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El Principe


Enviado por   •  13 de Abril de 2013  •  2.672 Palabras (11 Páginas)  •  260 Visitas

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EL PRINCIPE

Los principados son hereditarios, cuando una misma familia ha reinado en ellos largo tiempo, los principados nuevos son como miembros agregados al estado. Ya que estos se adquieren con el esfuerzo propio o el ajeno, por suerte o por cualidades. Es más fácil conservar un estado heredado, ya que está acostumbrado a una forma de gobierno que uno nuevo, ya que con solo no alterar la forma de gobernar de los príncipes anteriores, y ser tolerante con los diferentes cambios que se lleven a cabo. Si el príncipe emplea su inteligencia se mantendrá siempre, a menos que por algún problema que se le presente salga del o sea echado de este mismo, solo esperaría para reconquistarlo, a que el que se encontrara a cargo, no supiera manejar el estado, (gobierno).

Los principados mixtos, nacen en primer lugar de una normal dificultad que se encuentra en todos los principados nuevos. Esta dificultad que estriba en que los hombres cambian con gusto de príncipe, basándose en su anhelo de mejorar, y de esta manera revelarse contra él; y cuál es su sorpresa, que luego la experiencia les muestra que fracasaron en su búsqueda de alguien mejor. Esto trae como consecuencia que el príncipe se vea obligado a ofender a sus seguidores. De este modo se tiene por enemigos a todos los que ha ofendido al ocupar el principiado. Pues bien es cierto que los territorios rebelados se pierden con más dificultad cuando se conquistan por segunda vez. Y quien los adquiere, si desea mantenerse en ellos debe tener dos cuidados: primero, que la descendencia del príncipe anterior desaparezca; después, que ni sus leyes ni sus tributos sean alterados. Pero cuando se adquieren estados en una provincia con idioma, costumbres y organización diferentes, surgen entonces las dificultades y se debe tener la suerte, además de habilidad para que se puedan conservar, y la mejor forma seria que la persona que los tuviera fuera a vivir con ellos. El autor dice que es más fácil tener colonias aliadas, en un país extranjero para que sirvan de espías de lo que hay sucede. Nos dice también que el príncipe debe estar bien con sus vecinos.

Cuando una ciudad en donde se regían libremente por sus propias leyes es conquistada, se debe aniquilar totalmente o acabar con esas libertades para crear un nuevo gobierno y obligar a los gobernados a obedecer, ya que de lo contrario estos como están organizados y libres se pueden sublevar fácilmente y derrocar al nuevo gobierno. Por lo regular los hombres siguen casi siempre el ejemplo de otros, empeñándose en imitar sus acciones. Y aunque es posible seguir el camino de estos, todo hombre debe procurar entrar en el camino de los que han dejado huella en la historia ósea, los grandes. Aunque a su vez no todos han sido príncipes por el azar, sino también por sus cualidades.

El príncipe nuevo que considere que necesita defenderse de enemigos, conquistar hombres para tener amistades, vencer por diferentes medios (fuerza y fraude), hacerse amar o que sus habitantes le teman, tener el respeto y obediencia de los soldados, eliminar a los que no le ayuden sino lo contrario, remplazar con nuevas leyes lo ya existente, ser duro y amable, liberal, destruir las milicias infieles, crear nuevas, conservar las amistades que le sirvan de buen grado de reyes y príncipes. Pues los hombres ofenden por miedo o por odio. Pues una persona se engaña si cree que entre personas distinguidas, los beneficios nuevos hacen olvidar las anteriores ofensas.

Un ciudadano, no por malos actos ni violencia, sino por el apoyo de sus compatriotas, se convierte en príncipe. El estado constituido de esa manera se puede llamar principado civil. Alcanzarlo no depende tanto, de los meritos o de la suerte; depende más de una habilidad que permite la fortuna, y es necesaria, de la ciudadanía, o bien de los nobles. Nos dice además que en toda ciudad se encuentran dos fuerzas contrarias, una en su lucha por el mandato y oprimir a la otra, que no quiere ser oprimida ni mandada. Y de este choque surgen, o principiado, o libertad, o licencia.

Tiene derecho a imponer el principado el pueblo y los nobles según la ocasión que se presente. Y sobre esto nos dice el autor, tiene más dificultad el que llega con la ayuda de los nobles al principado, que los que llegan con el apoyo del pueblo. Afirma que un príncipe no podrá dominar nunca a un pueblo cuando todos sean sus enemigos, porque son mayoría, en cambio a los nobles, como son pocos les será fácil. También el autor nos dice, que debemos servirnos en especial de los que son de buen criterio, porque en la prosperidad nos honraran y en la adversidad no hay que temer, y cuidar que se unan a ti, sin pensar más en sí mismos porque de lo contrario deberás huirles como si se tratara de enemigos declarados. Y de este modo el que llega a príncipe con el pueblo queriéndolo y apoyándolo, debe mantener su simpatía, cosa fácil, pues este lo único que busca es no ser oprimido. El príncipe necesita contar con el cariño del pueblo pues de lo contrario no tiene remedio en la adversidad. Ya que un príncipe valiente que no se acobarda ante la adversidad debe reflejárselo a su pueblo, para que él se sienta orgulloso de haber depositado su confianza en él. Por lo que un príncipe debe hallar la manera de que los ciudadanos siempre y en todo necesiten del estado y de él. Para que siempre le tengan fidelidad y respeto.

Se consideran capaces de poder mantenerse por sí solos, a los que, o por tener muchos hombres o dinero, pueden elevar un ejército que se haga respetar y dar batalla a quien se atreva a atacarlos. Ya que quien tiene bien fuerte su ciudad, y no es odiado por el pueblo. También nos dice que en un momento dado, si el príncipe es sabio no le costara mantener el ánimo de sus seguidores o pueblo. Durante cualquier ataque, siempre y cuando no se carezca de alimentos, ni medios de defensa.

Los principados eclesiásticos son los únicos que tienen estados y no los defienden; ciudadanos, y no los gobiernan. Y a pesar de que los estados están sin protección no le son arrebatados, y los ciudadanos además de carecer de gubernatura, no se preocupan, ni podrían sustraerse a su soberanía. Por eso son los únicos principados seguros y felices.

Para un príncipe debe tener buenos cimientos de su poder porque de lo contrario fracasaría, y estos cimientos indispensables, son las buenas leyes y las buenas tropas; y como dicen, donde hay buenas tropas por fuerza hay buenas leyes. Las tropas con las que un príncipe defiende sus estados son propias, mercenarias, auxiliares o mixtas. Nos dice que los capitanes mercenarios, o son hombres de merito o no los son; pero no se puede confiar en ellos sí lo son porque aspiraran siempre a realizar su propia grandeza, pues con toda la seguridad llevaran al príncipe a

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