que entregar la manzana de oro arrojada por la Discordia a la diosa más bella. Debió elegir entre tres diosas: Juno, Venus y Minerva. El troyano eligió a Venus como la más bella y ahí comenzó su rencor hacia los troyanos y hacia Venus.
Juno no quería que se cumpliera la profecía de la fundación de un nuevo imperio y que esto lo hicieran los troyanos. Además quería que Cartago fuese la tierra del nuevo imperio. Así las cosas, en reiteradas oportunidades quiere obstaculizar a Eneas en su odisea. Uno de los obstáculos que generó fue una tormenta que desvía a la flota y a Eneas hacia la isla de Cartago en África. Hizo esto para que alli se encontrara con Dido, se enamorara de ella y fundara un nuevo imperio allí, en esa isla. Tomo las palabras de Lía Galán cuando dice: “Los troyanos como portadores del destino han desatado el renovado rencor de Juno, quien los hostiga y los desvía intentando postergar sine die el cumplimiento de la profecía.” (2005: 25).
Ya en la isla, Venus (madre del héroe Eneas) para que él y sus tropas pudiesen ser acogidos y resguardados de las tormentas por su reina Dido, hace aparecer a Eneas envuelto en una nube y así darle un halo divino cuando Dido lo vea por primera vez. Nos dice Bogdan: “Venus, no quedándose tranquila con esta pequeña intervención y temiendo por el rechazo de la reina hacia su hijo y sus compañeros, lleva a cabo el siguiente plan: Aprovecha la ausencia del hijo de Eneas, Ascanio, y lo reemplaza por la de su hijo Cupido, para que mientras el pequeño dios acompañe la reina, ella arda de pasión por el héroe troyano y así no cambie de parecer en cuanto a la buena predisposición de asilo.” (2021: 16).
La diosa Venus teme que su hijo se enamore de Dido entonces le pide a Cupido que tome las formas de este y enamore a Dido así desvía sus furores al dios y no al héroe. Nuevamente, la intervención de los dioses en las acciones y decisiones de los humanos cambia el rumbo que las cosas estaban tomando naturalmente.
Júpiter, rey del Olimpo, se entera que Juno quería unir en matrimonio a Dido y a Eneas y que, además, Dido rechazó a uno de sus hijos que la cortejaba. Manda a mercurio a que le recuerde a Eneas cuál es su plan inicial. Así Eneas toma la decisión de partir de Cartago. Como dice Bogdan: “Eneas es considerado como el héroe ideal romano de la edad de Augusto que, siguiendo el modelo estoico, aprende a seguir lo destinado por una fuerza mayor." (2014: 13).
El deseo de Eneas era otro, él deseaba quedarse en Cartago con Dido pero debe cumplir el designo de los dioses, él no decide sobre su destino. Nos dice Virgilio: “Enmudeció Eneas consternado ante aquella aparición, y se erizaron de horror sus cabellos y la voz se le pegó a la garganta. Atónito con tan grave aviso y con el expreso mandato de los dioses arde ya en deseo de huir y abandonar aquel dulce y amado suelo (…) no por mi voluntad voy a Italia.” (2011: 78).
Dido
La reina de Cartago, viuda de Siqueo, sabe que Eneas fue llevado a su isla por el favor de la diosa Juno. Dice Virgilio: “Creo en verdad que el viento ha impelido a estas costas las naves troyanas bajo el auspicio de los dioses y el favor de Juno.” (2011: 70).
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