Filosofía ¿Para qué?

Filosofía ¿Para qué?:

Con esta obra, titulada "Filosofía, ¿Para qué?, Ignacio Ellacuría nos da un tipo de introducción al conocimiento de lo que es la filosofía. Nos dice que esta no es solo de sabios, sino que todos podemos filosofar, y que no se "enseña filosofía", más bien se enseña a filosofar, lo que más me llamo la atención fue cuando un profesor que se quejaba ante Zubiri de la pregunta que le hacia sus discípulos sobre: "¿Por qué estudiamos filosofía?" en lo que Zubiri le respondió "por lo pronto, para que no vuelvan a hacer esa pregunta" esto le quiso dar a reflejar que no hay que hablar así por así de filosofía, sino que hay que aprender primero a como filosofar. El autor menciona a Sócrates, quien resplandece la necesidad de filosofar, interesándose en los problemas de su ciudad, como su morada. Además de que este piensa que solo sabe quien sabe que no sabe nada. El autor habla sobre como Sócrates luchaba con los poderosos de su tiempo y como pedía libertad de pensamiento, el luchaba como teórico y político por la verdad, bondad, belleza y justicia al punto de preferir morir a dejar de filosofar o su cuidad.

Ignacio E, habla sobre la relación que existe entre la filosofía y la ciencia, donde hay ciertas diferencias entre conocimiento fisiológico y conocimiento científico, el científico busca saber cómo funciona una cosa, y el filosofo busca como es en realidad una cosa; se interponen los que se opina que son las cosas, y lo que realmente son, muchos filósofos y científicos nos quieren dar a entender que no se estudia y se hace ciencia porque si, sino que cada realidad de las cosas están ocultas . El autor nos hace ver que la ciencia llega hasta lo verificable, filosofía abarca todavía más, incluyendo su significado y la realidad de las cosas, Ellacuría advierte que la sabiduría humana debe estar al servicio de causas nobles.  ingente esfuerzo de la humanidad. Intentar lograr un saber filosófico, darle sentido a la vida, implica un gran esfuerzo. Pero un esfuerzo estrictamente racional y crítico. Cuando un hombre no se preocupa por tenerla o erróneamente cree poseerla es un delito de inhumanidad y peligroso, y más inhumano y más peligroso aún si sucede en quienes tienen la responsabilidad de gobernar.

El autor también plantea que la filosofía pretende positivamente exponer como son las cosas y también tiene tarea de crítica. desde el sistema de ideas de un autor hasta la ideología como sustitutivo de la realidad o como enmascaramiento de la realidad. Incluso, explica cómo un pensamiento o un sistema de pensamiento está situado, es decir, relacionado a una situación concreta, por lo que el elemento ideologizado del pensamiento no está sólo en su contenido, sino fundamentalmente en relación con una determinada situación o acción, menciona los dos mecanismos que garantizan ese proceso de independencia y ese propósito de desideologización: la duda y la negación. Se cree que cuando la filosofía crea y afirma, hay peligro de ideologización, no como cuando critica la filosofía se convierte en ideología cuando abandona su actitud crítica y emprende una tarea constructiva y sistemática repetitiva y no creativa. Para Ellacuría, cuando la filosofía se usa como representación o repetición de la realidad, sin crítica, sin creación, se convierte en pura ideología.

El autor también hace referencia a como la filosofía busca salirse de toda totalidad.

El autor llega a algunas conclusiones como que la filosofía implica: 1. Saber 2. Desideologizar, también que la gente no sabe que no sabe, por lo que hay que hacer un esfuerzo por saber crítica y creativamente.  no puede quedarse en una actividad individual. La sociedad entera debe filosofar pues ésta necesita a la filosofía ya que la filosofía implica dos grandes necesidades: el estar instalado en la realidad y, por otra parte, el  saber última y totalmente cómo es esa realidad, más allá de sus apariencias. Para ello, recuerda el necesario carácter técnico de toda filosofía. Ellacuría no abandona su misión y expresa todo lo planteado se logrará dependiendo de las condiciones de profesores y estudiantes, recordando que no se trata de la transmisión de contenidos, sino de la puesta en marcha de la propia capacidad de los miembros de la comunidad educativa para pensar de manera crítica y autónoma, por último, Ellacuría concluye que la verdad nos hará libres. Que la filosofía busca esa verdad y de allí su función liberadora. Pero que se trata también de una verdad operativa, es decir, que facilite la liberación del hombre, que impida su alienación, pero sobre todo que ayude a la emancipación definitiva de nuestros pueblos. Allí vuelve a rematar la respuesta conclusiva a la pregunta del para qué de la filosofía: “Cuando estos pueblos cuenten con la posibilidad real de pensar por sí mismos en todos los órdenes del pensamiento, es que ya van camino de la libertad y de la posesión plena de sí mismos. He ahí el para qué de la filosofía”.

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