EL AUTODOMINIO Y EL MIEDO ESCENICO

1. El autodominio emocional

El autodominio es aquella capacidad humana que ayudará a controlar los impulsos productos de nuestro carácter; este nos dará la oportunidad de afrontar con calma y serenidad los problemas y los contratiempos normales de la vida, es decir, nos anima a cultivar la paciencia y a desarrollar mucha comprensión en las relaciones interpersonales establecidas y por establecer. Básicamente, el autodominio consiste en el control de los impulsos y las reacciones ante la recepción de determinados estímulos a partir de algunas técnicas y reglas generales.

2. El miedo escénico

El miedo, en general, es un sentimiento que conmueve el mundo interno de la persona que enfrenta determinado riesgo o peligro inminente. El miedo dimana del instinto de conservación individual y por lo tanto, es propio de la persona normal. El miedo es natural, el heroísmo, en muchos casos, no es otra cosa que haber sabido vencer el miedo.

Ahora bien, el miedo escénico en particular, es propio de la persona que debe hablar en público, pues siente que su reputación está en juego y tiene miedo de arriesgarla. Es lógico la persona sienta respeto por sí misma, que desee mantener su fama de persona culta dentro del núcleo social en el cual interactúa y piense que puede hacer el ridículo ante el auditorio que ha de escucharle. Siente que su público va a calificarlo y teme por ello. Esto sucede con la persona normal, imaginemos lo que ocurre con el jurista que debe defender una tesis y refutar otras, mediante la palabra, mediante la oratoria. Este abogado pone en juego no solo su prestigio personal, sino también su prestigio profesional y los intereses y derechos que le han sido confiados por sus clientes. Entonces puede sentir miedo de hablar en el estrado judicial. Este miedo puede hacerle temblar, perder el color de la tez, que se torna entonces pálida, amarilla. Puede tartamudear y otros signos externos que no dejan dudas de que tiene miedo e incluso de que se siente aterrado. Este miedo lejos de ser propio del principiante, puede serlo también del experimentado orador, solo que este último, sabe cómo enfrentarlo y vencerlo. Todos sentimos miedo escénico en mayor o menor grado, pero vencerlo es más o menos fácil con practica y reflexión constante.

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