EL HOMBRE EN BUSCA DEL SENTIDO

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EL HOMBRE EN BUSCA DEL SENTIDO

El hombre en busca del sentido relata sobre las experiencias vividas en un campo de concentración en Aushwitz, dirigida por el punto de vista de un psicólogo judío por Viktor Frankl, un médico psiquiátrico de prestigio que se dedicaba a la psicología, nació en el año de 1905 hasta 1997 en Viena, un lugar que fue conocido por su notable influjo y embrujo en los ambientes intelectuales de la época respecto a la cultura, las artes y el civismo europeo.

Consideraba que Viena es el último esplendor del pasado, a esto se refiere, que es un lugar excepcional para ayudar a sus pacientes a solucionar situaciones del pasado dándole aquella luz con la finalidad de aconsejar o mejorar las diferentes enfermedades mentales de sus pacientes. Trabajando como psiquiatra su vida estaba llena de plenitud, logrando poco a poco sus metas, una de ellas fue ser el director de la sección de Neurología del Hospital de Rothschild en donde solo atendía pacientes judíos en el año de 1940, se encontraba bien posicionado en los círculos médicos y académicos, y disponía de una prometedora consulta privada, además de que vivía del afectuoso y sereno ambiente familiar. Sin embargo, no todo perduro al momento de que anunciaron el comienzo del disturbio de la destrucción de sinagogas, el confinamiento y deportación de la población judía, provocando un total desequilibrio y un inicio de un ciclo de sufrimiento, análisis, esperanzas y supervivencia.

Los nazis arrasaron con la mayoría la población judía llevándolos a su respectivo campo de concentración, en su caso Viktor lo encarcelaron en el campo de Aushwitz en donde comenzó su real prueba de madurez y supervivencia, una de ellas fue su primer día en la llegada del campo que comenzaron a clasificarlos por grupos, el de la derecha e izquierda, Viktor se cuestionaba porque la los movimientos del guardia pero luego las ignoro aquellas señales que más adelante se conocerá el siniestro significado, llego su turno de elegirle en que grupo pertenecía, pero antes alguien le susurro que el grupo de la derecha implicaba trabajos forzosos y el de izquierda enviaban a los débiles y enfermos, no niega de que su balanza de decisiones prefería más la izquierda, pero se esforzó en mantener la compostura, mostrar la mejor voluntad y utilidad, el guardia lo observa con detenimiento ya que Viktor no era un hombre musculoso en la cual duda si serviría en los trabajos forzosos, pero finalmente accedió indicándole que forma parte del grupo de la derecha por su gran esfuerzo. Gracias a eso y a la última toma de decisión sabia ya que no fue al crematorio, donde queman cadáveres, se supone, pero en ese tiempo cremaban a judíos vivos, un enorme horno, en donde llevaron al grupo de la izquierda, así es, si Viktor hubiera tomado la decisión de no esforzarse y rendirse, seria cenizas, elevándose al cielo como los demás judíos débiles y enfermos del grupo de la izquierda.

Aunque pudo haber sido la salida más rápida de acabar su sufrimiento como muchos judíos lo han hecho tomando la solución el suicidio, ser voluntarios de ir al crematorio o dejar fluir la epidemia llamada tifus que existía en esa época, algunos síntomas era el irreprimible aversión a la comida y horribles ataques de delirio por lo que Viktor y demás compañeros se esforzaban en no dormir para no sucumbir a esos escalofriantes ataques, lo consiguió improvisando conferencias imaginarias, además se propuso en reconstruir el manuscrito perdido en la cámara de desinfección: garabateaba en taquigrafía las palabras esenciales en pequeños trozos de papel. Otro desafío de supervivencia fue establecer una amistad con unos de los guardias durante sus interminables marchas al lugar de trabajo, escuchando sus historias de amor y sus problemas matrimoniales. Lo había impresionado con su diagnóstico sobre su carácter y sus consejos psicoterapéuticos. Le estaba agradecido y eso significaba una gran ayuda, como agradecimiento le reservaba un puesto en las cinco primeras hileras formado por 280 hombres, todos tenían miedo de llegar tarde por el simple hecho de ser los últimos ya que ellos tenían que realizar trabajos especialmente horribles en lugares muy lejanos, a las órdenes de guardias desconocidos.

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