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EL SER Y LA NADA


Enviado por   •  11 de Noviembre de 2014  •  1.000 Palabras (4 Páginas)  •  247 Visitas

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El ser, la nada y la infinitud.

“La angustia es la disposición fundamental que nos coloca ante la nada”.

Martin Heidegger

Dicen que el primer homo sapiens se suicidó porque no sabía qué hacer con sus pensamientos. Le pidió a su amigo que le arrancara el cuello con su mazo de rocas filudas. Su compadre, que no fue injusto y por petición legal, lo hizo (por eso el suicidio) pero no se imaginó que la culpa lo llevaría a lanzarse de un precipicio tan alto que sus huesos llegaron sin carne al tocar la superficie. La tribu, al acontecer el caso, se consumió en una problemática de muerte, comenzaron a temer a morir, a rezarse y perdonarse hasta el punto de azotar sus cabezas en las paredes de las cuevas y chorrear con su sangre aquellas imágenes irreconocibles que contemplamos hoy.

Como Camus apoyo la idea de que “el hombre es la única criatura que rechaza ser lo que es” y le sumo: “a pesar de no saber lo que es”. ¿Qué es el hombre? El hombre puede ser cualquier cosa: una creación divina, una descendencia extraterrestre, un juego de computadora, una existencia en una dimensión alternativa, unos animales primitivos, muñequitos de oro jugando a ser invencibles o quizá, una realidad despreciable. Por ello, para olvidar nuestro origen, que no es interesante, diferencio dos principios filosóficos básicos que determinan el transcurrir de la vida humana: ‘la nada sartreana’ y ‘el eterno retorno nietzscheano’. El individuo nace para morir, como nada y para nada, pero es esa adaptación de la conciencia, aceptar que se es una ‘pasión inútil’, como señalaba Sartre, la señal de que la existencia tiene un sentido, aún con las tragedias y las condiciones sociales, existe una esencia que hay que liberar para actuar junto con ella y el sentido, hacia una responsabilidad de caminar entre lo rancio y purulento.

Nietzsche por su lado, nos condenó a una vida infinita, llena de sucesos donde las personas que conocemos volverán a estar presentes; pero también el resto de los seres (animales, plantas, objetos inertes); volverán las mismas cosas con las mismas propiedades, en las mismas circunstancias y comportándose de la misma forma. Todo por un supuesto tiempo infinito. ¿Qué será del tiempo sin el hombre?

En este ensayo, no cabe un ‘eterno retorno’, una vida que se venera repetidamente; aquí, se reemplaza por ‘infinitud’, una palabra prerrogativa y embustera, que no es más que el transcurrir aleatorio y repetitivo de dolores, alegrías, decisiones, estados de ánimo, cambios, pensamientos, ilusiones, presencias, ausencias y esperas. Una cantidad relativa de pretensiones en una sola cavidad de existencia. Un solo recipiente. Para no reconocer, si es cierta, la condena de vivir nuestra misma existencia inconscientemente una y otra vez, una y otra vez. Privado de cualquier agotamiento.

Recurrimos, los seres humanos a fenómenos inexplicables, cuyas causas son indefinidas para nuestra razón. Inadvertidas para nuestra experiencia. Proyecciones, las cuales, alejamos de nuestra proposición histórica y social, atribuidas al fin y por necesidad, a objetos o personas cuya existencia carece de lucidez e impresión.

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