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Enviado por olmosive • 8 de Agosto de 2013 • 1.572 Palabras (7 Páginas) • 260 Visitas
Cómo resolver problemas conyugales
Consejos para las familias
Cómo resolver problemas conyugales
Él dice: “Después que nos casamos, Sara * y yo vivimos por un tiempo con mi familia, en casa de mis padres. Un día, la novia de mi hermano me pidió que la llevara a su casa en nuestro auto. Accedí cortésmente y me llevé a mi hijo pequeño con nosotros. Pero cuando regresé a casa, Sara estaba furiosa. Nos pusimos a discutir y ella me acusó de mujeriego frente a mi familia. Entonces perdí la calma y le dije cosas que la enfurecieron todavía más”.
Ella dice: “Reaccioné así por muchas razones. Estaba angustiada porque nuestro hijito tenía un grave problema de salud y, además, justo en ese momento, atravesábamos problemas económicos. Por eso me enojé tanto cuando Fernando se fue en el automóvil con la novia de su hermano llevándose al niño. Así que en cuanto llegó a casa, le dije cómo me sentía. Entonces tuvimos un fuerte altercado en el que nos insultamos mutuamente. Al final, me sentí destrozada”.
CUANDO los esposos tienen discusiones como esta, ¿significa que ya no se aman? Por supuesto que no. De hecho, Fernando y Sara —la pareja que se acaba de mencionar— se quieren muchísimo. No obstante, hasta los mejores matrimonios tienen sus diferencias de vez en cuando.
Pero ¿por qué surgen los desacuerdos, y cómo puede usted evitar que destruyan la relación con su pareja? Pues bien, en vista de que fue Dios quien instituyó el matrimonio, es lógico recurrir a su Palabra, la Biblia, para saber lo que dice al respecto (Génesis 2:21, 22;2 Timoteo 3:16, 17).
Llegue a la raíz del problema
En la mayoría de los matrimonios, ambos cónyuges desean llevarse bien y tratarse con cariño. Sin embargo, la Biblia afirma de manera realista que “todos [los seres humanos] han pecado y no alcanzan a la gloria de Dios” (Romanos 3:23). Por lo tanto, cuando se producen desacuerdos, quizás no sea fácil dominar las emociones. Y si se desata una discusión, hay quienes tal vez tengan que librar una verdadera lucha contra malas costumbres, como insultar y gritar (Romanos 7:21; Efesios 4:31). Ahora bien, ¿qué otros factores podrían ocasionar discordias?
En primer lugar, es frecuente que cada cónyuge se comunique de un modo distinto. Por ejemplo, Sandra comenta: “Ya de recién casada me di cuenta de que los dos abordábamos los asuntos desde ángulos muy distintos. A mí no solo me gusta hablar de qué sucedió, sino también de por qué y cómo. En cambio, parece que a mi esposo solo le importa el resultado final”.
Sandra no es la excepción. En muchos matrimonios, es posible que uno de los cónyuges desee poner todas las cartas sobre la mesa, en tanto que el otro prefiera eludir el tema. A veces, cuanto más insiste uno de ellos en dialogar, más se resiste el otro. ¿Percibe una tendencia como esta en su relación? ¿Es uno de ustedes el que siempre desea expresarse y el otro el que siempre se cierra?
Otro factor que cabe señalar es que la crianza de cada uno pudiera influir en su idea de cómo deben comunicarse las parejas. Javier, que lleva cinco años de casado, comenta: “En mi familia todos somos reservados y nos cuesta trabajo revelar abiertamente nuestros sentimientos. Esto le desespera a mi esposa. En su familia son muy extrovertidos, así que para ella es muy sencillo decirme lo que siente”.
¿Vale la pena esforzarse por resolver los problemas?
Los investigadores han descubierto que el parámetro más confiable para pronosticar la felicidad conyugal no es la cantidad de veces que se dicen “Te quiero”. Tampoco lo es la satisfacción sexual ni el nivel económico. Más bien, el factor que más garantiza el éxito es la capacidad que ambos tengan de resolver sus desacuerdos.
Por otro lado, Jesús afirmó que cuando un hombre y una mujer se casan, no es el hombre quien los une, sino Dios mismo (Mateo 19:4-6). Así que un buen matrimonio honra a Dios. Pero si el esposo no muestra amor ni consideración a su esposa, Jehová Dios no escuchará sus oraciones (1 Pedro 3:7). Y si la esposa no respeta a su esposo, en realidad es a Jehová a quien no está respetando, pues él designó al esposo como cabeza de la familia (1 Corintios 11:3).
Consejos para triunfar: rompa con los patrones de conducta que perjudican su relación
Sin importar su modo de comunicarse y la crianza que haya tenido, hay ciertos patrones de conducta que debe romper si desea poner en práctica los principios bíblicos y solucionar los desacuerdos. Hágase las siguientes preguntas:
▪ “¿Controlo el impulso de desquitarme?” La Biblia dice: “El apretar la nariz es lo que produce sangre, y el apretar la cólera es lo que produce riña” (Proverbios 30:33). ¿Qué significa eso? Veamos
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