Dios Y El Hombre
Enviado por Dimo • 6 de Mayo de 2013 • 1.901 Palabras (8 Páginas) • 367 Visitas
El hombre ha sido es y seguirá siendo un enigma para sí mismo. Ahora que estamos en la era de las grandes tecnologías y de los impresionantes avances científicos, no son pocos los que creen que la ciencia acabará explicándolo todo, incluso llegar a desvelar el misterio del hombre como “ser”. Ni tampoco son pocos los que piensan que la ingeniería genética, tras haber completado el mapa de genoma humano, a la par con otras ciencias como humanidades, antropología, psicología, etnología, etc., darán definitivamente en el clavo haciendo desaparecer todas las religiones. Por haber los hay hasta que afirman contundentemente que ya se han construido máquinas más inteligentes que el propio hombre. Menos son los que piensan que tanto las ciencias como las máquinas son productos del cerebro humano, del que por otra parte resulta difícil hablar, entre otras cosas porque todavía no sabemos como funciona en detalle.
A lo largo de la historia, la filosofía y las ciencias parece que unas veces tienden a divergir y otras a converger y en ambos casos ahondan en el misterio del hombre como “ser”, patente ya desde su propia encarnación. De alguna manera la ciencia, no pocas veces, por ser producto del cerebro humano, es portadora de tremendos errores que dejan a su creador inmerso en el vacío mas absoluto. Así pues las divergencias y convergencias observadas a lo largo de la historia entre las ciencias y la filosofía, parecen desembocar en un mismo sentido, y como tal hecho podemos advertir sin dificultad que tanto la ciencia con métodos estrictamente objetivos, como la filosofía con razonamientos profundos y perfectamente válidos, no pueden aportarnos un exhaustivo conocimiento del hombre como “ser”. Pienso, luego existo. ¿Puede alguien explicar ésto con una ecuación?. No. Todo movimiento observable es relativo. ¿ Puede alguien demostrar esto con algún razonamiento filosófico?. No. Pero advirtamos que tanto el brillante razonamiento filosófico, como la brillante teoría, emergieron de dos cerebros humanos privilegiados, valores que si los admitimos como recibidos, sería absurdo atribuirlos a las propias ciencias o filosofía, pues ambas surgen del cerebro.
Un simple pensamiento humano, puede traspasar las barreras del Universo, esa Unidad de Actividad con la que el hombre se siente solidario, lo que implica definitivamente que el ser humano es infinitamente superior al Cosmos. El hombre es el único ser que arriesga e incluso da la vida aparentemente por nada, por un ideal. Pero el ideal existe, y si en tal caso el hombre da la vida por él, no podemos decir que lo ha hecho por nada. “Su muerte no ha sido en vano”, solemos decir. Si alguien ha sufrido o sufre algún tipo de estado depresivo, sabe que de nada sirve que intenten darle ánimos para aliviar su sufrimiento. Con frecuencia dice que lo dejen en paz porque lo único que hacen es ponerlo peor de lo que está, algo que no comprende el mentalmente sano. Y esto es lo que no pueden explicarnos ni la ciencia ni la filosofía. Somos como somos y no como quisiéramos ser. El hombre no es perfecto, pero casi. Conocedor de sus limitaciones, es consciente además de que no hay otro ser igual a él, lo que le lleva a un instinto de conservación muy distinto al de cualquier otro animal.
Pero ¿ Quien soy yo?, ¿Por qué estoy aquí?. En conciencia son preguntas que el hombre lleva dentro de sí durante toda la vida, y es él quien intenta darle “su” respuesta. Estas preguntas pueden parecer absurdas, ingenuas, e incluso para algunos carentes de sentido. Pero es inevitable que surjan a lo largo de la vida, y cuando el hombre intenta darles “su” repuesta, lo primero que suele descubrir es algo primordial, “que es él quien está, y no otro”, algo que no estima como producto de una casualidad, lo que con frecuencia le lleva a pensar con certeza de que “su” encarnación no se debe al azar ni al capricho de una simple combinación del código genético.
Pero la vida adquiere un carácter dramático si a esas dos preguntas añadimos otras dos. ¿Qué es la muerte?, ¿Por qué tengo que morir?. Definir la existencia del hombre, su lugar en el Cosmos y su destino son tareas que en cierta manera parecen concernir tanto a la ciencia como a la filosofía. Ambas son conocimientos que brotarán del cerebro humano y que a lo largo de la historia, como ya se ha dicho, se advierte claramente que divergen y convergen dejando al hombre sin respuesta. El hombre nace libre, puede esclavizar, ser esclavizado por otro hombre o por si mismo. Pero advirtamos que en cualquier caso, estamos ante portentosos resultados del cerebro: Pensamiento, idea, acción. Está claro que estamos ante una relación causa efecto, pero que nadie intente explicar esto con una ecuación. No lo conseguirá. Ni tampoco con razonamientos filosóficos. Todo será en vano. Es sin lugar a dudas lo más extraordinario que posee el hombre. La ilusoria pregunta que a veces nos hacen, ¿en qué piensas?, no deja de ser una tremenda ingenuidad, pues a nuestro interlocutor le podemos responder todo lo contrario de lo que estamos pensando, e incluso dejarlo satisfecho. La riqueza de ideas que nace del pensamiento humano es tan apasionante como desconcertante. Pero el hombre descubre por si mismo que está limitado por su propio pensamiento, que aunque parezca extraño, le impide acceder del todo a su cerebro. De hecho pensamos mucho mas rápido de lo que hablamos, y no digamos ya si intentamos escribir lo que pensamos. Así pues llegamos a la conclusión por absurda que parezca, de que incluso estamos limitados para acceder a nuestro cerebro, como si algo a alguien nos impidiera
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