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EL HOMBRE IMAGEN DE DIOS


Enviado por   •  25 de Octubre de 2016  •  Documentos de Investigación  •  919 Palabras (4 Páginas)  •  287 Visitas

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Seminario mayor “Mons. Óscar Arnulfo Romero”, Filosofado[pic 1]

                Universidad Don Bosco

                Facultad de ciencias y humanidades

Asignatura: Humanística

Docente: Pbro. Ricardo Antonio Cortez Martínez

Alumno: Yurdin Renato Ruano Najarro

EL HOMBRE IMAGEN DE DIOS

Dios es el creador de todo el universo y de cuanto en el existe, dentro de esa variedad de seres creados, el hombre ocupa un lugar privilegiado y es, que, él,  ha sido creado por Dios, pero, con una particularidad  y es que lo ha creado a su  imagen (Imago Dei), esto conlleva características, que le hacen distinto de las demás creaturas hechas por Dios. El hombre ha sido hecho a imagen de Dios, por tanto el hombre, es persona, es sujeto espiritual, tiene alta dignidad, tiene libertad, dotado de conciencia y capacidad de comunión o relacionarse con los demás, en este sentido vale hacer la comparación de Dios  con el autor de una obra pintoresca en el cual, el autor plasma en ella algo propio e íntimo de su ser, sin lugar a dudas, que Dios, de todos los artistas es, el más excelente, porque en cada detalle de su obra creada nos revela rasgos de su ser.

Por tanto, si nos preguntáramos ¿Qué es el hombre? Nos encontraremos que la respuesta nos la da Dios mismo en las primeras páginas de la revelación: el hombre es imagen de Dios y por tanto su origen divino nos permite determinar su presencia actual (un ser en relación con su creador) pero, más aún, nos encontramos con la develación de su fin, el modelo y el fin  que Dios ha establecido sobre el hombre, es Cristo, y por eso todo hombre está destinado a identificarse con Cristo, esta afirmación, nos revela que el hombre es, hijo de Dios en cristo, es decir que existe una filiación, Santo Tomás dice que nuestra filiación divina es una semejanza de la filiación eterna: quædam similitudo filiationis æternæ.[1] Jesucristo es nuestro ejemplar; «en la encarnación es constituido, por derecho, Hijo de Dios; nosotros debemos llegar a serlo por la participación de la gracia que sale de Él, y que, deificando la substancia de nuestra alma, nos constituye en el estado de hijos de Dios. Este es el rasgo primero y radical de la semejanza que debemos tener con Jesucristo, el que es la base y condición de toda nuestra actividad sobrenatural».[2] De manera que «toda la vida cristiana, como toda la santidad, se reduce a ser por gracia lo que Jesús es por naturaleza: Hijo de Dios»[3]

Es evidente que todo hijo de Dios es imagen de él mismo, es de ese modo que, el hombre es un ser destinado a la trascendencia, cada ser humano está destinado a la felicidad, Dios hace una alianza con el hombre para que sea feliz, desde la libertad, por tanto, la vocación originaria del hombre es la vocación al amor pleno, es de ese modo que, si el hombre es llamado y conservado por Dios surge una verdad: el hombre por naturaleza es un ser religioso. La visión cristiana nos dice que el hombre tiene un origen que es Dios y por eso es, un ser, destinado y referido a Dios. Podemos decir que no es un rasgo añadido ni accidental sino una propiedad de modo que la identidad del hombre se alcanza y se entiende solamente hacia Dios. Por tanto, el fundamento de la auténtica y plena dignidad, ínsita en cada hombre, está en su ser creado a imagen y semejanza de Dios. “La dignidad de la persona humana se radica en la creación a imagen y semejanza de Dios. Dotada de alma espiritual e inmortal, de inteligencia y de libre voluntad la persona humana está ordenada a Dios y llamada, con su alma y su cuerpo, a la felicidad eterna”[4] 

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