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Doctrina De Platon


Enviado por   •  7 de Octubre de 2014  •  2.869 Palabras (12 Páginas)  •  1.951 Visitas

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Doctrina de Platón

I. LAS IDEAS

1.1 El Dualismo

"Hay que distinguir antes que nada, qué es lo que siempre es y no se engendra, y qué es lo que se engendra y nunca es", dice Platón.

Lo primero constituye la verdadera realidad; lo segundo, la apariencia.

Lo primero es objeto de ciencia o conocimiento en el sentido estricto;

Lo segundo es objeto de opinión. Gracias a los sentidos conocemos el mundo de las cosas; la percepción es el resultado de ese conocimiento.

Gracias al pensamiento contemplamos el mundo de las ideas; el concepto es el resultado de esa contemplación.

La concepción platónica es, pues, dualista: hay un mundo de ideas invisible y otro de cosas visibles. A ese dualismo corresponde el del pensamiento y la percepción, el de la ciencia y la opinión. No hay paso gradual del uno al otro; una multitud de percepciones no puede suministrarnos el concepto de las cosas, así como una multitud de lo visible no puede originar el mundo de las ideas invisibles. Esos dos mundos son de naturaleza diferente: uno es el mundo del cambio; el otro, de lo inmutable.

1.2 La Participación

La solución que Platón ofrece para el problema de las relaciones entre ambos mundos puede sintetizarse en la palabra participación. Aunque diferente del invisible, el mundo visible tiene semejanza con él: es su imagen (ídolo). Del mismo modo, las percepciones, aunque de naturaleza diferente del concepto, son como imágenes de éste.

Las ideas son como los arquetipos de las cosas, como sus modelos; y las cosas son como copias de las ideas. Perfectos los primeros, imperfectos los segundos. El mundo de éstos es la imagen móvil del mundo de aquéllos. El tiempo, que sólo rige en el mundo sensible, es, según la famosa frase de Platón, la imagen móvil de la eternidad. Esta definición con las variantes correspondientes, es aplicable a todo lo sensible, que siempre es imagen móvil, cambiante, perecedera de la idea, la cual es inmóvil, fija, eterna.

El mundo de las cosas participa del mundo de las ideas, sin que éstas sufran desmedro alguno. Así como un cuerpo puede participar de la luz cuando es atravesado por ella, sin que la luz se mezcle con el cuerpo que atraviesa. La multiplicidad de las cosas que participan de una misma idea no empobrece a ésta ni puede agotarla. Con esto, Platón se aparta por completo de todas las concepciones anteriores, que habían llegado a hablar de dos mundos, pero concibiéndolos como dos partes o aspectos de una realidad única. El mundo platónico de las ideas es otro mundo, merced al cual se da este mundo temporal que lo copia imperfectamente.

1.3 Las Ideas

Esta concepción platónica se va desarrollando poco a poco, y la forma que adquiere en un momento de su complicada y larga historia puede resumirse así:

1º Junto a la pluralidad, objeto de la opinión, hay unidades últimas que constituyen el objeto del conocimiento y forman el mundo de las ideas.

2º Hay una idea o forma para cada multiplicidad de cosas que podemos designar con el mismo nombre. Es decir: hay una idea belleza, de la que participan todas las cosas bellas; hay una idea de caballo, mesa, etc.; y, lo mismo, una idea árbol, calor, vegetal, etc.

3º los entes particulares son lo que son porque participan de la idea

El punto 2º es el que suscita más dificultades. Y Platón parece haber abandonado después, limitando las ideas a las de los cuatro elementos, las estrellas y las especies, animales y vegetales.

1.4 La Dialéctica

El dualismo platónico entre los dos mundos aparece igualmente en el mundo de la vida práctica, pero bajo otra forma: es el dualismo que se establece entre la actividad vulgar, no fundada en principios racionales, y la acción del sabio, fundada en la razón.

El hombre, pues, puede elevarse hacia el mundo de las ideas con el auxilio de la dialéctica. El método dialéctico, como lo llama Platón es el que conduce de lo sensible a lo ideal. Desde el punto de vista simplemente lógico, la dialéctica es el proceso que lleva de la percepción al concepto. Pero este aspecto lógico tiene un aspecto ético correspondiente, pues ir de la percepción al concepto es elevarse del mundo de los sentidos al mundo de las ideas. El fin de la dialéctica, como proceso interior, es el de conducir al hombre a la posesión del bien, que en el pensamiento platónico concluye por se la idea suprema.

1.5 La Reminiscencia

Si sólo existiese el mundo de lo múltiple, la ascensión dialéctica no sería posible o el llamado mundo de las ideas sería mera derivación del mundo sensible. El hombre sólo puede llegar a contemplar las ideas porque ya los había contemplado antes, en una existencia anterior. El esclavo que bajo la guía de Sócrates descubre una relación geométrica que antes ignoraba y que Sócrates no ha enseñado, debió de conocer antes lo que ahora ha descubierto, pues si no ha aprendido y lo sabe, es forzoso que lo haya sabido antes, ¿Cuándo? ¿Dónde? En el mundo de las ideas, del que todo procedemos. Lo que antes sabíamos, lo olvidamos al nacer; y ahora, cuando creemos descubrirlo, simplemente recordamos lo que ya sabíamos en el mundo de las ideas. El verdadero conocimiento es una reminiscencia.

1.6 La Imagen de la Caverna

Platón, para expresar tal convicción, recurre a la imagen de la caverna. Somos prisioneros amarrados, de espaldas a la luz, dentro de una caverna en cuya pared se mueven imágenes proyectadas por una gran luz exterior. Los prisioneros creen que esas sombras constituyen la realidad. Pero si uno de ellos se libera y logra elevarse descubrirá luego del primer deslumbramiento que aquellas sombras sólo son imágenes de otro mundo (el mundo de la ideas), que ése, sí, es el real.

1.7 Idealismo y Realismo

Platón es idealista en cuanto afirma que la realidad última está constituida por el mundo de las ideas: Pero es también realista en el sentido de que atribuye realidad, precisamente, a las ideas.

1.8 Dios - El bien

Platón terminó por hacer de las ideas, primitivamente estáticas, un mundo dinámico que es causa del otro. Y Dios, idea suprema, causa del mundo. Sin embargo, las ideas no podían ser causa del mundo de los fenómenos, porque para ello debían ser móviles, es decir, ser también ellas cosas del devenir. El mismo Platón se planteó esta dificultad y trató de superarla. Para ello debió modificar el sentido en que había entendido la relación causal entre las ideas y las cosas. Y lo modificó entendiendo a las ideas como causas finales a que las cosas tienden; es

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