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Fragmentos póstumos Nietzsche


Enviado por   •  28 de Octubre de 2014  •  16.170 Palabras (65 Páginas)  •  508 Visitas

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LENGUAJE Y CONOCIMIENTO

35[35]

Lo que más fundamentalmente me separa de los metafísicos es esto: no les concedo que sea el yo el que piensa. Tomo más bien al mismo yo como una construcción del pensar, construcción del mismo tipo que ‘materia’, ‘cosa’, ‘sustancia’, ‘individuo’, ‘número’, por tanto sólo como ficción reguladora gracias a la cual se introduce y se imagina una especie de constancia, y por tanto de ‘cognoscibilidad,’ en un mundo del devenir. La creencia en la gramática, en el sujeto lingüístico, en el objeto, en los verbos, ha mantenido hasta ahora a los metafísicos bajo el yugo: yo enseño que es preciso renunciar a esta creencia. El pensar es el que pone el yo, pero hasta el presente se creía, como el ‘pueblo’, que en el ‘yo pienso’ hay algo de inmediatamente conocido, y que este yo es la causa del pensar, según cuya analogía nosotros comprendemos todas las otras relaciones de causalidad. El hecho de que ahora esta ficción sea habitual e indispensable, no prueba en modo alguno que no sea algo imaginado; algo puede ser condición para la vida y sin embargo falso.

1[115]

El carácter interpretativo de todo acontecer. No existe el acontecimiento en sí. Lo que sucede es un grupo de fenómenos seleccionados y resumidos por un ser que interpreta.

1[120]

Un mismo texto permite incontables interpretaciones: no hay una interpretación “correcta”.

21[152]

El origen de las “cosas” es por completo la obra de los que imaginan, de los que piensan, quieren, inventan. El concepto mismo de “cosa” tanto como sus propiedades. - Incluso “el sujeto” es algo creado de esta forma, una “cosa” como todas las otras: una simplificación para designar la fuerza que pone, interpreta, piensa, como tal, a diferencia de todo poner, inventar, pensar, singular y aislado. [...]

5[22]

Solución fundamental: creemos en la razón: pero esta es la filosofía de los conceptos grises, el lenguaje está construido sobre los prejuicios más ingenuos. Ahora leemos en las cosas disonancias y problemas que nosotros mismos les hemos introducido debido a que sólo pensamos en la forma del lenguaje -y a que por ello, creemos la “verdad eterna” de la “razón”, por ejemplo, sujeto, predicado, etc. Dejamos de pensar si no lo queremos hacer bajo la constricción del lenguaje, llegamos a la duda de ver aquí un límite como límite.

El pensamiento racional es un interpretar según un esquema del que no nos podemos desprender

6 [8]

[...] nuestras condiciones de existencia prescriben las leyes generales en el interior de las cuales vemos, podemos ver formas, figuras, leyes

7 [54]

El conocimiento en sí es imposible en el devenir, ¿como es posible el conocimiento? Como error sobre sí mismo, como voluntad de poder, como voluntad de ilusión. Devenir en tanto que inventar, querer, negarse a sí mismo, superarse a sí mismo: ningún sujeto, sino un hacer, poner, creador, nada de “causas y efectos”.

7[60]

Contra el positivismo, que se detiene en los fenómenos: “sólo hay hechos” -yo diría: no, precisamente no hay hechos, sino sólo interpretaciones. No podemos constatar ningún hecho “en sí”; tal vez sea un absurdo querer algo por el estilo. “Todo es subjetivo” decís; pero ésta ya es una interpretación, el “sujeto” no es nada dado, es sólo algo añadido por la imaginación, algo añadido después. ¿Es en fin, necesario poner todavía al intérprete detrás de la interpretación? Ya esto es invención, hipótesis.

9[60]

(46) Inmenso acto de a u t o e x a m e n: volverse conciente de sí mismo no como individuo sino como humanidad. Recapacitemos, pensemos hacia atrás: recorramos los pequeños y los grandes caminos.

El hombre busca “la verdad”: un mundo que no se contradiga, no engañe, no cambie, un mundo verdadero -un mundo en el que no se sufra: contradicción, engaño, cambio- ¡causas del sufrimiento!. El hombre no duda de que hay un mundo como debe ser; quisiera buscar el camino que conduce a él- (Critica hindú: incluso el “yo” como aparente, como no-real).

¿De dónde toma el hombre en este caso el concepto de realidad?

Por que deriva el sufrimiento precisamente del cambio, del engaño, de la contradicción? ¿Por qué no más bien su dicha?... -El desprecio, el odio contra todo lo que pasa, cambia y se transforma: -¿De dónde proviene esta valoración de lo permanente?

Evidentemente, aquí la voluntad de verdad es el simple deseo de encontrarse con un mundo de lo permanente.

Los sentidos engañan, la razón corrige los errores: en consecuencia, se concluye que la razón es el camino hacia lo permanente; las ideas que tienen menos de los sentidos deben estar mas próximas al “mundo verdadero”.

-De los sentidos provienen los mayores golpes de desgracia -ellos son embaucadores, seductores, aniquiladores.

La dicha solo puede estar garantizada en lo que es: cambio y dicha se excluyen. El deseo supremo tiene en vista la identificación con lo que es. Este es el curioso camino a la mas alta dicha.

En suma: el mundo, tal y como debería ser, existe; este mundo en el que vivimos es solamente error -este mundo nuestro no debería existir.

La creencia en lo que es se manifiesta solamente [como] una simple consecuencia: el verdadero primum mobile es la falta de fe en lo que deviene, la desconfianza hacia lo deviniente, el menosprecio hacia todo devenir...

¿Qué especie de hombre reflexiona de esta manera? Una especie sufriente, improductiva, una especie cansada de la vida. Si nos figuráramos la especie contraria de hombre, a ésta no le seria necesaria la creencia en lo que es: mas aún, lo despreciaría como muerto, aburrido, indiferente...

La creencia en que el mundo tal y como debería ser, es, existe realmente, es una creencia de los improductivos que no quieren crear un mundo como debe ser. Ellos lo erigen como existente, buscan medios y caminos para acceder a él. -“Voluntad de verdad” como impotencia de la voluntad de crear.

reconocer que algo es

de esta y esta manera

hacer que algo se vuelva

de esta y esta manera

antagonismos en los

grados de fuerza

de las naturalezas

Ficción de un mundo que corresponde a nuestros deseos, artificios e interpretaciones psicológicas, para vincular con ese mundo verdadero todo lo que veneramos y experimentamos como agradable.

La “voluntad de verdad” es, en este nivel, esencialmente, el arte de la interpretación, para lo cual es precisa todavía la fuerza interpretativa. La misma especie

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