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Ser Libre


Enviado por   •  7 de Enero de 2013  •  2.283 Palabras (10 Páginas)  •  360 Visitas

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La persona es libre, o no es persona. No me refiero aquí a la inmunidad de coacción externa, a la libertad civil, sino a la libertad interior. La libertad es una realidad vivida y sentida de difícil explicación sin entender la participación del acto de ser humano en el Esse divino. El triángulo libertad, verdad, amor, se puede convertir en un círculo en que uno explica el otro en una especie de circulo, o en un rompecabezas en el que nada encaja; pues si se afirma uno de un modo incompleto se excluye al otro, o a todos. Eso es lo que ha ocurrido en diversas ocasiones. Sin verdad no hay libertad, sin libertad no hay amor, sin amor no se puede vivir en verdad y casi ni se puede conocer la verdad, pues el conocer es algo muy rico. Por eso, una vez más nos tenemos que remontar al conocimiento de Dios lo más alto que nos sea posible. Dios es libre con libertad infinita y el hombre es libre con libertad real no aparente, pero finita y participada de la divina.

Von Balthasar recoge los testimonios de los primeros pensadores cristianos unánimes en la defensas de la libertad del hombre, aunque sean diversas sus explicaciones. Es especialmente válido el testimonio de Ireneo[1], en el que destaca un gran misterio en la relación entre la libertad infinita y la libertad finita. “Dios lo hizo libre desde un principio, y así como le dio la vida le dio también el dominio sobre sus actos, para que voluntariamente se adhiriera a la voluntad de Dios, y no por coacción del mismo Dios. Porque Dios no hace violencia, aunque su voluntad es siempre buena para el hombre, y tiene, por tanto, un designio bueno para cada uno”. Dios no coacciona la libertad del hombre porque “la libertad finita debe experimentar su finitud y necesidad, debe de algún modo medir todo el espacio de sus posibilidades, para aprender por experiencia que sólo puede encontrar su consumación siguiendo el consejo y la inspiración de Dios”[2], Ireneo descubre, según von Balthasar, la libertad de Dios como generosidad y magnanimidad al dejarlo actuar no sólo en su amor, sino acompañarlo hasta el punto de que sus yerros se suceden al amparo del amor divino[3]

Carlos Cardona, como filósofo y como teólogo, da un paso más y justifica la libertad escribiendo: “Dios obra por amor, pone el amor, y quiere sólo el amor, correspondencia, reciprocidad, amistad (...). Y de ese amor de amistad sólo la libertad es capaz. Así al Deus caritas est del Evangelista San Juan (1 Jn 4,8), hay que añadir: el hombre termitativa y perfectamente hombre, es amor. Y si no es amor, no es hombre, es hombre frustrado, autorreducido a cosa. Pero sólo se es amor si se quiere en libertad. De ahí que el hombre, por su operación, sea causa sui, que es la definición aristotélica de libertad, aunque aún no bien precisada aún”[4]. Este causa sui no en el sentido que le da Spinoza. Santo Tomás usa la noción de causa sui[5] en el sentido de que el hombre es causa de lo que será en el devenir del tiempo, es dueño de su ser en el futuro y en la eternidad, diríamos hoy. Éste es el núcleo que queremos investigar y conocer: la libertad de Dios y la libertad del hombre. Desde el punto de vista teórico se ve que el racionalismo y el materialismo se encuentran en graves dificultades para explicar la libertad o la niegan abiertamente. Schopenhauer afirmó que era un “misterio” en sentido distinto de lo que en el cristianismo se llama misterio, significando más bien que nada sabe, o que es un problema irresuelto, también dice que es un concepto “límite”, pero se refiere a que no se puede encerrar en un concepto. Por su parte Nicolai Hartmann escribió: “El problema de la libertad es el más difícil de los problemas de la Ética, es ciertamente su exemplum crucis[6]. Hegel, aunque señala en su primera época que la libertad es una aportación cristiana característica, acabará diciendo, en lógica continuidad con su racionalismo absoluto, que es la ignorancia de la necesidad, y no deja ninguna libertad a Dios en el proceso de autoconocimiento del Absoluto que necesita al mundo para tener conciencia de sí. Spinoza le precede en esta negación de la libertad. En los materialistas la negación de la libertad es más total, pues la amteria actúa como un mecanismo, y los mecanismos están determinados y no son libres. Al intentar explicar la libertad con mecanismos materiales, aunque sean cerebrales, pues no pueden y la acaban negando. Un materialista total como Skinner se atreve a escribir: “niego rotundamente que exista la libertad. Debo negarla, pues de lo contrario mi programa sería totalmente absurdo. No puede existir una ciencia que se ocupa de algo que varía caprichosamente. Es posible que nunca podamos demostrar que el hombre no es libre; es una suposición. Pero el éxito creciente de una ciencia de la conducta lo hace cada vez más plausible”[7]. Ve la libertad como un capricho, si así fuese sería comprensible reaccionar en contra, pero es algo más serio y digno.

Estas actitudes son consecuencia de la separación de la unidad del saber. En primer lugar se separó teología y filosofía. Luego, se redujo la metafísica a una filosofía que sólo era una lógica mental, racionalismo que acabará siendo explícito. Además, se desarrollará lo que se llamará ciencia experimental, que no es más que el estudio del accidente cantidad, muy rico, pero sólo un accidente. Más tarde, la ciencia experimental, o su hermana pequeña la técnica, tenderán a usurpar todo el conocimiento en una nueva reducción. Quiere explicar toda la realidad con el método experimental, cosa evidentemente imposible y de gravísimas consecuencias, como estamos viviendo en los últimos tiempos. En esta rotura se va dando un desconocimiento, un olvido, y se intenta reducir toda la realidad a la parcela que se conoce y se desmenuza como si fuese un crucigrama, aunque al final sea sólo un artificio.

Un testimonio emotivo de esta cuestión, que no es sólo una polémica entre intelectuales es el de Tatiana Goricheva. Después de su conversión vive una intensa libertad interior, a pesar de la opresión comunista, pero al visitar Occidente queda algo decepcionada por la superficialidad que le parece percibir: “He llegado a Viena ¿Qué es lo que he sentido aquí? ¿He vivido el sentimiento de libertad? Tampoco en Rusia era libre. La libertad es un don de Dios. Es una obligación. No un derecho. Tuve la sensación de vivir en un mundo de formas, donde todo encontraba su expresión y un envoltorio elegante(...) el exceso de cosas hermosas que a una le arrastran, si no está bastante orientada al cielo. Aquí la tierra te puede tragar para siempre”[8] Quizá no caló la libertad que se da en el mundo occidental, pero seguro que en muchos ambientes la libertad se ha quedado en frivolidad o superficialidad, cuando no en una excusa para la carne

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