El Poder Artistico
Enviado por balamono • 22 de Septiembre de 2014 • 1.914 Palabras (8 Páginas) • 507 Visitas
LA OBRA DE ARTE, EL ARTISTA Y EL PODER.
La visión es una facultad que complica las situaciones más comunes de la vida. En diferentes momentos, nos encontramos observando lo que se denomina como realidad; observando correlaciones, entramados, relaciones con los seres humanos. En otro momento, la realidad nos mira (y nosotros sabemos que nos está mirando).Cada imagen que apreciamos tiene un toque de subjetividad, dado que el individuo que posa la mirada sobre cierto objeto, recoge elementos de aquello que lo rodea. El constructor de imágenes es considerado un artista y muchas veces, sus creaciones son categorizadas como obras de arte; de aquí surge un conflicto, dado que alrededor del arte existen varios supuestos que lo convierten en una situación conflictiva: lo convierten en una franquicia, es decir, queda relegado a cierto sector privilegiado; queda rodeado de un velo místico que lo transforma en un asunto cuasi-divino, lo cual propicia que ciertos elegidos tengan acceso a él. La obra permite varios tipos de confrontación con el espectador, de ellas destaco dos que considero fundamentales: aquella que posibilita una experiencia basada en la sensaciones (lo que despierta la obra en el individuo que la aprecia) y otra más basada en lo académico del arte; es decir: la confrontación de la obra artística basándose en categorías propias del arte, lo cual convierte a la apreciación artística en una visión rígida que pretende englobar en categorías cuadradas a obras que devienen. El primer tipo de acercamiento sugiere un arte para cualquier persona, esto es, que el sujeto X puede aproximarse a la obra con la finalidad de tener una experiencia estética sin que –necesariamente- tenga conocimiento sobre las nociones estéticas básicas. Esto puede parafrasearse como: un arte para todos, un arte equitativo, un arte igualitario. La segunda opción presupone cierta teoría extraída del conocimiento académico, lo cual es sinónimo de que el arte es producido y va dirigido por una élite. Se presenta el dilema: arte para todos o arte para algunos. Este dilema va ligado a un enfrentamiento: el artista versus el crítico académico. Parece ser que el crítico impone categorías al arte creado por el artista, añade presupuestos alejados de las ideas del creador y sobre todo, mira con extrema subjetividad la obra creada. La obra –en tanto que proceso personal que refleja estados de ánimo- debe ser analizada y criticada desde ella para obtener consideraciones posteriores de mayor relevancia. Al analizar la obra basándose en supuestos personales, no podrá comprenderse la intención del autor. Dotar a la obra de misticismo aleja del punto inicial con que la obra fue pensada.
Los adelantos tecnológicos –como la cámara de video o la cámara fotográfica– rompieron un concepto que hasta entonces había sido neurálgico en el arte: la unicidad; es decir, el carácter único de la obra de arte. De la obra seleccionada, sólo era posible encontrar un ejemplar (aspecto que dotaba de ese halo místico al arte); con la fotografía o el video, es posible tener múltiples (incluso infinitas) reproducciones de la obra que se elija. De pronto el arte sale de su misticismo y se acerca al espectador –rompiendo el esquema clásico en donde el espectador era el que se transportaba hacia la obra de arte–. De igual manera, se rompe otro gran precepto artístico: la originalidad. Se sustituye el concepto por el material en el cual es depositada la obra; así, el valor de dicha obra se puede cuantificar, se da pie a que el arte tenga un precio de mercado convirtiéndose en un objeto más que está disponible al mejor postor (claro está que el que maneja al arte como moneda de cambio, nunca aceptará la comercialización del mismo; apelará de nuevo al misticismo inexistente que versa sobre el valor espiritual y el esfuerzo vertidos en la obra). Ahora bien, tómese en cuenta otro proceso tecnológico: la reproducción en masa. La reproducción masiva del arte está ligada a la pérdida del valor en la obra de arte, dado que estas pierden su sentido original. Este mecanismo de creación artística es un arma de doble filo: por un lado beneficia a la obra al hacerla accesible a cualquier público, le brinda flexibilidad, le otorga la posibilidad para ser explotada completamente; por el otro lado, la obra se va desdibujando, va perdiendo el sentido con el que fue creada, va adquiriendo nuevos significados alejados de el sentido primero que tuvo.
LA MUJER Y EL DESNUDO.
En el arte, la figura masculina es sinónimo de control, de yugo sobre la figura dicotómica de lo femenino. Esta figura es representada como lo débil y limitado; la referencia es clara: la imagen de lo físico juego un rol importante. La gran relevancia que adquiere lo físico se muestra claramente: la mujer debe estar en constante cuidado de su cuerpo, la opinión que la mujer construye sobre éste es simplemente el cúmulo de opiniones que los demás le comunican; por ello, la mujer debe preocuparse por cumplir el canon que satisface al otro, para poder estar satisfecha. La pintura se alimenta de este rubro: la pintura al óleo está repleta de representaciones de desnudos: desde Eva (la cual es representada como el epítome de la desgracia que culmina con la expulsión del paraíso). Este momento es relevante dado que atestigua el instante en el que el sujeto se da cuenta que hay un otro que se encuentra desnudo ante él. En esta rama de la pintura, las que protagonizan los desnudos son una herramienta que cumple la misión de complacer al espectador –en este caso el género masculino-, creando en él la idea de que aquella que se desnuda en la pintura, se convierte en objeto y puede ser poseída y/o dominada. Claro está que estas ideas son
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