IMPORTANCIA DE LA RETORICA
Enviado por alfaro2708 • 22 de Noviembre de 2019 • Tarea • 1.721 Palabras (7 Páginas) • 357 Visitas
IMPORTANCIA DE LA RETORICA
Donde las dimensiones dialécticas y retóricas juegan un mayor papel es probablemente en relación con la cuestión de cómo argumentar. Como se ha visto, los modelos dialécticos son útiles quizás indispensables para el que trata de saber cómo podrá argumentarse a favor de una determinada tesis, a qué objeciones tendría que hacer frente y a la hora de construir su argumentación redactar un texto argumentativo o preparar una intervención oral, la tradición retórica es simplemente inesquivable, de algún lugar hay que sacar, los argumentos, de alguna manera hay que comenzar un discurso, que narrar los hechos del caso, que exponer los argumentos a favor o en contra y que concluir, y de alguna forma hay que presentar el discurso para que resulte persuasivo.
En los clásicos de la retórica (Aristóteles, Cicerón o Quintiliano) puede encontrarse la respuesta a muchos de los problemas que surgen cuando alguien trata de construir una argumentación también en contextos jurídicos
Aristóteles descubrió y formuló la lógica, observando las leyes de la lógica se hace un tratado, y cuando había terminado, descubrió la lógica no era la manera como la gente piensa y habla de hecho. Así que se puso a trabajar y estudió la poética y la retórica y desarrolló las figuras del lenguaje. Él también se dio cuenta de que la poesía y la oratoria se alejaban de las normas de un tratado, y se dio cuenta de que el poeta o el orador no planea antes lo que va a decir y luego le agrega las figuras del lenguaje para hacerlo concreto y vivido, Su pensamiento ocurre espontáneamente de esta otra forma no estrictamente lógica. Sucede que, además de la lógica y del despliegue lógico de una idea en un tratado, están también las leyes de la imaginación y del afecto, bastante distintas a las leyes de la lógica y a las leyes del tratado. Propiamente, la lógica y el tratado no expresan hechos sino ideales. Así pues, además del ideal de la claridad y exactitud incorporado en el tratado, también está la inteligencia de autoexpresión y la meta de la comunicación.
Asistimos, pues en la actualidad a una rehabilitación de la retórica. Casi todas las teorías de la argumentación contemporánea apuntan a ella, directa o indirectamente. Algunos autores enfatizan más el tema de los tópicos, otros destacan la importancia de la dialéctica en sentido aristotélico y no faltan los que sobre todo subrayan la retórica. En realidad, en este retorno a las fuentes de la Antigüedad clásica, en concreto a Aristóteles, descubrimos que tanto os tópicos como la dialéctica y la retórica están íntimamente relacionados en el pensamiento del Estagirita.
Al reflexionar sobre la argumentación, se descubrió que el método deductivo del silogismo de la lógica aristotélica no era, en innumerables casos, adecuada al razonamiento jurídico, pero se encontró en el mismo Aristóteles una alternativa, la argumentación dialéctica. En el corazón de esta dialéctica estaba la idea del endoxa preposiciones verosímiles, plausibles, probables. Estas premisas o enunciados se descubren en los tópicos o lugares comunes, que para hacerse apreciar necesitan la ponderación de la retórica.
Ahora bien, se da ua paradoja: los tratados de teoría de la argumentación hablan de la necesidad de la retórica, pero la mayoría de ellos le dedican muy poco espacio. Parecería que considerar la retórica en un tratado filosófico iría en detrimento de éste. En realidad, debería ser al contrario. En esta línea de valorar la retórica en la filosofía apareció recientemente un libro titulado Communication and Lonergan, Common Ground for Forging the New Age.
En realidad, no nos debe extrañar este tipo de estudios, ya que e mismo Lonergan, un filósofo tan riguroso, considera la comunicación como una importante “especialidad funcional” de su método. En una apéndice del libro citado, se proporciona una extensa bibliografía de investigaciones que estudian la relación entre filosofía y retórica.
En el perfecto del libreo que comentamos se esboza el tema La retórica en la Academia: presente, pasado y futuro. Allí los editores afirman: “Todo los campos de investigación, incluida la filosofía, deben prestar atención de modo más cuidadoso y reflexivo a las operaciones cognitivas involucradas en el pensamiento y en la comunicación, en otras palabras, el pensamiento propiamente retórico.
Un poco más adelante, el hablar de una visión a futuro del campo académico se afirma que la educación liberal debe estar más atenta a ayudar a los estudiantes para que sean más conscientes de la dimensión intersubjetiva del conocimiento, enseñándoles a saber debatir, a adquirir la aptitud para exponer los pros y contras de un tema, a tomar decisiones que dependan de su modo de reflexionar sobre los problemas.
DONES
Empecemos que este apartado con una aproximación a la definición de la retórica y nadie mejor para esta tarea que Aristóteles: ”Entendemos por retórica la facultad de tener en cuenta lo que es adecuado en cada caso, para convencer.
Ahora bien, esta facultad para convencer ¿es innata o se adquiere por el esfuerzo humano? Algunos piensan que el orador nace, no se hace. La respuesta correcta no se encuentra en ninguna de las dos proposiciones. Es evidente que se requieren ciertas cualidades para ser orador, pero éstas no bastan: hay que cultivarlas y mediante la práctica, el esfuerzo y la observación de ciertos preceptos, como en todo arte, perfeccionarlas. La palabra, como veremos, es un gran privilegio del ser humano, pero la plabra elocuente, como sostiene Marco Fabio Quintiliano, da brillo a las cosas a las cosas, las llena de claridad: sin la elocuencia, “todas las cosas serían mudas, estarían sepultadas hay en las tinieblas y de ninguna se tendría noticia mañana” vale la pena por consiguiente, poner todo nuestro esfuerzo por perfeccionarnos enteramente en ella y haciéndolo así, o llegaremos al más elevado grado de perfección o por lo menos veremos muchos inferiores a nosotros. En pocas palabras cultivar la elocuencia vale la pena y es ambas cosas: Don y tarea.
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