El Ser Nimado
Enviado por toolo • 24 de Septiembre de 2014 • 5.796 Palabras (24 Páginas) • 239 Visitas
VALOR ESTÉTICO Y ARTISTICIDAD
EN LA TEORÍA DEL ARTE DE A. DANTO[1]
María José Alcaraz
(University of Sheffield)
Resumen: La teoría del arte de Arthur C. Danto se ha constituido en parte como un rechazo de la teoría estética del arte. Ha defendido la tesis de que el criterio estético para distinguir el arte del no-arte es inválido; así mismo ha defendido la idea de que la estética no forma parte de la esencia de lo artístico. Me centraré en los argumentos que Danto ha ofrecido para sustentar ambas tesis. Trataré de mostrar, en primer lugar, que sus argumentos no son concluyentes y, en segundo lugar, que su concepción de lo estético está en tensión con su propia noción del significado artístico.
El rechazo de Danto de la teoría estética del arte está constitutito por tres tesis diferentes. En primer lugar sostiene que el valor estético no es un buen criterio para distinguir el arte del no arte. En segundo lugar afirma que si el valor estético de una obra no puede proporcionarnos la marca de lo artístico, entonces lo estético no es un componente constitutivo del arte. Finalmente, Danto sostiene que el valor estético, cuando esté presente en una obra de arte, no es un índice de su valor artístico; esto es, que la relación entre valores artísticos y estéticos es contingente. El buen arte puede ser estéticamente pobre y obras de arte que son estéticamente valiosas pueden ser desde un punto de vista artístico poco interesantes. Estas tres tesis pueden resumirse con palabras del propio Danto del siguiente modo: “(M)i pensamiento era que la estética no pertenece realmente a la esencia del arte”.[2]
En la primera sección de este artículo presentaré brevemente la teoría estética del arte subrayando los aspectos que son problemáticos para Danto. En la sección II, revisaré el argumento ofrecido por Danto contra el criterio estético del arte. En la III, intentaré mostrar que el experimento de los indiscernibles no es concluyente con respecto al fracaso del criterio estético que parece seguirse de la aceptación del experimento; y, finalmente, (sección IV) examinaré dos problemas: por un lado, (i), si el supuesto fracaso del criterio estético implica que el valor estético no tiene nada que ver con el concepto de arte; esto es, si el valor estético puede considerarse, contra Danto, como un aspecto constitutivo de lo que llamamos arte. Y (ii) hasta qué punto puede Danto defender su concepción del significado artístico como “significado encarnado” al tiempo que pasa por alto el modo en el que los aspectos estéticos de la obra de arte contribuyen o constituyen su significado.
No es parte esencial del enfoque que aquí presento ofrecer además una defensa de la teoría estética del arte. Mi objetivo es más modesto: tratar de mostrar que la crítica de Danto a la teoría estética es menos convincente de lo que pueda parecer en un principio y de que lo estético tiene, y tal vez deba tener, cabida en nuestra noción de arte –incluso dentro el marco teórico diseñado por Danto.
I
En primer lugar, presentaré brevemente las líneas principales de la definición estética del arte, así como del criterio para que algo cuente como arte que se deriva de la misma.
Existen numerosas versiones de la concepción estética del arte [3]. Algunas se centran en la naturaleza del objeto artístico y sostienen que un objeto puede considerarse como arte si posee valor estético. Otras enfatizan la importancia de las intenciones del productor a la hora de crear un objeto estéticamente valioso; éstos últimos son más flexibles a la hora de exigir que el objeto en cuestión posea de hecho valor estético para que sea considerado arte. Ambas versiones coinciden, sin embargo, en la importancia del valor estético como rasgo principal del arte.
En general el valor estético se concibe como algo que se aprehende en una experiencia perceptiva del objeto. Las propiedades estéticas son un subconjunto de las propiedades perceptivas y típicamente se identifican a través de un acto perceptivo: mirar, escuchar, tocar, etc. El criterio estético es, pues, un criterio perceptivo: juzgamos el valor estético de una obra –y así discriminamos entre arte y no arte- a través de una experiencia perceptiva de la misma. De este modo, una obra producida con una intención estética será arte si posee un valor estético que podamos reconocer a través de una experiencia.
Esquemáticamente: (i) Un objeto es producido con la intención de provocar una experiencia estética o de poseer valor estético; (ii) experimentamos el objeto para valorarlo estéticamente; y (iii) decidimos si el objeto merece ser considerado como “arte” en función de la cualidad estética de la experiencia que proporciona.
Este criterio funcionaria si cada obra produjera una única experiencia estética o pudiera ser descrita exclusivamente a través de una descripción estética. Si así fuera, podríamos decidir para cada objeto u obra si es estéticamente valiosa simplemente experimentándola estéticamente. Sin embargo, como ya es generalmente reconocido, cualquier objeto puede experimentarse estéticamente de muchas formas y las variaciones en nuestras descripciones estéticas dependen en parte de las descripciones bajo las que percibimos la obra. Así, junto a una experiencia de la obra, necesitamos una interpretación correcta del objeto si su valor estético ha de identificarse correctamente. El argumento de Danto explota este aspecto de la experiencia estética –su carácter relativo a una interpretación- para desestimar la validez de la misma como criterio para determinar si algo es arte.
II
La crítica de Danto al criterio estético es la siguiente: En primer lugar, muestra que si el status artístico de un objeto se determina a través de una experiencia del mismo, dos objetos perceptivamente indiscernibles poseerán el mismo valor estético; por tanto, si de uno de ellos decimos que es una obra de arte en base a la experiencia que proporcionar, lo mismo hemos de decir del otro. Sin embargo, normalmente negamos valor estético a copias perfectas de obras de arte o, al menos, consideramos que su valor difiere del que poseen los originales. Lo mismo puede decirse del valor estético de obras como los ready-mades o de obras que resultan ser perceptivamente indiscernibles de objetos que no son arte. En estos casos, el juicio estético que corresponde a la obra difiere del que afirmaríamos del mero objeto que es perceptivamente indiscernible de aquella.
Las concepciones experienciales del valor estético no pueden explicar esta divergencia en los juicios estéticos que corresponden a cada uno de estos objetos
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