El miedo escénico

EL MIEDO ESCÉNICO

 Los seres humanos tenemos miedo físico a las actividades de riesgo y, gracias a ese miedo, acciones como tirarnos por unas escaleras subidos en un triciclo no ha reducido la esperanza de vida de nuestra especie; es decir, el miedo es bueno para evitar situaciones de riesgo para nuestra integridad física. Otro tipo de miedos, que podemos llamar psíquicos, tales como el miedo al ridículo, al fracaso, a nuestras propias limitaciones, tienen también su lado positivo. Los profesionales que trabajan cara al público, como los actores o los formadores, padecen el miedo escénico. La mayoría sufren el temor a fracasar delante de su audiencia. Esta tensión muestra el respeto de un buen orador hacia su público y hacia la importancia de la presentación en sí. Los nervios en una presentación son, y deben ser, inevitables. Pero el miedo no es objetivamente malo; debemos asumirlo en vez de esforzarnos por evitarlo. Vencer el miedo es más una cuestión de tenerlo bajo control que de eliminarlo. El miedo es un potente generador de adrenalina, y ésta, a su vez, actúa como estimulante de nuestra actividad cerebral. “Si el corazón se nos acelera justo antes de salir a escena, cuando llevamos veinte años haciendo presentaciones, no hay que preocuparse mucho: eso significa que aún estamos vivos” Perder el miedo escénico puede convertirse en la antesala de la indolencia y falta de preparación. Y precisamente la manera más eficaz de ganar control emocional es una buena preparación. Es indispensable empezar a realizar la preparación al menos una semana antes y, sobre todo, ensayar el discurso. Practicar una y otra vez nos permite interiorizar el mensaje y transmitirlo con mayor seguridad y naturalidad. “Churchill decía que empleaba diez minutos en preparar un discurso de dos horas y dos horas en un discurso de diez minutos”

No obstante, es incuestionable que en muchas ocasiones el miedo escénico nos atenaza y se hace visible a través de la comunicación no verbal. Los síntomas más comunes que provocan una elevada ansiedad suelen ser “térmicos” (sudoración), “dérmicos” (sonrojo) o “vocales” (temblor de la voz). Lo más sorprendente de estos síntomas es que, en primer lugar, el orador le otorga más importancia que la audiencia. La sudoración o el sonrojo son señales corporales temporales, que suelen desaparecer una vez iniciado el discurso. En segundo lugar, como ocurre frecuentemente con el temblor de la voz, el síntoma ni siquiera es percibido por la audiencia, por ello una regla de oro es jamás iniciar la presentación reconociendo nuestros nervios. Bill Gove, orador profesional de gran prestigio en Estados Unidos, comentó en tono divertido en una ocasión: “No sé por qué se habla de miedo escénico. A mí lo que me da miedo es el auditorio”. Un dato curioso sobre el miedo escénico es precisamente el denominado “síndrome de la audiencia”. Resulta evidente que si no existiera la audiencia, no existiría el miedo escénico. Este síndrome consiste en proyectar nuestro miedo sobre la propia audiencia considerando que nos están observando con el fin de detectar nuestros fallos y al acecho de todo detalle negativo en nuestra presentación. Sin embargo, en la mayor parte de las presentaciones, la audiencia asiste por interés personal, no con una predisposición negativa. Un modo vital de vencer este síndrome es reducir el nivel de incertidumbre respecto al auditorio. Obtener la máxima información sobre los asistentes y realizar algún contacto previo con ellos incrementará el control emocional y potenciará la empatía con los asistentes. Por ejemplo, enviar un test previo a un curso de formación para personalizar el contenido.

En las presentaciones ante audiencias conocidas, como reuniones internas, este síndrome se refleja en bloqueos mentales ante personas con las que de modo habitual no tenemos problema alguno para comunicarnos. Si la audiencia es conocida es útil antes de la presentación visualizarnos hablando con algunas de estas personas en otro contexto (en la cafetería, en la oficina, etc.). ¿Qué más podemos hacer para ganar seguridad y controlar la ansiedad? A continuación señalo una serie de técnicas básicas y de fácil aplicación en cualquier localización y en poco tiempo.

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