Hume (garcia Morente)
Enviado por PaliSco • 12 de Noviembre de 2012 • 2.583 Palabras (11 Páginas) • 439 Visitas
Hume
Como ustedes ven, queda un residuo de metafísica cartesiana en el obispo Berkeley, que es la substancia pensante, el espíritu y Dios. Ese residuo de metafísica cartesiana lo vamos a ver desaparecer como por magia ante los formidables embates del tercer gran representante del empirismo inglés, que es Hume. Lo mismo que Berkeley ataca el concepto de substancia material que todavía quedaba superviviente del cartesianismo en la filosofía de Locke; del mismo modo Hume va a atacar ahora el concepto de substancia espiritual, que quedaba todavía sobreviviente en el obispo Berkeley. Y lo va a atacar con la misma arma: el análisis psicológico, el psicologismo.
Impresiones e ideas.
No creo que pueda haber ni exista lectura más entretenida, más embelesadora, que la de los libros de Hume, desde el punto de vista estrictamente psicológico. La maestría con que Hume toma un concepto, una idea cualquiera y la diseca, la analiza, la separa en sus partes, va adscribiendo cada parte a un origen psicológico diferente y deshace una en una hasta reducirla a la nada, es algo admirable, es algo simplemente estupendo. Este método de análisis psicológico, aplicado a la experiencia, le da los resultados magníficos que van a ver ustedes. Porque toda la filosofía de Hume se puede definir por su método. El método es sencillísimo: consiste en rectificar, precisar primeramente la terminología psicológica de sus antecesores, Y con esa simple precisión de la terminología psicológica de sus antecesores, llega Hume a plantear con la mayor naturalidad el problema de todo análisis psicológico. Hume llama "impresiones" a los fenómenos psíquicos actuales, a las vivencias de presenta-ción actuales: yo ahora tengo la impresión de verde. Y llama ideas –restringiendo ahora un poco el sentido de esta palabra– a los fenómenos psíquicos reproducidos, a las representaciones: yo que tenía la impresión de verde, ahora ya no tengo la impresión de verde; pero pienso en ella, la recuerdo o la imagino, y entonces tengo la idea de verde.
De modo que tenemos impresiones; pero tenemos muchas más ideas que impresiones. Las impresiones que en un momento determinado tenemos, son relativamente pocas compara-das con el montón de ideas que tenemos, puesto que de cada impresión que en nuestra vida hemos recibido, la huella que ha quedado y que yo reproduzco merced a la memoria o a la imaginación o a la asociación de ideas, constituye un caudal de ideas mucho más numeroso que el de impresiones, puesto que la impresión tiene que ser actual. Ya cuando es rememorada no es impresión sino idea. Pues bien: de aquí se deduce clarísi-mamente el método maravilloso de Hume. Las impresiones son lo dado; no plantean problema psicológico ni problema metafísico ninguno. Las impresiones constituyen lo que me es dado, lo que está ahí; la última realidad es la impresión. Pero las ideas plantean un problema, que es a saber: ¿de qué impresiones proceden? Si una idea es simple; si es, por ejemplo, el. recuerdo del verde, ese recuerdo del verde tiene el origen clarísimo de haber recibido yo antes la auténtica impresión de verde. Pero si la idea es compleja, como la idea de existencia, la idea de substancia, la idea de causa, la idea del yo; si es idea compli-cada, ¿cuáles son las impresiones de que procede? Tomar esas ideas, analizarlas en busca de la impresión de donde proceden, será el procedimiento que llevará a cabo Hume.
¿Que encuentra la impresión correspondiente? Entonces la idea tiene ya su pasaporte legitimo; es una idea que se puede usar con toda tranquilidad, por que tiene realidad, puesto que procede de una impresión sensible recibida por mí; es la reproducción de una impresión sensible. Pero supongamos que por mucho que se busque, no se le encuentre a una idea la impresión correspondiente. Pues entonces es una idea de contrabando, una idea que no tiene pasaporte, una idea que no se justifica; es una ficción imaginativa, quizá necesaria, fundada quizá en la ley psicológica de asociación de ideas; pero sería completamente injustificado pretender que a ella le corresponda realidad ninguna. Porque, como les dije a ustedes antes, realidad, para Hume, es impresión. Una idea a la cual no se le encuentre la impresión de donde es oriunda, es idea que carece por completo de realidad. Substancia.
Es maravilloso el arte psicológico con que Hume toma nociones complicadas y las analiza. Voy a hablarles a ustedes de cuatro de estas nociones, que son famosas en la historia de la filosofía humana por la belleza del análisis llevado a cabo. La primera es el análisis de la idea de substancia. La idea de substancia es una idea; ¿cuál es la impresión que le corres-ponde? Veamos; que se presente esa impresión; que la idea de substancia nos diga cuál es su carta de legitimidad. Nosotros miramos la idea de substancia y encontramos con que ella designa lo que llama Locke el "no sé qué", que está por debajo de las cualidades y de los caracteres. De modo que si yo digo la substancia de esta lámpara, no quiero decir que designe con la palabra substancia su color verde. porque la lámpara es algo más que el color verde; no quiero decir tampoco que designo este brazo, porque la lámpara es algo más que un brazo: es el color además del brazo. Si designa el color verde, deja de designar el brazo; si designa el brazo, deja de designar el color verde. Hume hace una descomposición como quien abre una naranja en cascos y muestra perfectamente que la idea de substancia no está originada por ninguna de las impresiones que actualmente yo recibo. No es tampoco la suma de ellas; porque por substancia no entendemos la suma de esas impresiones sino un quid, o como dice Locke, un "no sé qué", que sirve de soporte a todas esas impresiones, pero que no es ninguna de ellas. Es decir, que la idea de substancia no tiene impresión de donde pueda ser derivada y que la fundamente; y como no tiene impresión que la fundamente, es una idea formada por nosotros, es una idea ficticia, como diría Descartes, es una idea de nuestra imaginación.
Pasemos ahora a la idea de existencia misma, a la mismísima idea de existencia. Cuando decimos que algo existe, nosotros podemos encontrar la impresión correspondiente al "algo" del cual decimos que existe. Pero cuando añadimos que existe, ese existir del algo, esa existencia es algo que no encontramos en impresión ninguna. Si yo digo que este vaso de agua existe y analizo lo que quiero decir, me encuentro con una multitud de impresiones, que son las del vaso de agua. Pero ¿dónde está la impresión de que existe, la impresión de la existencia? No es tampoco la suma de todas las impresiones ni una impresión en particular. Luego la existencia del vaso de agua es algo a lo cual no corresponde ninguna impresión. Es otra idea hecha por.
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