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Filosofos De La Epoca Medieval


Enviado por   •  22 de Julio de 2013  •  8.645 Palabras (35 Páginas)  •  541 Visitas

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San Anselmo

Frases Celebres

 No busco, en efecto, entender para creer, sino que creo para entender. Pues creo esto, porque si no creyere, no entendería."

 "Así, pues, ¡oh Señor!, Tú que das inteligencia a la fe, concédeme, cuanto conozcas que me sea conveniente, entender que existes, como lo creemos, y que eres lo que creemos. Ciertamente, creemos que Tú eres algo mayor que lo cual nada puede ser pensado.

 "Haz, te lo ruego, Señor que yo sienta con el corazón lo que toco con la inteligencia"

 Todas las cosas son lo que deben ser, porque son como las quiso el creador.

 Te ruego, Señor, que te conozca y te ame para que encuentre en ti mi alegría. Y si en esta vida no puedo alcanzar la plenitud, que al menos crezca de día en día hasta que llegue a aquella plenitud. Que en esta vida se haga más profundo mi conocimiento de ti, para que allí sea completo; que tu amor crezca en mí para que allí sea perfecto, y que mi alegría, grande en esperanza, sea completa en posesión.

 "El navío de mi corazón pierde el timón en cada fiesta y se deja llevar por las olas de la perdición.

 "Allí donde están los verdaderos goces celestiales, allí deben estar siempre los deseos de nuestro corazón"

 "Aunque no quisiera creer en ti, no puedo dejar de comprender que existes""Mis progresos espirituales, después de Dios y de mi madre, los debo a haber tenido unos excelentes profesores en mi niñez, los Padres Benedictinos".

Aportes

I. Concibe la filosofía como una ayuda para comprender la fe: hay una sola verdad, la revelada por Dios, que es objeto de fe; pero la razón puede añadir comprensión a la fe y, así, reforzarla.

II. Animado por sus monjes llevó al papel las meditaciones en que basaba sus enseñanzas, escribiendo sus dos obras más conocidas: El Monologium, (modo de meditar sobre las razones de la fe), en el que daba las pruebas metafísicas de la existencia y la naturaleza de Dios, y el Proslogium (la fe que busca la inteligencia) o contemplación de los atributos de Dios.

III. Se le considera fundador de la teología escolástica; que se basó en la coordinación entre fe y razón.

IV. Para Anselmo el conocimiento comienza por los sentidos a través de los cuales percibimos las cosas como son. Pero los sentidos no nos dan un juicio de verdad: éste procede de la inteligencia.

V. Anselmo concibe la perfección de las cosas como un reflejo exacto de la idea divina según la cual fueron hechas.

VI. En su último escrito De concordia trata El problema de la libertad y la predestinación. Esa predestinación para el bien no nos priva de la libertad, puesto que Dios simplemente crea y conserva en nosotros la posibilidad de adherirnos al bien.

Biografía

Nació el año 1033 en Aosta (Piamonte). Ingresó en el monasterio benedictino de Le Bec, en Normandía, y enseñó teología a sus hermanos de Orden, mientras adelantaba admirablemente por el camino de la perfección. Trasladado a Inglaterra, fue elegido obispo de Canterbury y combatió valientemente por la libertad de la Iglesia, sufriendo dos veces el destierro. Escribió importantes obras de teología. Murió el año 1109.

Fue predicador y reformador de la vida monástica. De jovencito fue encomendado a un profesor muy riguroso, regañón y humillante y el niño empezó a perder la alegría y a volverse demasiado tímido y retraído. Entonces lo llevaron a los Padres Benedictinos y estos por medio de la bondad y de la alegría lo transformaron en un estudiante alegre y entusiasta. Todos los ratos libres los dedicaba a estudiar y a escribir.

A los 15 años intentó ingresar en un monasterio, pero el abad, sabiendo que el padre de Anselmo, Gandulfo, se oponía a ello, no quiso admitirle. Mientras el papá lo animaba a ser un triunfador en el mundo, la madre le mostraba el cielo azul y le decía: allá arriba empieza el verdadero reino de Dios. El papá lo llevaba a fiestas y a torneos. Pero, aunque Anselmo participaba con mucho entusiasmo, después de cada fiesta mundana sentía su alma llena de tristeza y desilusión. Entonces, Anselmo se fue inclinando más a ganarse el cielo que las glorias humanas.

Anselmo olvidó durante algún tiempo su vocación, descuidó la práctica religiosa y vivió una vida mundana de la que no dejó de arrepentirse más tarde hasta el último día de su vida. Anselmo no se entendía con su padre. Tan severo era éste, que Anselmo no tuvo más remedio que abandonar la casa paterna, después de la muerte de su madre, para proseguir sus estudios en Borgoña. Tres años más tarde, pasó a Bec, en Normandía, atraído por la fama del gran abad Lanfranco. A los veintisiete años, en 1060, Anselmo ingresó en el monasterio de Bec, donde se convirtió en discípulo y gran amigo de Lanfranco. Este fue nombrado abad de San Esteban de Caen, tres años más tarde y Anselmo pasó a ser el prior de Bec. Algunos monjes murmuraron contra la elección de Anselmo, quien era todavía muy joven; pero su paciencia y bondad acabaron por ganarle los ánimos de sus más acerbos críticos. Entre éstos se contaba un joven muy rebelde, llamado Osberno, a quien San Anselmo convirtió poco a poco a la observancia y asistió tiernamente en su última enfermedad. San Anselmo era gran devoto de la Virgen María y decía que no hay criatura tan sublime y tan perfecta como ella y que en santidad sólo la supera Dios.

San Anselmo fue un hombre de singular encanto. Su simpatía y sinceridad le ganaron el afecto de hombres de todas clases y nacionalidades. La caridad del santo se extendía aun a los más humildes de sus fieles. Él fue uno de los primeros que se opusieron a la esclavitud. En el concilio nacional de Westminster, que reunió en 1102 para resolver algunos asuntos eclesiásticos, el arzobispo obtuvo la aprobación de un decreto que prohibía vender a los esclavos como animales.

En 1078, después de quince años de priorato, Anselmo fue elegido abad de Bec. Eso le obligaba a viajar con frecuencia a Inglaterra, donde la abadía contaba con algunas propiedades.

La muerte de Guillermo el Rojo puso fin al destierro de San Anselmo, quien entró en Inglaterra entre las aclamaciones del pueblo. Pero la paz no fue duradera.

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